«Venom: the last dance» (El último baile): trabajo a reglamento

A todos nos cae bien la saga «Venom». No es que particularmente hayan sido grandes films, pero sí que cierta química creada entre el protagonista y su alter ego, ha sido lo suficientemente buena, para que haya cierta predisposición al ingresar a este «último baile».

Lo primero que tenemos que decir, es que esta cinta marca el final de la trilogía independiente de este personaje por parte de Sony Pictures, una saga corta (tres títulos) que ha ofrecido una mezcla de diversión caótica y confusión narrativa. 

En este tercer largometraje, vuelve el gran Tom Hardy, interpretando al periodista Eddie Brock y a su alter ego simbionte, ese mutante morocho de voz grave que tan bien le sale al actor. Ya sabemos que el hombre está dispuesto a dar rienda suelta a su lado salvaje en esta franquicia aunque en esta entrega, debo anticiparles, luce más contenido y distante que en las anteriores. Si bien se ve que Hardy disfruta mucho el rol (o los billetes que se desprenden de su participación), es cierto que la química entre los dos habitantes del mismo cuerpo es lo mejor que le pasó a cada cinta.

Sin embargo, en esta tercera entrega, las cosas no parecen haber salido tan bien. Algo sucede con el guión de la película, probablemente porque presenta una narrativa apresurada y desconectada, con personajes secundarios poco interesantes y una trama, pobre. En esta entrega, Eddie Brock (Hardy) y Venom (Hardy también), vienen huyendo de amenazas humanas luego de los eventos de la segunda entrega.  Pero a poco de iniciar, vemos que en el espacio lejano, hay un ser oscuro que necesita volver a reinar en el universo y para ello, descubre que la clave para lograrlo es conseguir el elemento basal que integra a las dos caras de nuestro héroe.  Es así que envía en consecuencia, algunos bichos feos a conseguir lo que desea… anticipo de lo que será una lucha sin cuartel por obtener ese «pasaporte» que lo traería de regreso desde el lugar donde se encuentra prisionero.

Venom irá escapando de todo y de todos hasta llegar a Nevada primero y al área 51 más tarde, donde el clímax comenzará a definirse de la manera más esperable posible. 

Es importante reconocer que la saga  de Venom, siempre tuvo un humor estridente e incómodo. Cuasi cínico. Bueno, esta vez, no. La trilogía termina y hay un clima de decepción que se trasluce en las decisiones de la dirección, que no logra torcer el escenario abúlico instalado y ofrece el final más convencional posible. 

Puede decirse, en cierta manera, que éste es un final decepcionante para una franquicia prometedora. Los fanáticos de la serie pueden encontrar algo de disfrute en la energía caótica y los personajes familiares, pero es poco probable que satisfaga a aquellos que buscan una experiencia cinematográfica verdaderamente memorable. Veremos como continúa y si convencen al viejo Tom a volver con algún nuevo desarrollo (no esperen que se cierren todas las puertas y atentos a las escenas post-credito por supuesto)…

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