«Real Steel» (Gigantes de acero): Robo Rocky

Caí en la sala casi sin información de prensa. Son días complicados y también, porqué no, tengo una postura nueva (vaya a saber uno porqué) de desprenderme de la gacetillas y disfrutar (o sufrir) lo que veo, dandole la chance a la película que me sorprenda desde cero con sus nobles armas. Para bien o para mal. Cuando me terminé de acomodar en la butaca, miré el reloj y dije «lo que tengan que hacer, háganlo pronto». Y así fue, «Real Steel» se presentó frente a mí como una de esas películas que mirás con desconfianza pero que a medida que van pasando los minutos te dibujan una sonrisa en el rostro.

Si bien de a ratos parece un melodrama familiar barato, es cierto que algunos giros del guión y la cuidada realización técnica suplen las falencias del libro y apuntalan un producto que llama la atención por lo sólido que se muestra. A pesar de tener un metraje importante, «Gigantes de acero» logra atrapar desde el inicio mismo a la audiencia y a pesar de sufrir algunos desniveles narrativos, el conjunto final luce bastante alentador.

Bajo la supervisión de los magos Spielberg y Zemekis (producen), todo se hace fácil (parece). Es tan cierto como que un director, Shawn Levi, quien viene de hacer productos decididamente mediocres (excepto la primera «A night at the Museum»), cobre vuelo y termine redondeando una de sus mejores películas (y eso que lleva más de una veintena):  atractiva, intensa y cien por ciento empática. Los estudios llevaban un tiempo largo trabajando en el proyecto (sobre una historia corta del famoso escritor de ciencia ficción Richard Matheson del año 1956) pero la preproducción se demoraba.

Dreamworks incluso dudaba del mismo, hasta que firmó Hugh Jackman para el protagónico y rápidamente despejó todas las dudas con su primeros ensayos. Si bien esta es una película que en apariencia habla de combates entre robots, no es Transformers ni nada que se le parezca, aquí el factor humano era muy importante. Por lo cual el cast debería ser exacto para sostener semejante historia…

Charlie Kenton (Jackman) es un ex-boxeador sin rumbo. Corre el año 2020 y parece ser que el deporte ha cambiado de protagonistas. Ya no se estila la pelea entre humanos y los combates son ahora entre robots. En ese escenario extraño (cuesta imaginarlo no?), Charlie vaga de ciudad en ciudad armando y desarmando máquinas para que peleen en todo tipo de antros pueblerinos. Hay un mercado interesante si sabés hacer bien las cosas, pero él, no hace los deberes y destruye sus chances todo el tiempo. Tapado de deudas, cierto día recibe una citación judicial porque la madre de su hijo (a la que no ve hace por lo menos una década), ha fallecido y él, según la ley de Texas, debe decidir sobre la custodia de la criatura. De hacerse cargo, ni hablar. El chico es Max (Dakota Goyo) y por una jugarreta del destino deberá pasar el verano junto a su padre, ese desconocido al que no vio nunca y al que le cuesta bastante relacionarse con la gente.

Juntos, empezarán a vincularse mientras Max se adentrará en el mundo de los robots y los peleas con gran entusiasmo, porque es un gran jugador de videojuegos. Buscando partes usadas en un depóstio, ámbos darán con uno muy particular, quien será la nueva promesa del RoboBoxing americano una vez que Charlie y Max sintonicen la misma frecuencia. De ahí, al estrellato (léase transmisión central de ESPN Sports!). Ah, la ex novia de Charlie, Bailey (Evangeline Lilly) sigue de cerca la evolución de la relación y se asombra con los movimientos que el chico genera en su ausente padre.

Si, es cierto. «Real Steel» está llena de golpes bajos (el abandono del chico, el saber que estás haciendo las cosas mal pero no podés evitarlas, los actos mezquinos, etc), pero no son centrales en la trama. Están ahí para que los personajes tengan humanidad y la cinta sea una historia de redención y descubrimiento. Las líneas invisibles que se trazan en esa red son muy ricas y conmueven a la platea: no sólo hay química, sino hay sentido de direccionalidad. Sabemos a dónde vamos. Las piezas encajan y el film avanza a paso firme.

El aspecto técnico también está en un alto punto. Usando animatronics y cuidandose mucho del CGI, la cinta luce clara y bien fotografiada. Las coreografías de combates están encuadradas con precisión y el climax se presenta intenso y ajustado. El evento central de la noche de cierre parece extraído de Rocky Balboa, pero está bien, le hace bastante justicia al recuerdo.

En síntesis, una muy buena película. Engaña un poco tanto metal y chatarra en sus trailers, pero confíen en que «Real Steel» garantizará entretenimiento del bueno para todos aquellos que decidan verla. Sorprendentemente buena.

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