
«Una flor en el barro»: Cuando el sistema excluye

La nueva película del director Nicolás Tuozzo (Los Padecientes) expone aristas poco exploradas del sistema educativo de nuestro país.
Nicolás Francella interpreta a Francisco, un maestro suplente que consigue trabajo en una escuela de La Matanza. Se trata de una primaria así que no estamos ante la típica historia de chicos problemáticos y un maestro que a través de la enseñanza les irá modificando la forma de ver la vida. Lo que le sucede a Francisco es que en ese grupo de niños descubre a Sofía, que para su edad está muy adelantada al resto de la clase. Maravillado por lo que observa, se encarga de alentarla a través de ejercicios o libros que le presta. Y sin embargo el mayor antagonista es un sistema que no la tiene en cuenta.
En la escuela de aquel barrio humilde no se le puede brindar una atención especial y queda relegada a quedarse estancada y detrás de lo que su capacidad le permite. En su casa las cosas no son cómodas: es hija de una familia amorosa pero con muchas carencias, con un padre cartonero al que a veces ella misma tiene que salir a ayudar.
Si bien se trata de un tema de fuerte importancia social y política, Tuozzo opta por un tono más bien amable. El modo en que construye la relación alumna-maestro genera escenas muy lindas y auténticas. A la hora de retratar la pobreza no cae en el morbo ni el golpe bajo pero sí en algunos lugares comunes y resulta un poco superficial. Es cierto que, si bien comparte mundo, es una película muy diferente a El Suplente, de Diego Lerman, cuya historia y tratamiento es bastante más crudo.
Nicolás Francella se desenvuelve bien en su papel, un maestro suplente que sabe que tiene limitaciones y sin embargo se niega a quedarse quieto aunque todos a su alrededor insistan en que mucho no se puede hacer. A su vez, en su casa tiene una pareja a la que no puede evitar descuidar cuando se empecina en que el futuro de Sofía no puede estar definido por su condición social, que tiene que haber otra posibilidad. Y sin embargo las puertas se le siguen cerrando, aun cuando pone sobre la mesa y ante autoridades una ley que no se cumple, un Estado que no está para ellos, que se jacta de incluir y termina excluyendo. Brilla la revelación Lola Carelli en el rol de Sofía.
Una flor en el barro expone una dura realidad, la de un sistema educativo con sus fallas, y al mismo tiempo que hay maestros y profesores que se entregan a su vocación y son capaces de marcar la vida de sus alumnos. Pero más allá de una historia interesante y bien contada, le falta fuerza y provocación en su crítica, elige quedarse en un tono ameno y sensible.