
“Paddington”: Un oso en la familia
Adaptando con ciertas libertades las novelas originales de Michael Bond y la serie animada que se extendió durante los ’70 y ’80, el Oso Paddington aterrizó finalmente a la pantalla grande luego de una larga espera, y el resultado no podía ser mejor. Desde que se masificó el uso de CGI en el cine se dio pie para la interacción con humanos de personajes de todo tipo, cosa que antes parecía imposible o por lo menos no lograba una cohesión tan natural.
En este aspecto, «Paddington» se ubica mucho más cerca de un film como Stuart Little que de otros como Hop o Sccoby Doo. El tono de la novela y la serie fue modernizado y prima el humor, pero siempre poniendo en primer lugar la inocencia, el tono marcadamente infantil que elude el doble sentido, el chiste desmedidamente escatológico, y la violencia fuerte.
La historia es en extremo simple, y está bien que así sea. Un expedicionario inglés se adentra en las selvas peruanas (mostradas con mucha más condescendencia que la bajada de línea del novelista) y se topa con una comunidad de osos con amplia capacidad para aprender. Pasan los años, el expedicionario ha vuelto a Inglaterra pero los osos aprendieron a hablar y viven en una comunidad mucho más sociabilizada. Pero la mano del hombre vuelve a hacer interferencia, y ante una desgracia, el menor de la familia tiene que viajar como polizonte en un barco hacia Londres en busca de aquel hombre que les enseñó cómo vivir en sociedad.
Por supuesto, las cosas no saldrán nada cómo lo que se esperaba, Londres es una ciudad fría, y el osito quedará desamparado hasta encontrar a una familia que lo adopta “momentáneamente” y lo apoda Paddington en honor a la estación de trenes en la que lo encuentran. Pero el film no termina ahí, Paddington no sólo deberá buscar un refugio definitivo sino que deberá huir de las garras de una taxidermista que parece conocerlo demasiado.
Como habrán notado, el argumento, así como sucedía en Stuart Little, rehúsa de todo tipo de lógica. De antemano tenemos que aceptar que un oso parlanchín no será de enorme sorpresa para nadie, y que será capaz de vivir todo tipo de aventuras con personajes que exageran sus características. Queda clara la idea de plantear una suerte de caricatura en acción real. Esta decisión de detenerse a dar explicaciones, permite hacer de Paddington un film que, tomando las cosas por hecho, se vuelca a la diversión constante.
Con un ritmo ágil permanente pero no vertiginoso, un esquema de gags slapstick que funciona como maquinaria de reloj y apoyándose en la solvencia de su gran elenco; el film de Paul King no es sólo un entretenimiento para niños, entendido esto como algo menor. En el espectador instala una sonrisa permanente desde el primer momento, y las carcajadas no tardarán en llegar; todo luce relajado para que fluya mejor. Si en el film de Rob Mikoff teníamos a una familia única neoyorkina, aquí los tenemos a los Brown, mamá, papá, la parejita de nenes y la empleada, Sra. Bird.
Ellos son la bondad encarnada, adoptarán a Paddington y lo harán sentir de la familia pese a la reticencia del Sr. Brown. Y aquí otro acierto, la Sra. Brown es la constantemente en ascenso Sally Hawkins, el Sr. Brown es el brillante Hugh Bonnaville (capaz de robarle varias escenas al oso), y la Sra. Bird es Julie Walters. Como si estuviesen en un recreo, los actores se divierten y eso hace divertir al público, hay una química espectacular entre ellos y para con el personaje digital.
Esa cohesión se extiende también a Nicole Kidman en el rol de Millicent, la taxidermista… y ya sabemos que los roles gélidos son ideales para la australiana que no necesita más que levantar una ceja para mostrar toda su maldad sobreactuada (en el buen sentido del término). Todo está puesto al servicio del disfrute y Paddington ofrece un entretenimiento noble y fundamentalmente, que no subestima a los suyos, es un film de calidad.
El único detalle que podríamos encontrar es la falta de copias subtituladas en nuestra cartelera, lo cual nos hace perdernos las voces (además de los mencionados) de Ben Whishaw, Michael Gambon, e Imelda Staunton, en los roles “osunos”. Buena técnica, acertado humor inglés, ritmo continuo que no marea, y un excelente timing general para la comedia, hacen de Paddington uno de los mejores productos para esta temporada. Un placer culposo para los adultos, un film ideal para los chicos (que no le escapa a un lindo mensaje final), nadie saldrá defraudado.
Anexo de Crítica por Rolando Gallego
¿Puede un sándwich de mermelada de naranjas salvar a una familia? Esta y otras preguntas existenciales tienen respuesta en «Paddington» (UK, 2014), que Paul King lleva a la pantalla grande inspirándose en las tradicionales historias de Michael Bold y que han atrapado a varias generaciones.
Paddington es un oso peruano que llega a Londres para encontrar a aquel que en algún momento llego a su hábitat y los descubrió, luego que su casa es diezmada por la naturaleza.
En la ciudad se encontrara solo y perdido, y pese a seguir todas las reglas impartidas por su tía, nadie le presta atención, hasta que en la estación de Paddington una familia de apellido Brown lo acogerá en su hogar, sin saber las consecuencias catastróficas que se les presentaran.
Paddington es un oso torpe que a fuerza de empeño ira forjando una entrañable amistad con los miembros del grupo (principalmente la madre y el hijo).
Pero hay alguien expectante de la llegada del oso a la morada de los Brown, un vecino quejoso (Jim Broadbent) que se confabulara con una bella y letal taxidermista (Nicole Kidman) para conseguir a Paddington como su última pieza para la inmensa colección que posee en el Museo en el que trabaja de animales embalsamados.
King le impone un ritmo y tempo ágil a la película, reforzando el gag y el punchline en cada inclusión del oso en la acción, y además, filma las escenas con una ampulosidad y amor por el cine, que termina plasmándose en bellas y envolventes tomas y planos.
En el plano actoral las interpretaciones refuerzan un guion que con un timming ajustado y veroborrágico, logra superar el apremio con el que siempre nos encontramos ante este tipo de filmes infantiles.
Hugh Bonneville y Sally Hawkins aportan actuaciones soberbias, y se introducen de lleno en el papel de los padres de familia que padecerán las travesuras de Paddington y el acoso de la doctora. Mención aparte para Julie Walters que juega a ser una ama de llaves exigente y que luego se entrega (alcohol mediante) a la locura familiar generada por el oso.
Nicole Kidman como la villana, suma su sex appeal y oficio a un estereotipo que gana en su verosímil. Paddington puede ser prejuzgada, pero nada de lo que se pueden llegar a imaginar es comparable con el entrañable y nostálgico espectáculo que Paul King preparo para toda la familia. Divertida.