
«The well» (El Pozo: Rituales Satánicos): Demonios y sangre

A Lauren LaVera la conocimos por la segunda y tercera entrega de Terrifier. La actriz demostró tener todo para convertirse en una scream queen y final girl. Ahora protagoniza esta película italiana dirigida por Federico Zampaglione que combina dos subgéneros: por un lado el terror gótico, aquel con fantasmas, maldiciones y enmarcado en una antigua mansión, y por el otro el gore, la tortura y cuerpos que son mutilados y sangran de manera grotesca.
La historia sigue a Lisa, esta joven norteamericana que llega a un pueblo de Italia para restaurar una pintura que sobrevivió a un incendio. En el camino conoce a un grupo de biólogos también norteamericanos con los cuales hace buenas migas y prometen volver a verse antes de partir. Finalmente un vecino del lugar al que se dirige la ayuda a llegar al castillo que buscaba.
Al ser hija de un renombrado restaurador de arte, la duquesa Emma (Claudia Gerini) deposita en ella la confianza del importante trabajo pero le exige que aquello que en cuestiones normales sería realizado en por lo menos un mes, lo haga en dos semanas. Durante esos días además le toca convivir con Giulia, la pequeña hija de la condesa que vive confinada en la casa a causa de sus comportamientos en sociedad.
La película, hablada casi toda en inglés y situada quizás de manera caprichosa en 1993, sigue entonces a esta profesional en su trabajo, revelando de a poco el cuadro que conoce cubierto en su totalidad de negro, y por el otro al grupo de turistas que durante la noche que acampan, son secuestrados y torturados por un hombre monstruoso alrededor de un pozo ciego.

Sin dudas la parte más interesante radica en las atmósferas góticas, en las pesadillas que pronto empiezan a acechar a Lisa a medida que va descubriendo las imágenes del cuadro. En cambio, cuando se regodea en el gore, como suele pasar, cae en lo grotesco y gratuito, sobre todo porque ni siquiera se luce en la estilización, como suele suceder en los mejores y más recordados exponentes del giallo, al cual es inevitable asociar al pensar en terror italiano. El principal problema es que son dos tipos de terror que están construidos de manera distinta y por lo tanto dividen el tono de la película como si fuesen dos diferentes. No hay una amalgama construida de manera efectiva sino que a veces parece un pastiche de varios elementos típicos del cine de terror. Sí se puede apreciar un humor a veces negro que aligera y funciona como nexo. En cambio, la banda sonora no parece terminar de decidir el tono buscado, optando a veces por melodías lentas o espeluznantes al metal.
Afortunadamente allí en el centro está LaVera, actriz prometedora a la que quizás pronto le lleguen mejores proyectos, entregándose con confianza a un personaje cuyas pesadillas se le van tornando cada vez más vívidas, sin poder discernir a veces qué es real y qué no. Ella es el corazón de la película y consigue transmitir además esa sensación de soledad que parece acarrear y que la lleva a confiar y entregarse con facilidad a los vínculos.
Mientras tanto, el tiempo corre y el trabajo tiene que realizarse, porque de lo contrario debe pagar una multa que la arruinaría. Hacia el final, como podemos predecir, ambas líneas argumentales se reunirán y aflorará lo referido al subtítulo que se le agrega en el título en español: rituales satánicos.
Se trata de una película ambiciosa, entretenida y con muchos elementos del género, pero con una ejecución despareja. Bebe de clásicos del terror italiano pero no consigue ni emularlos ni reinterpretarlos. La subtrama de los turistas que son secuestrados y torturados ocupa mucho más tiempo del necesario y no se justifica tanto en la historia, además del choque que produce el gore excesivo con la historia de fantasmas y demonios. El guion, escrito por su director junto a Stefano Masi, aborda demasiadas aristas pero casi siempre de manera superflua, entonces cuesta conectar.