«Porfirio»: Historias del corazon

Se advierte desde el mismo afiche de la película, la espalda de un hombre (el “protagonista”) al desnudo que deja ver una cicatriz. Porfirio, el documental del colombiano Alejandro Landes (con aportes de ese país, Brasil y Argentina) se centra en la figura de Porfirio Ramírez, un hombre que sufre y espera.

Como un botón de muestra de la guerra civil, el documental que narra (y en parte ficcionaliza) su vida, nos cuenta todos los padecimientos que acontecen a Porfirio, desde abandonar su vida en el campo, encontrarse en una ciudad ajena sin dinero y sin ayuda, y aún peor y trascendental en el film, quedar postrado en una silla de ruedas por una herida de bala durante un enfrentamiento entre distintas bandas con la policía (muy probablemente la bala provenga de las Fuerzas Estatales). Es este hecho lo que supuestamente (o así lo entienden las personas involucradas en el film) hace remarcable la historia de este sufrido hombre; a Porfirio se lo ve solo, esperando por el juicio que le hizo al Estado, esperando recibir un llamado que le confirme el otorgamiento de su pensión; en definitiva, esperando que su situación (y la de su país obviamente) cambie.

El asunto con el documental es la vertiente elegida para contar el relato; como era de esperarse no todo es pena, y Landes se encarga de dosificar momentos alegres, o por lo menos relajados, como si Porfirio fuese u personaje pintoresco, y puede que lo sea; lo que se busca es la distensión y en esos tramos está lograda. La cuestión viene en los otros momentos en los cuales se cae en un ¿inevitable? Regodeo por el dolor, por cierto morbo, por narrar una historia a fuerza de golpes (que el hecho de que sea un documental debería hacerlo más creíble, y sin embargo algo resuena a armado). Porfirio es un hombre que quiere levantarse pero “el destino” no lo deja. Por suerte, los momentos de puro golpe bajo serán los menos, y al resto se lo podrá seguir con interés.

También está la cuestión de la problemática general de un país (literalmente) dividido, diseccionado, sin una solución clara a la vista; y las consecuencias que eso acarrea; de eso se trata el documental, de las consecuencias.


Como suele suceder con los documentales centrados en un personaje, aunque suenen siempre un poco a construcción dramática por detrás; los personajes son queribles, y Porfirio lo es por partida doble, no solo es simpático generando cierta empatía, sino que es inevitable sentir pena por todo lo que le sucede. Tal vez un poco menos de esa construcción hubiese ayudado a generar mayor compenetración con la periferia y no ver “el caso” de Ramirez como algo aislado.

Centrándonos en los aspectos puramente cinematográficos, el trabajo de Landes es correcto, la historia se sigue con interés como si fuese un trabajo narrativo, pero interpretado por los protagonistas reales. El trabajo con la cámara es cuidado, no es entrometido y respeta los tiempos, de los filmados y del espectador.

Porfirio más que un documental es la historia de un hombre que se sobrepone, que está rodeado de un entorno peligroso e imposible que solo puede perjudicarlo, y que aún así mantiene una cuota de esperanza. Un film propio para corazones sentimentales y para aquellos que quieren ver una realidad desde otro ángulo más humanitario.

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