
«Diamanti»: Özpetek se da un gran gusto!
Ferzan Özpetek, director turco-italiano conocido por su sensibilidad para explorar las complejidades humanas y las dinámicas familiares —como en “Haman” (1997) o “Mine Vaganti” (2010)—, aborda en «>Diamanti» un relato que oscila entre el drama íntimo y la comedia coral. Su motivación e intención parece clara y explícita: bucear en los secretos que atraviesan generaciones y explorarlos para preguntarse (y responder, por supuesto), como resurgirán para desafiar las identidades construidas.
La cinta, ambientada en la costa italiana, refleja su fascinación por los espacios como testigos silenciosos de emociones ocultas, un sello recurrente en su filmografía. O sea, ya cuando nos acomodamos en la butaca, sabemos que lo visual será impactante.
«Diamanti» ofrece un ambiciosa estructura de múltiples personajes que explora la vida de un grupo de mujeres vinculadas a una prestigiosa sastrería en la Roma de los años 70, desplegando su relato en dos líneas temporales que dialogan entre sí con notable sutileza y profundidad . Özpetek, conocido por su mirada sensible hacia los universos femeninos, da un paso más allá al reunir a sus actrices favoritas -muchas de ellas recurrentes en su filmografía- y construir una obra que es bella y personal.
Puede verse un meticuloso trabajo de ambientación bajo el diseño de producción por parte de Deniz Göktürk Kobanbay, y la dirección de arte de Silvia Colafranceschi, quienes se llevan las palmas por la construcción de la sastrería romana de época y un elenco a la altura de los acontecimientos, encabezado por Luisa Ranieri, Jasmine Trinca y Stefano Accorsi, junto a un nutrido grupo de actrices de primer nivel como Sara Bosi, Loredana Cannata, Geppi Cucciari, Anna Ferzetti, Aurora Giovinazzo, Nicole Grimaudo, Milena Mancini y Paola Minaccioni, entre otras.
Özpetek estructura su relato en dos líneas temporales: una situada en el presente, donde un director convoca a sus actrices para preparar una película sobre mujeres, y otra en el pasado, sumergida en los años 70, donde el foco se posa sobre la sastrería y las complejas relaciones entre las trabajadoras. Son dos miradas vinculares distintas, por un lado el proceso creativo contemporáneo y por el otro, la vida cotidiana, los amores y las rivalidades en la sastrería de otra época, mostrando cómo los lazos y conflictos del pasado resuenan en el presente.
Creo que lo que más me gusta de esta realización, es la forma en que la cinta dialoga sobre el propio acto de hacer cine y sobre el rol de la mujer en el arte y la sociedad. El realizador se da el gusto de jugar el juego que más le gusta, con las actrices que más admira y edificar una propuesta seductora para su fiel público.
En definitiva, ésta es una película donde el arte y la seducción están presentes y el espectador disfruta de todo lo que la misma ofrece, con todos los excesos melodramáticos a los que Ferzan Özpetek nos tiene acostumbrados.