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“The Salt of the Earth” (La sal de la Tierra): la vida a través del lente

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Nominada en los últimos premios Oscars y con un reciente paso por el Green Film Fest en Buenos Aires, la película dirigida por Win Wenders y Juliano Ribeiro Salgado es una oda al padre de éste último, el fotógrafo Sebastião Salgado. De manera poética, no sólo a través de imágenes (el film está compuesto en su mayoría por sus fotografías pero hay algunas pequeñas escenas y testimonios grabados para el film), «La sal de la Tierra» es un recorrido por la obra de un fotógrafo que una vez que descubre las cosas que puede hacer con la cámara no puede dejar de sacar fotos. Pero así como es fotógrafo es viajero, y ambas pasiones lo llevan a descubrir diferentes partes del mundo, lo mejor y lo peor de él.

Las fotografías de Salgado son de una belleza innegable. Los colores, las sombras, la composición, en fin, el ojo que tiene le ha permitido capturar diferentes tipos de momentos. Es así que el film va pasando, con una estructura pensada a nivel narrativo, por las diferentes etapas en las que Salgado va transitando con su arte, desde fotografías de personas hasta los paisajes y aquellos más cercanos a la naturaleza. Pero también es cierto que hay una decisión de dedicar más o menos tiempo a determinados momentos.

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Y mientras el film comienza y termina con un tono más bien optimista, en el medio llega a su viaje por campos de refugiados y allí captura momentos dignos del fotoperiodismo de zonas de conflicto. Es en ese momento, el más impactante, donde decide quedarse la mayor parte del film. Pasar a través de cientos de imágenes que sí, son estéticamente bellas, pero difíciles, muy duras de ver.

Se podría uno poner a pensar en la eterna discusión sobre qué es bello, lo morboso, hasta qué punto es necesario mostrar (y ver) tanto una misma situación, pero lo cierto es que la mirada de Salgado es muy alejada a lo visto generalmente en los medios de comunicación. Wenders y Salgado repasan así medio siglo de historia de la humanidad, pero en esa mitad se quedan un poco estancados.

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Por suerte, ya cerca del final, Salgado, que durante toda la película nos permite entrar no sólo en su arte sino en su mundo narrando en off historias de las fotografías que vemos, halla un halo de luz cuando comienza a fotografiar a la naturaleza en su mayor esplendor y a poner su granito de arena para con el medio ambiente, y el film se tiñe de un optimismo honesto.

Quizás lo menos logrado del film radique en algunas metarreflexiones que se sienten muy armadas, un poco artificial.

Sin dudas un film que es toda una experiencia en sí, difícil, impactante, bello, inolvidable.

Anexo de Crítica por Patricia Relats

Win Wenders es un favorito del cine mundial, desde sus viajes a los cielos para contar historias de ángeles hasta su sensibilidad para retratar el arte y a la persona detrás (basta con recordar «Pina»). Su capacidad para la fotografía en cine es impecable y tanto es así que juntarlo con la obra y vida de un reconocido fotógrafo como Sebastiao Salgado, parece orgánico y lógico.

Con un cuidadoso uso de la voz en off, el documental empieza llevándonos a lugares exóticos, a rincones de la cámara de Salgado que no estábamos acostumbrados a ver y siempre contando como un mantra que lo que verdaderamente importa en la fotografía es la luz y la luz es con lo que uno pinta ese universo. Pero nada es tan sencillo si no hay vida. Con toda su crueldad, la Raza Humana termina siendo la Sal de la Tierra y a través de su maravilloso ojo, vamos descubriéndola.

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En ese sentido, alternar entre la iluminación en blanco y negro y los colores, los personajes mirando a cámara y el hecho que en la cocina del guión esté su propio hijo, van haciendo un relato entrañable, íntimo donde cada foto viene acompañada del testimonio de quien la tomó y así es un retrato profundo de lo que es la Humanidad para él.

Este es probablemente el mayor acierto del film: te hace parte, te interpela, espiás a la familia entera y a todo el sentido de esta elección de vida para ellos. Desde acompañar a sus viajes, hasta reforestar una parte del Amazonas. Si hablamos de crear personajes, el hecho de reconocer su pasión por las fotografías, que dejó un próspero trabajo en un banco para seguir su pasión y el hecho de que su mujer y su hijo lo hayan acompañado apoya esta idea de recortes de una carrera, de una vida, de una mirada. No tenés otra chance que quererlos. Te dejaron sin opción.

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El documental, así, se relata como un cuento redondo, profundamente estético y uno sigue las altas y bajas de la carrera junto con él: su primera etapa en la que nos mostraba lo más terrible y lo más bajo y el Génesis, donde volvemos a creer en una salida. Pero sobre todo es una filosofía sobre cómo construimos el mundo que habitamos y sobre cómo lo vemos.

De una duración más extensa de la que acostumbramos en documentales pero que valen cada minuto. Y valen para ver en sala. Con esa paleta de colores, Wenders y Salgao hacen una nueva Creación del mundo.

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