«Springsteen: Deliver me from nowhere» (Música de ninguna parte): Nacido en Estados Unidos

Play house, put my favorite record on
Get down, get your crystal method on
You were like, tall, tan, drivin′ ‘round the city
Flirtin′ with the girls like, «You’re so pretty»
«Springsteen is the king, don’t you think?»
I was like, «Hell yeah, that guy can sing»
American – Lana del Rey

El aclamado actor de The Bear, Jeremy Allen White, se pone en la piel del legendario músico oriundo de New Jersey, Bruce Sprinsgteen, para contar parte de su historia: la creación del álbum Nebraska y su batalla contra la depresión. Basado en el libro de Warren Zanes, la película está escrita y dirigida por Scott Cooper.

En el 2009 Scott Cooper estrenó su primera película: Crazy Heart, la historia de un cantante de country devenido en músico de bares, alcohólico y con matrimonios fallidos a cuesta. Gracias a su interpretación allí como protagonista, Jeff Bridges ganó el Oscar. Si bien después se volcó a un cine de acción o terror, con algunas películas más logradas que otras, a cada una supo imprimir un estilo clásico combinado con algo de autor. Pero es con Springsteen: Música de ninguna parte con la cual parece regresar a sus bases.

No estamos ante una biopic del todo tradicional. Primero y principal, se abarca solo una pequeña parte de su historia: la película empieza con un Sprinsgteen ya consolidado, que brinda shows enérgicos y tiene sus singles sonando en la radio. Es decir, no es un retrato sobre su ascenso al éxito. La película se trata más bien de una búsqueda, una búsqueda que empieza desde lo artístico pero se revelará luego como personal.

Jeremy Allen White es el actor que tiene la ardua tarea de ponerse en la figura del cantante y compositor. Se puede percibir bastante de su personaje en The Bear acá también: a la larga ambos son artistas que canalizan traumas familiares del pasado a través de lo que hacen, y en el camino pueden ir perdiendo relaciones valiosas a causa de sus crisis consigo mismo.

Cooper va intercalando esta parte de la historia de Springsteen con la del pequeño Bruce, hijo único de un matrimonio quizás producto de una época y un lugar, con un padre alcohólico de actitudes violentas y una madre que sostiene con amor y como puede los cimientos de esa familia tambaleante. Los actores Stephen Graham y Gaby Hoffman interpretan a sus padres desde estos flashbacks en blanco y negro hasta la actualidad (para la trama) de Bruce.

El otro actor de reparto que tiene todo para destacarse es Jeremy Strong. En el papel de Jon Landau, su agente, confidente y sostén, Strong consigue una interpretación lo suficientemente potente desde lo contenido. Es además un personaje muy bonito, alguien que entiende y sabe cómo acompañar y hasta cuándo, al artista con sus constantes luchas.

El componente romántico tampoco falta. Odessa Young es Faye Romano, una joven madre soltera que se enamora de él, un músico al que admira con el que tiene la suerte de entablar una relación que parece prometedora. El encuentro de dos almas… hasta que uno decide que no puede pero en lugar de decirlo se aleja, dejando vacíos que una llena como puede, con especulaciones, miedos y, finalmente, la aceptación. Como si Lana del Rey hubiese escrito sobre ella en Flipside: 

You’ve got me all dressed up tonight
Springsteen on the radio
You’ve got me all freaked out tonight
Somethin’ you’re tellin’ me, what I don’t know
You don’t wanna break me down
You don’t wanna say goodbye and
You don’t wanna turn around
You don’t wanna make me cry

Pero más allá de que la trama tiene sus aristas interesantes, Cooper no encuentra nunca el ritmo. Ni siquiera en los momentos más álgidos de la historia –la creación de Born in U.S.A. pasa medio sin pena ni gloria, aunque es cierto que no es parte del eje principal-. Mientras el mismo Bruce se estanca en su búsqueda, volcándose a lo acústico para sacar un álbum alejado de todo lo que se esperaba de él, la película se estanca y se siente algo alargada y repetitiva. Si bien nos muestra gran parte de la creación de Nebraska, la inspiración para algunas letras y la búsqueda de un sonido crudo fuera de los estudios de grabación, lo difícil es tratar de entender a un personaje que se encierra en sí mismo cuando la misma película parece hacerlo.

Aunque esté bien dirigida y actuada –las interpretaciones no caen, como tantas veces en las biopics más tradicionales, en mimetizaciones exageradas sino que se sienten genuinas-, Springsteen: Música de ninguna parte no consigue transmitir esa vulnerabilidad y sinceridad del álbum Nebraska, donde el verdadero Springsteen decide abrirse y eso le permite verse por primera vez a sí mismo y enfrentar lo que le sucede. La temática de la salud mental aparece entonces algo tarde en la película.

El retrato que hacen de Springsteen director y actor termina siendo una imagen algo superficial y lavada, con capas que no terminan de explorarse, como si les pasara lo mismo que al propio Sprinsgteen: les diera miedo no saber con qué se pueden encontrar, escarbar lo suficiente. En el medio se cuelan además algunas referencias cinéfilas que se hacen parte de la historia y le aportan unos lindos detalles.

Ligera, con momentos agradables pero un ritmo que en el medio se torna cansino, Springsteen: Música de ninguna parte es una biopic demasiado correcta en lo formal con un guion que no aprovecha del todo lo que quiere contar. Un poco como le pasaba a Un completo desconocido. De esas biopics musicales de turno que, sin algo del vuelo poético de películas como Better Man, Rocketman o  I’m not there, se tornan olvidables a medida que pasa el tiempo. La elevan sus maravillosas interpretaciones.

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