
«Turbo»: Un caracol, rápido y furioso
Me paré enfrente del afiche de «Turbo», antes de entrar a sala con mi hija, y estaba convencido, a priori, de que no iba a ser una cinta que disfrutara. Supongo que el personaje me parecía poco carismático (un caracol), pero además, no me cerraba mucho la idea de que un bichito fuera a correr las 500 millas de Indianápolis, la verdad, me parecía demasiado…
Pero no. Dreamworks hace un gran trabajo, y «Turbo», su nuevo producto, provee 93 minutos de buen entretenimiento familiar. Es divertida y si bien, el contexto donde transcurre la acción, es demasiado referencial al gran país del Norte, lo cierto es que eso no importa mucho porque el tema es el clásico en las historias infantiles o de animación (la superación personal, el trabajo en equipo, la constancia, etc)…
David Soren (el director) intenta una rara mezcla. De a ratos, buscando ser original y provocar impacto, abandona lo tradicional y le inyecta adrenalina a la cinta: hay momentos donde el clima infantil salta por los aires cuando coquetea con la velocidad de «Rápido y Furioso» (es imposible no hacer referencia a ella aunque les cueste imaginarla en este contexto) y pero en otros, vuelve a instalarse mansamente en las construcciones emocionales que se producen en los grandes campeones de todas las disciplinas (piensen en cualquier ejemplo que deseen), con toda la parafernalia de discursos de autoayuda y focalización de energía en pos de un objetivo trascendente… Esa integración no me parece enteramente lograda, pero es un intento.
Es un mix y funciona. No descolla (es demasiado estridente por segmentos), pero funciona.
La historia que presenta es la de un caracol que vive en una pequeña comunidad, en la cual, le cuesta sentirse cómodo. Tiene grandes aspiraciones (es fanático de las carreras), y si bien el mundo que lo rodea está plagado de amenazas (la vida es complicada cuando vivís en un jardín y sos una babosa, o algo similar -reprobé biología, deben saberlo), una serie de eventos «afortunados», lo van a poner de cara a una nueva situación: llevar adelante su sueño.
Turbo (al principio, Teo), llegará a una picada de autos tuneados y recibirá un baño de nitrox que le va a dar «impulso» a sus sueños más preciados (!), accidentalmente. De ahí en más, se relacionará con Tito, un querible mexicanito (mafioso, pero…) que lo ayudará a buscar su camino (y lo apoyará en su recorrido).
No quiero contarles más, ya se lo imaginarán, excepto decirles que hay mucho humor en el trayecto, guiños a clásicos (la música de «Rocky»?!) y el habitual despliegue técnico de nivel, al que Dreamworks no tiene acostumbrados.
No es un film trascendental (como si hay muchos en esta generación de animadas), pero sí,
un producto sólido y atractivo, ideal para la familia. Un poco cerca del derrape, desde el guión, pero bueno, si los chicos en sala sonríen, se lo aceptamos…
Quizás los sorprenda, lo cual no es poco, si pensamos en las imágenes estáticas que nos llaman desde las puertas de los cines….