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«Luna en Leo»: juegos de seducción

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Siempre me pareció que esta ciudad es muy cinematográfica. A lo mejor es porque yo estoy enamorada de Buenos Aires, pero me encantan sus avenidas, sus espacios verdes, su río. Cuando vi que esta película iba explotando ese ambiente nocturno, ya me compró.

“Luna en Leo” es la historia de una cita que se dura casi toda la noche entre Luna y Leo. Así de simple. Lo que empieza siendo una reunión un poco rara porque Luna andaba compartiendo tragos con otros astros va coqueteando luego entre “After Hours” de Scorsese y «Antes del Amanecer».

Así como en “After Hours”, vemos a un hombre que sale en busca de una mujer y termina encontrándose con una sarta de situaciones un poco ilógicas y que hacen que uno se pregunte por qué lo tolera. Sin llegar al extremo de esta película, porque quiere hacer un ambiente romántico, vemos a Leo desfilar por las calles de Buenos Aires en busca de una oportunidad con Luna, que a veces está al alcance de la mano y otras veces sólo es el toro que está enamorado de ella.

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Leo (Ismael Serrano) es un escritor que busca un espacio y para ello dejó su prometedor trabajo en un banco. Mientras tanto, para llegar a fin de mes, escribe el horóscopo en el diario para regalar buenos augurios a todos menos a los de Capricornio por un problema personal. Luna es un poco más errática, atrapada en un trabajo temporal que está durando demasiado pero sin encontrar su norte.

Así es como dos seres que están flotando en Buenos Aires hacen un desfile de neurosis que divierte por momentos y por otros cansa bastante. Ahí donde todo lo demás falla, el director se apoya en el carisma de Serrano y en la belleza de ella, que se presenta como esta chica difícil, pero que es ante todo una eterna fachada del desencanto.

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Algunos guiños sutiles que terminan basándose en esas conversaciones sobre la nada, le terminan de dar cuerpo a la historia que no es más que las aventuras de una noche. El director, Juan Pablo Martínez (quien, de paso, logra hacerse una sutil publicidad a sí mismo cuando en los primeros minutos cuando enfoca a la cartelera de «Desmadre», su film anterior), acierta cuando cada vez que ella baja la guardia, dejamos de escucharlos para dejarnos llevar por la música y la intimidad que se crea.

Una dirección de arte sencilla, porque la historia no pide más, que está recayendo bastante en las luces navideñas. Pero, seamos sinceros, nos encanta, por ese ambiente idílico que crean cuando están fuera de foco y tenemos al personaje en un primer plano con eso de fondo.

La película no tiene grandes expectativas, pero cumple. Un poco despareja en cuanto a momentos pero tiene que ver con la empatía que genera el personaje de Leo en busca de su Luna. Es un buen rato, de un par de locos más perdidos en esta maravillosa ciudad.

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