
«The Zone of Interest» (Zona de interés): el mal fuera de campo

Basada en la novela homónima de Martín Amis, la nueva película de Jonathan Glazer después de diez años es un acercamiento distinto a una temática bastante explorada: el Holocausto. Nominada a los premios Oscars como Película en Idioma Extranjero (la película es una producción inglesa pero está hablada en alemán) pero también en categorías más importantes como Director y Película en general (lo cual aseguraría al menos la primera estatuilla), cuenta además con el protagónico de Sandra Hüller.
Con un plano completamente negro y la inquietante música de Mica Levi es que empieza Zona de interés. Lo siguiente que vemos es una imagen que parece idílica, una familia disfrutando un día de campo. El comandante de Auschwitz, Rudolf Höss, y la familia que armó con su esposa vive en una casa de campo donde crían a sus hijos, con muros altos y el trabajo sirvientas dóciles y obedientes.
El horror está presente todo el tiempo aunque nunca en primer plano, al menos no visual. De a poco vamos siendo testigos de una familia que no es ajena al horror que los rodea pero que viven con él como parte de su cotidianeidad.
Todo está tratado de manera fría y distante. Con planos fijos generalmente abiertos y amplios de la casa, ya sea del patio como de su interior. Hedwig, una Sandra Hüller siempre brillante (que se encuentra nominada al Oscar por su interpretación en la otra película de múltiples nominaciones: Anatomía de una caída), acá muy sobria, en su día a día, orgullosa del hogar que tiene y aferrada a él, aun cuando cuestiones externas amenacen con un cambio de destino.
Más allá de un argumento que parece simple en cuanto a conflicto, la idea de Zona de interés parece ser más que narrar una historia que a la larga todos conocemos, hacernos sentir inmersos e incómodos. Porque si hasta el día de hoy es difícil imaginar cómo pasaron ciertas cosas también es cierto que hay gente que lo permitió y no sintió remordimiento. Gente que en su cotidianeidad no parecía tan diferente a uno. Con un guion de pocos personajes y acciones es capaz de decir mucho.
Glazer agrega un par de momentos que se diferencian del resto de la película. Por un lado, la inclusión de un personaje femenino real que se escabullía en la oscuridad de la noche (por eso Glazer la filma en cámara termal) a dejar manzanas a los prisioneros. Por el otro, al final, con un juego de tiempos que genera escalofríos.
Por si quedan dudas, no estamos ante la típica película sobre el Holocausto. Por eso quizás no sea para cualquier espectador, pero a Glazer evidentemente no le interesa cualquier espectador, nunca lo ha hecho. En este caso es capaz de crear atmósferas casi tan aterradoras como la realidad, desde el punto de vista del monstruo, el verdugo.
Zona de interés es un ejercicio brillante sobre el mal puro, sin ponerlo nunca en el campo visual pero haciéndonos intuirlo todo el tiempo. Porque quizás nada es más aterrador que aquello que no podemos ver. Y aunque toma como base la novela de Martín Amis, que en el centro pone una historia de amor, se aleja de ella para tomar un rumbo propio.
