«La Burbuja»: crisis y distopía

La película dirigida por Miguel Ángel Rocca cuenta con guion de Santiago Ambao y se sitúa en medio de un contexto pandémico para luego desarrollar un tipo de crisis mayor.

En esas primeras escenas vemos a sus protagonistas en situaciones que nos resultan familiares pero ya algo lejanas, porque si bien no pasó mucho tiempo sí pasaron muchas cosas después. Daniela (Victoria Almedia) es una mujer que llega con su marido y sus dos hijos a la casa de su padre (interpretado por Jorge Marrale), un hombre mayor que vive en medio del campo. Barbijos, reencuentros incómodos con fuerzas policiales, algún viejo conocido. Al llegar, encuentran al hombre, Roque, tirado en el piso. Daniela sabe que no puede dejarlo solo, que la muchacha que lo ayuda no parece ser una buena compañía y que su padre es un hombre testarudo y no está dispuesto a dejar esa casa. Así es que junto a su marido Jorge (Alfonso Tort), quien no está del todo de acuerdo con esta decisión, se mudan provisoriamente a la enorme casa.

Sin embargo no estamos ante otro drama sobre la pandemia. Afuera de esa casa, en el país, suceden cosas que llegan al menos a través de una televisión o de rumores entre la gente del lugar. Comentarios sobre una crisis inminente, en un país donde las crisis siempre están al acecho hasta que efectivamente explotan, empiezan a incrementar los miedos. Un contexto que parece cada vez más hostil y amenaza con cambiarlo todo.

La película tiene varios vuelcos sobre los que no conviene adelantar demasiado. El primero es aquel que los sitúa en una situación de supervivencia, con un corte de luz total que replantea modos de vida, que los conecta con lo primordial, con la tierra, con la labor manual. También es cuando Jorge toma el mando y se convierte en la figura del hombre que sale a buscar alimento y necesidades básicas para la familia. El segundo está ya cerca del final y resignifica mucho de lo que se vio.

Pero no son estos puntos de giro lo único atractivo y sorprendente de la película. Hay un manejo y una construcción muy cuidada del clima de peligro que acecha y al mismo tiempo cómo los vínculos familiares, las diferentes generaciones, intentan sortear toda esa incertidumbre. A veces es más fácil y la esperanza aflora y otras tantas dan ganas de abandonarlo todo y rendirse.

El personaje de Daniela se enfrenta a mucho más que una situación límite. Se enfrenta también a un pasado que no puede pisar, al fantasma de una madre violenta y un sótano oscuro al que no pudo volver a entrar. Su rol como madre también se va fortaleciendo a medida que el tiempo y las cosas se suceden.

El resultado es una película muy lograda y toda una rareza dentro del cine nacional, oscura como esas historias que parecen lejanas hasta que una realidad la supera, que va sembrando el conflicto y desarrollando a sus personajes de manera inteligente, con la cuota necesaria de información, con buenas interpretaciones, en especial la de Almeida que es quien se carga la película pero donde también resalta Jorge Marrale aun con sus pocas líneas de diálogo. Una distopía atrapante y aterradora que se va cociendo de a poco hasta estallar, con un gran uso del fuera de campo, y que al mismo tiempo pone en foco modos de afrontar una crisis más grande de lo que se podía imaginar.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *