«Alien: Romulus»: Un nuevo capítulo de la saga

Dirigida por el uruguayo Fede Alvarez (la remake de Evil Dead, No respires) y escrita junto a su colaborador Rodo Sayagues, regresa con nuevos protagonistas la ya mítica saga con una nueva historia que se sitúa entre Alien, de Ridley Scott, y Aliens, de James Cameron.

Después de la película de 1979 en la cual Ridley Scott, junto a una protagonista femenina fuerte como Sigourney Weaver y con criaturas creadas por H.R. Giger, dirigió una de las mejores películas de terror de la historia, hubo varias secuelas y acercamientos laterales. Fede Álvarez y equipo planeaban volver en cierto modo a los orígenes. Su inspiración partió de una escena eliminada de Aliens, la segunda entrega. Por eso se sitúa entre ambas, en este caso con un grupo de jóvenes protagonistas que son obligados a trabajar con promesas que parecen cada vez más lejanas de ser cumplidas en una colonia de terraformación. Un mundo futurista, sucio y decadente, donde las corporaciones mantienen a sus trabajadores en algo que parece rozar la esclavitud. Cailee Spaeny (la Priscilla de Sofia Coppola y la joven aprendiz de fotoperiodismo en Civil War) encabeza un reparto en el que también figuran David Jonsson, Archie Renaux, Isabella Merced, Spike Fearn y Brianna Wu.

Afortunadamente, después de presentarnos este mundo, la trama los lleva a encerrarse en una nave con esperanzas de escapar a escondidas a un planeta donde puedan ver por fin la luz de un sol. Allí surge lo que imaginamos: tras encontrar restos de lo que fue una tripulación, quedan encerrados con criaturas peligrosas y desconocidas para ellos. Su director y guionistas aprovechan además para introducir referencias y citas al universo de Alien pero sobre todo apuestan a un terror que se mueve a un ritmo mayor, con más golpes de efectos y sobresaltos que ese terror palpable que solía helar los huesos en aquella primera película. Aunque aquellas decisiones hayan sido tomadas a base de un presupuesto acotado, Álvarez acá elige mezclar efectos prácticos con algo necesario de CGI y ya no necesita esconder a su xenomorfo o al facehugger.

En cierto modo, entre el elenco más joven y un ritmo trepidante la película parece estar dirigida más a las nuevas generaciones, a veces necesitadas de mayores estímulos, aunque no descuida al público original, que ya conoce de la historia y de la mitología y encontrará referencias que llegan hasta Prometeus, aquella secuela no oficial del mismo Ridley Scott.

Fede Álvarez demuestra su oficio y entrega una película efectiva que conformará a nuevos espectadores y también a aquellos originales, pero no consigue sorprender más allá. Se entrega a la acción e incluso desaprovecha el desarrollo de varios de sus pocos personajes protagonistas, haciendo que sea difícil que transmitan mucho de lo que ellos sienten. Destacan una ascendente Spaeny y Jonsson en su rol de personaje creado por inteligencia artificial, que además va cambiando de registros según el chip que le coloquen. El resto resultan intercambiables, olvidables y solo quedarán en la memoria impregnada algunas truculentas escenas de terror.

Con buenos efectos especiales y un ritmo ágil, a excepción de un último tercio donde decae un poco, Romulus resulta una entrega sólida y no mucho más. Quizás algunos logren entregarse a ella con un mayor fervor, ya sea por las ganas de ver una buena secuela de Alien (en una saga que hoy resulta amplia pero sobre todo en una época cargadísima de secuelas, precuelas, spin-offs, recuelas, etc.) como por ser esta una puerta de entrada. No es necesario casi nunca con estas películas tener vistas sí o sí sus predecesoras, porque siempre algo se explica un poco más o se infiere con facilidad, pero aunque no queden vacíos sí aporta una mirada distinta a este universo. Después está el detalle de los guiños y citas varias, algunas algo forzadas o deslucidas, que alimentan el fan service.

Álvarez va a lo seguro: homenajea y le inserta su estilo propio a una película que funciona mejor por sí sola que como secuela de aquella aterradora película de Scott antes de introducirse en terrenos más filosóficos.

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