«Cabin Fever» (La cabaña del miedo): remake… necesaria?

En el 2002, se estrenaba una pequeña película de terror y emergía con ella un nuevo nombre en el género: el de Eli Roth. Un joven que tras ver The Evil Dead y quedar tan fascinado como traumado descubre que la película está dirigida por un tal Sam Raimi de 21 años de edad y así, que es posible, en sus propias palabras, irse al bosque con amigos y hacer con poco dinero clásico.

Puede que no todos consideren “Cabin Fever” como un clásico, o incluso de culto (aunque tiene su público que sí), no obstante esa película supo posicionar a esta joven promesa tras generar más de cien mil dólares de una película que había costado menos de una décima parte (márgenes de ganancias que continuaron con su próxima película, “Hostel”).

No es de sorprender entonces que en esta época de una Hollywood carente de ideas nuevas y por lo tanto abocada principalmente a secuelas o remakes, a unas productores se les ocurriera reversionar esta ópera prima.

Por un lado, muchas veces estas remakes funcionan para que un público más joven y curioso descubra joyitas o simplemente películas olvidadas de otra época, pero en este caso, al ser bastante reciente, en ese sentido sólo funciona para algún espectador más bien distraído.

Es que lo más curioso del film es que no es una revisión propiamente dicha, ya que éste se encarga principalmente de copiar planos y diálogos, quitándole así la frescura que tenía la original, una película de terror con algunos buenos momentos de humor. Esta nueva versión es una versión plana y aburrida de la película que dirigió Eli Roth, hoy encargado sólo de producir su remake.

Los cambios en el guión son mínimos y desfavorecedores, y todos recaen principalmente en el hecho de que eliminan lo inesperado, aquello que causaba risas en la original. Por ejemplo, un chiste que se insinúa al comienzo y al final se cierra, probablemente lo mejor de esa pequeña película; o personajes que aportaban su gracia desde un costado más banal pero no por eso menos efectivo, como el del policía (acá una mujer con cicatrices) o el que interpreta el propio Roth en su ópera prima).

Así, esta nueva Cabin Fever es una película no sólo carente de ideas, sino carente de emociones. Es totalmente predecible por lo que no hay prácticamente misterio, y es insulsa en su tono aunque se perciba que intenta ser algo más oscura. Y lo cierto es que el debut como director de Eli Roth no es ninguna obra maestra pero al menos es una película curiosa y entretenida.

La trama es sencilla y súper básica para una película de terror: un grupo de adolescentes, una cabaña, un pueblo desconocido y poco amigable. Así como muchas veces se les suma un asesino en serie, acá el principal enemigo es un extraño virus que amenaza poco a poco con transformar esos momentos de relax en unos de terror y quizás los últimos de sus vidas. A esto se le suman malas actuaciones, algunas escenas de sexo, y un humor que nunca funciona.

Si son fanáticos del género, una película de terror más nunca viene mal y esta tiene una pequeña sorpresita al final con respecto a su versión original. Pero sólo vale la pena si les gusta ver cualquier película de terror, porque lo cierto es que no aporta nada valioso. Con la original al menos van a pasar un rato más ameno.

Anexo de Crítica por Rolando Gallego

Sigue avanzando el cine de terror en las carteleras, en esta oportunidad con una remake encubierta y que estuvo demorada varios meses ante la falta de salas y espacio para que el miedo se apodere de los cines.

“La cabaña del miedo” (USA, 2016) de Travis Z, es una nueva versión de “Cabin Fever” que hace un par de años dirigiera Eli Roth. De hecho, en esta oportunidad Roth produce, en la que es la primera cinta narrativa de largometraje del director, quien se ha destacado como el hacedor del diseño de producción de cientos de filmes.

Lo interesante de esta puesta al día de esta historia de un grupo de jóvenes que terminan en una cabaña alejada de todo y todos, es que en todo momento nunca se termina por tomar en serio a sí misma, y, cuando lo hace, rápidamente corre su punto de vista y termina por presentar gags hilarantes, que subrayan su costado más slash y gore, aunque le quitan verosímil.

“La cabaña del miedo” tiene a los jóvenes intentando emborracharse, drogarse, acostarse y demás “permisos” que se darán en unos días alejados de la rutina, hasta que, un virus siniestro, comience a afectar a cada uno de ellos.

Esa cabaña que iba a ser el lugar ideal para relajarse y descansar, ya comenzaba a sorprenderlos, cuando, camino a la misma, se detienen en una vieja estación de gasolina manejada por un grupo de huraños y ermitaños seres que terminan asustándolos y a uno de ellos, con una mordida por parte de un niño con características psicóticas.

Si el dato de la mordida quedó como algo anecdótico y al pasar, con el correr de las horas ese virus o peste, que los comienza a afectar, los comenzará a transformar en serer individualistas, que en vez de ayudarse entre sí para salir ilesos de los extraños sucesos que son testigos.

Travis Z, le quita moralina a todo lo que filma, y si Roth apostaba a una estructura mucho más sólida en su versión, apoyada en un guión clásico con referencias a miles de cintas del género, acá, el director, por el contrario, transgrede tanto que termina por debilitar su propuesta.

Cuando una mujer policía se acerca a la cabaña, para saber qué pasa dentro de ella, y termina por incitar a los jóvenes a más y más descontrol, la irreverencia que se quiere plasmar, termina por traicionar al género en el que se inscribe el filme, y ahí radica la principal falla de “La cabaña del miedo”.

Si Travis Z hubiese seguido narrando el derrotero del grupo de amigos sin siquiera detenerse en detalles que la emparentan más con la comedia americana soez, el resultado hubiese funcionado mejor.

Aún hecha esta aclaración, el filme será bienvenido por los amantes de las películas clase B, porque si hay algo que Travis Z sabe, es cómo entretener a la audiencia a fuerza de mutilaciones, sangre, tripas y demases.

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