
«Ant-Man»: Marvel lo hizo otra vez
Ya es hora de que los chicos de DC Comics se pongan las pilas y paren con tanta oscuridad. Con Ant-Man, me parece que otra vez, Marvel les saca ventaja poniendo toda la carne a la parrilla con una comedia de acción que hace de un antihéroe, un paladín de la justicia que encantará a fanáticos y no tanto de esta historieta.
Decía que es una «comedia» porque Stan Lee, detrás de esta producción, no puede dejar de lado un ingrediente que tan buenos resultados le ha dado en Iron Man y Los Vengadores, por ejemplo. Por otra parte, no dejen de buscar su cameo como en todas las anteriores.
Al principio puede molestar un poco el hecho de que esté hecha íntegramente en 3D, con abundancia de plano y contra plano en los diálogos donde un hombro desenfocado les va a molestar un poco al ojo. Esto es para introducirnos en la vida del Dr. Pym, interpretado por un Michael Douglas,-totalmente adaptado a su rol científico-, y que es el creador de una formula capaz de convertir cualquier cosa, viva o inerte de gigante a minúscula además de conectarse con toda clase de hormigas a las que controla para defender su invención.
Cuando el gobierno quiere comprar este invento para uso militar a gran escala, él se opone y entra en la clandestinidad. Un discípulo suyo, Darren Cross (interpretado por Corey Stoll o Peter Russo para quienes miran «House of Cards»), intenta emular el preparado al que algo le falta para no convertir a lo que quiere achicar en una mancha gelatinosa. A su lado, en la compañía, quedó Hope (Evangeline Lilly), que parece ser una doble agente a la que habrá que seguirle los pasos para ver qué es lo que realmente tiene entre manos.
Dónde está el héroe: Scott Lang (un tierno Paul Rudd) que se la tiene que jugar ya que sale en libertad luego de haber purgado una condena por hackear las computadoras de una empresa que estafaba a sus clientes, y es tentado por un antiguo compañero de celda, Luis (Michael Peña), el toque de humor latino, y otros dos compinches, para un robo demasiado fácil. Scott no quiere volver a prisión y lo único que desea es estar con su hija Cassie (Abby Ryder Forston impresionante, la pequeñita en actitud actoral). Lo que le impide esta cercanía es que su ex esposa está noviando con un policía y no deja que Scott se acerque.
Al no encontrar trabajo y frustrado por no poder estar con Cassie acepta la propuesta de Luis, lo que lo lleva a lo impensable: el contacto con el Dr. Pym y la posibilidad de redimirse en la piel del Hombre Hormiga.
Mucho guiño al espectador y gran chicana a Los Vengadores que dicho sea de paso, pasan el chivo de las próximas películas. No se vayan antes de que termine toda, toda pero TODA la lista de créditos. Si están apurados perderán algunos «easter eggs» que valen la pena. El director elegido sabe mucho de comedias y es Peyton Reed conocido por «Abajo Con el Amor», «Viviendo con Mi Ex» y «Sí, Señor». Para mí tres buenas pelis del rubro y raro para los superhéroes aunque en 1991 estuvo a cargo de la dirección de 13 capítulos de la serie animada de «Volver al Futuro» que se emitió por televisión.
La película tiene 7 escritores entre guionistas, creadores del cómic y adaptadores de los personajes a una idea para el cine. Entre ellos figuran 2 británicos (Edgar Wright y Joe Cornish) y 2 americanos (Adam McKey y el mismísimo Paul Rudd), todos ellos muy empapados del género comedia de acción. Los escritores del cómic son: Stan Lee (el Edison de las historietas), Larry Lieber y Joe Kirby (ambos, padres de la mayoría de los integrantes de Los Vengadores).
Vértigo, acción, en grande y pequeño, para toda la familia y no podía ser menos si se juntaron Marvel, Disney, Industrial Light & Magic; es decir no falta nada para tener garantizado el entretenimieento. Esto es Hollywood, señores. Como les dije anteriormente, creo que los de DC van a tener que esmerarse para traer algo que valga la pena frente a tantos éxitos de la competencia. No sé si será con «Batman vs. Superman» que ya viene con bastante polémica, sobre todo por el casting. Veremos, veremos, después lo sabremos.
Anexo de crítica por Rolando Gallego
Entretenimiento puro, sostenido en actuaciones sólidas y bien intencionadas, ese puede ser el resumen a simple vista de “Ant-Man” (USA, 2015) que viene a sumar un héroe más a la larga lista de adaptaciones que Marvel viene haciendo de sus comics.
En esta oportunidad gracias al oficio de Peyton Reed (“Bring i ton”, “Down with love”, “The Break-Up”, etc.) el comic va dejando lugar a la narración más clásica con todas sus etapas, para construir una profunda y potente historia de redención.
Scott Lang (Paul Rudd) es un exconvicto que intenta superar su pasado de robnin Hood a partir del esfuerzo y el trabajo. Sin oportunidades en lo próximo que lo rediman, acepta empleos de poca monta con el objetivo de, al menos, poder tener algo de dinero para ofrecerle a su hija algún regalo.
Pero mientras intenta salir adelante, y pese a toda la resistencia que su exmujer y su actual pareja (Judy Greer y Bobby Cannavale) le ponen, y a los consejos que recibe para alejarse del “lado oscuro”, se verá involucrado una vez más en un robo en el que finalmente él será el que caerá en las redes de una conspiración para torcer el destino de la humanidad.
Siendo reclutado por el científico retirado Hank Pym (Michael Douglas) y su hija Hope (Evangeline Lilly) para utilizar un misterioso traje que reduce el tamaño de la persona que lo usa, y así poder desenmascarar a un inescrupuloso empresario llamado Darren Cross (Corey Stoll), Scott verá como su mundo cambiará de un momento para otro.
La película está dividida en dos grandes etapas, una primera de adaptación, aprendizaje, entrenamiento y conocimiento por parte de Scott. Esta primera parte es entrañable y genera una empatía tan cercana con los personajes que sorprende.
Luego sucede una segunda etapa del filme en el que la búsqueda de la verdad y el develamiento de la verdadera identidad de Cross serán esenciales para generar la tensión en la historia.
Reed va dosificando la acción, generando climas y escenas tranquilas que van presentando los rasgos principales de cada uno de los personajes, otorgándole humor e ironía para contrarrestar la poca acción de la primera parte.
En la segunda, y luego del conocimiento de Scott del mundo debajo de los pies, la acción se presenta en su justa medida, principalmente para que los fanáticos de Marvel no reclamen la ausencia de efectos especiales (la lucha en la habitación de la hija de Scott es de antología).
Pero “Ant-Man” posee una virtud por encima de otros productos de la factoría de Stan Lee, y es su capacidad para poder reírse de sí misma y contar con unas actuaciones de primer nivel que posibilitan la identificación inmediata con cada uno de los personajes.
Paul Rudd no necesita músculos para ser Ant-Man, como tampoco Corey Stoll para ser el megavillano de turno, y quizás en esas figuras más cercanas al común de la gente, y también en las soberbias actuaciones de Douglas y Lilly, como un padre y una hija con reproches y secretos que los distancian, está la habilidad de Reed para generar un filme en el que todo está calculado para el efecto y la sorpresa.
Algunas escenas con Ant-Man en el jardín recuerdan a “Querida encogí a los niños” y subsiguientes, introduciéndonos una vez más en un mundo de fantasía en el que “Ant-Man” juega para poder redimirse y conseguir al menos, acercarse a su hija, y nosotros disfrutamos como niños como las primeras proyecciones que vimos en una sala.