
“Blended” (Luna de miel en familia): En crecimiento
Cada cosa a su tiempo, dice el dicho popular, paso a paso. Esto debería aplicarse también para las estrellas de cine, saber adecuarse a la hora de elegir sus proyectos en cada etapa de la carrera y de la vida.
No siempre sucede, sobre todo en el mundo edulcorado de la comedia romántica; actrices, actores, y parejas que tuvieron éxito, suelen perpetrarse por años en los mismos papeles y en las mismos disparates amorosos por más que sus rostros ya delaten el cansancio en la mirada o el exceso de bisturí en pómulos y labios.
Algo similar ocurre al comienzo de Luna de miel en familia, tercera incursión de la pareja Adam Sandler/Drew Barrymore en la pantalla grande; por suerte, para ellos y para el espectador, las cosas se irán acomodando.
Podríamos decir que más o menos cada década se reúnen para una nueva película, en el ’98 llegó La mejor de mis bodas (o The Wedding Singer) típica comedia con tono juvenil de la primer etapa de Sandler y el resurgir de Barrymore; en 2002 el éxito les volvió a sonreir con la brillante.
Como si fuese la primera vez (50 First Dates), ya en plan comedia romántica hecha y derecha y con Sandler como un galán de mujeres casadas en busca de escape.
Ahora, 14 años después, vuelven, y las primeras escenas auguran lo peor, hacer como si el tiempo no hubiese pasado. Una cita horrorosa, en el bar Hooters (lugar predilecto de hombres con meseras pechugonas), chistes algo remanidos y que no surgen un buen efecto sobre todo en el rostro de Sandler que, hay que decirlo, está envejeciendo rápido.
Ellos son Jim y Lauren, él viudo con tres hijas, ella divorciada con dos hijos. A regañadientes aceptan esta cita a ciegas como padres compañeros del colegio de sus hijos.
Como dijimos, las cosas salen mal; pero el destino parece empeñado en juntarlos y luego de una muy efectiva escena en un mini mercado nocturno, es ahí en donde las cosas empiezan a cambiar, en todo sentido.
El jefe de Jim es el novio de la socia de Lauren (la ascendente Wendi McLendon-Covey), y cuando esta pareja vea truncada su escapada vacacional a África, Jim y Lauren, cada uno por su lado sin que el otro lo sepa, intentará sacar ventaja y hacerse con esas vacaciones para la familia.
Obviamente, las dos familias terminaran conviviendo en el Continente de Mandela y Charlize Theron, y la pareja podrá darse una nueva oportunidad.
Y una nueva oportunidad es también lo que le dará el espectador a la película, porque allí, donde la historia pareciese volverse más clásica como una eterna vuelta de tuerca a «Los tuyos, los míos y los nuestros»; ahí es donde todo mejorará.
Las risas aparecerán genuinamente y no pararán y ambos actores podrán demostrar toda la frescura que tienen y la química perfecta que sigue intacta, aunque en un nuevo nivel.
Ya no es hacer todo por conquistar al otro, acá están los hijos de por medio, y ambos demostrarán poder ocupar el lugar vacío y ahí nacerá el amor a instancia de los vástagos.
Sí, África es mostrado con todos los cliches (es más un resort en donde todos hablan perfecto inglés que otra cosa) y el guión no depara sorpresas.
Pero también hay que reconocer que es muy efectivo y divertido, y sus extensos 117 minutos pasan rapidísimos, con una sonrisa permanente.
El director es Frank Coraci, hombre de confianza de Sandler, y como siempre, no hace más que posar la cámara y dejar que la cosa fluya, no se necesita de otra cosa.
Párrafo aparte para las simpáticas intervenciones de Terry Crews como un simpático cantante en plan banda de Loco por Mary. Y un anticipo, para los seguidores de la pareja, hay guiños evidentes y muy simpáticos a las dos películas anteriores.
En sus últimos films en solitario, tando Adam como Drew venían mostrando cierto signo de haberse quedado en la eterna juventud; quizás era necesario que vuelvan a juntarse para poder dar el próximo paso a la comedia familiar (semi)adulta.
A veces crecer cuesta, y Luna de miel en familia lo sufre, pero cuando se asienta, la gracia y la chispa están aseguradas.