«Bárbara»: perseguida por su pasado

Alemania, 1980, el escenario elegido por Christian Petzold para contar la historia de “Bárbara», centrada en una doctora de Berlín (Bárbara Wolff, interpretada por Nina Hoss) que es castigada por el régimen al optar marcharse definitivamente a Occidente.

¿En qué consiste el castigo de la Alemania comunista? En trasladarla a una pequeña provincia a trabajar bajo las ordenes de un cirujano llamado André (Ronald Zehrfeld) que intentará a toda costa en meterse en su vida. Pero ella se lo impedirá. Porque es una mujer que la definen como “malcriada”, proveniente de la urbe, con todo su aire cosmopolita y que contrasta y choca desde el primer momento con los doctores de planta del hospital y sus vecinos.

Al igual que en su siguiente filme “Gold” (de Thomas Arslan), Hoss compone a Bárbara con una seguridad increíble. El filme ES ella. Adusta, estoica, un personaje que sólo se quiebra en su intimidad. Porque de eso se trata “Bárbara”, de la historia de una mujer que intentó cambiar sus condiciones de vida y no se lo permitieron, motivo por el cual decide encerrarse en si misma y evitar que la definición lacerante del otro la afecte.


Nunca cruza la vista con nadie, así evita el contacto con el otro, desconfiando de todo y todos. Cuando camina por la calle se siente observada. Paranoica. Todo el tiempo mira por encima de su hombro. Sabe que los comunistas la controlan y que en cualquier momento puede ser objeto de visita de algunos de los agentes que la han exiliado en la provincia. En cada una de estas visitas la humillación es el vector. Por eso las odia y los odia.

Al no ser los vínculos su fuerte, comienza de a poco a relacionarse con algunos de sus pacientes. Así es como logra establecerse como la figura maternal de Stella (Jasna Fritzi Bauer), una joven  de un reformatorio de Torgau que llega en un estado deplorable al hospital (enferma de meningitis).

El vínculo que establecen es muy fuerte y determinará los siguientes pasos de su vida. Bárbara muerta de sueño le lee “Huckleberry Finn”. Stella le canta canciones de cuna. André observa todo. Entiende que de a poco su coraza impenetrable está por ceder.

Pero no, ella sigue sola, o al menos es lo que intenta demostrar a su nuevo entorno y a los oficiales que periódicamente la visitan en el calamitoso departamento en el que vive. Tiene un amante de occidente,  Jörg (Mark Waschke), con el que mantiene encuentros furtivos, casi masturbatorios en el medio de la nada.


Con Jörg, Bárbara planea escaparse a Dinamarca. Pero la relación con André empieza a tomar vuelo y peso en sus decisiones. Ella ya no puede ser tan fría con todos.Otro ingreso al hospital, el de Mario (Jannik Schümann), un joven paciente que intentó suicidarse, también la hará torcer sus pasos y repensar su realidad. Lo cierto es que André la atrae, no sabemos si por insistencia o porque entiende que además de dirigir el hospital es una persona culta y de buenas intenciones, que además puede llegar a escribir un informe favorable para liberarla de la fastidiosa y rutinaria vida de provincia comunista.

Christian Petzold sabe que con Nina Hoss ya tiene la mitad de todo ganado, pero igualmente de manera hábil elige primeros planos para enfatizar algunos momentos de tensión y una paleta de colores específicos para escenas claves (el azulado, para ejemplificar, en el final).

Un montaje prolijo, sólidas actuaciones y una fotografía atrayente, son los atributos que  “Barbara” tiene para ofrecer. Es probablemente, uno de los estrenos del cine independiente del año, europeo. Si te gusta el cine arte, su viaje introspectivo (y enmarcado en su cultura y momento histórico) es fascinante.

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