
«La mirada del hijo»: oscuro secreto
Cornelia es una mujer de la alta sociedad rumana, es madre, amiga y esposa. Pero las apariencias suelen engañar, y detrás de la apariencia de esta mujer elegante, hay lazos familiares a punto de quebrarse.
Sobre todo con el hijo al que hace alusión su título, hijo único, que vive en pareja con una mujer que por supuesto a su madre no le cae bien. La película comienza a tomar forma, o al menos a inducirnos al lugar donde se dirige, cuando este hombre atropella a un niño y lo mata.
Ahí entra en juego la madre, una mujer decidida a que su hijo no vaya a la cárcel. Las pieles de su vestimenta contrastan con la sencillez de la familia del niño fallecido. Es que para Cornelia, todo puede arreglarse, pues está segura de tener los medios para que así fuera.
La mirada del hijo es un drama que pone en juego esta relación entre madre e hijo en medio de una situación extrema. Con una nerviosa cámara en mano, el director filma una película que a la larga tiene pocas escenas pero porque sus casi dos horas de duración está más que nada abocada a escenas largas y sin demasiadas elipsis.
Esta cámara y este tipo de narración, que por momentos se la siente lenta, ayuda a que la película se la perciba de una manera más cruda, y a generar una necesaria tensión en momentos claves. Ningún personaje en esta película parece ser tan inocente, ni tan culpable.
Cornelia es ante todo culpable de querer lo mejor, o lo que ella cree que es mejor, para su hijo, un hombre que tras este fatal accidente se convierte casi en un zombie. Al final, el film toma el rumbo más esperado, más moralista, y es esa última parte, además, la que se percibe más estirada.
Este drama que pone en el centro este estrecho lazo familiar madre-hijo, retrata además la corrupción y el poder que el nivel alto de la sociedad tiene y utiliza para salir favorecido. La actriz Luminita Gheorghiu es la encargada de dar vida a esta madre posesiva, un personaje que dota de ambigüedad, que funciona de manera brillante en escenas dramáticas y no apaga ese brillo en aquellas de un humor involuntario.
El punto de vista es siempre el de esta mujer, que pasa de ser una madre preocupada por su hijo, a una mujer fría que sólo quiere, y sabe que así va a ser, salirse con la suya. El film de Calin Peter Netzer que ganó el Oso de Oro en la Berlinale del año pasado genera entonces una experiencia interesante pero incómoda, y es una película que se queda impregnada en la mente de uno e invita a la reflexión, no sobre los temas expuestos en sí, sino el paralelismo que uno no puede evitar percibir con situaciones que nos son más cercanas.
Anexo Crítica Fernando Sandro
¿Qué no haría una madre por su hijo? Cuantas veces esta frase, lugar común para hablar del “amor” a prueba de todo que una mujer siente por sus críos. Pero por más trillada que suene, el director Calin Peter Netzel, en su tercer largo, lo lleva a otra dimensión, al extremo.
Si cualquier madre (promedio) se jugaría por su hijo, una madre asfixiante llevaría el límite mucho más lejos. Pregúntenle a Cornelia (Luminita Gheorghiu), una mujer de clase pudiente acomodada, que vive de apariencias, y también vive para saber paso a paso la vida de su hijo Barbu (Bogdan Dumitrache) de quien habla como si fuesen una sola persona.
Últimamente las cosas entre Cornelia y Barbu no están del todo bien, desde que él decidió independizarse, ella parece haber perdido el norte y hace todo tipo de reclamos; lo persigue cada vez más. Pero sucede algo que lo cambia todo, o no, lo acrecienta aún más, Barbu atropella accidentalmente a un niño y lo mata. ¿Cuál será la reacción de Cornelia? Por supuesto, hacer cualquier cosa para que su hijo pueda evadir la ley o que la condena sea la menor posible. Le estará más encima que nunca, llegando a límites perversos.
La mirada del hijo es un film tenso, por las líneas de arriba uno podría pensar que estamos frente a una madre joven e hijo apenas adulto, pero no, Cornelia ronda más de sesenta años y Barbu supera ampliamente los treinta, lo cual hace la relación entre ambos mucho más enfermiza.
Netzel tiene un ojo agudo, y realiza un film de personajes, lo que sucede, en el fondo, no pareciese más que una anécdota extrema sobre una relación que tiene que estallar.
Hay algo más en el riquísimo personaje de Cornelia, no solamente se desvive por y para su hijo, sino para y por ella misma, para mantener una postura de clase. El filo entre el real amor maternal y el deseo de que nada turbe la delicada torre de cristal en la que vive, es muy fino.
Ganadora del Festival de Berlín 2013, son varios los aciertos de La mirada… principalmente los protagónicos de Gheorghiu y Dumitrache, fundamentales en un film como este que apunta a la psiquis de sus criaturas.
En ciertos tramos, la historia pierde algo de potencia y pareciese no querer ir más allá, indagar un poco más, sobre todo, en los otros personajes, en las otras aristas del caso policial. Este detalle le quita el brillo que pudo redondear una obra quizás inigualable. La toma de ciertos caminos “correctos” termina acomodándola y transformarla en más convencional de lo que debería.
De todos modos, con sus grandes aciertos y sus miedos, La mirada… es otra muestra más de una cinematografía pujante como la rumana, país que ha venido creciendo con constancia en los últimos años, y que, con títulos como este, parece tener un buen futuro asegurado.