“300: Rises of an Empire” (300: El Nacimiento de un imperio): Ensalada griega

Un anacronismo es “algo impropio de las costumbres o ideas de una época”, ubicándolo en el terreno del cine hablaríamos de colocar un elemento o un comportamiento en los personajes que no se corresponde al momento histórico que se representa. Hollywood ha hecho cátedra en este arte, y 300 de Zach Snyder fue uno de los ejemplos más acabados en cuanto a compendio de anacronismos se habla.
Aún así, el film del director de El Hombre de Acero se hacía fuerte en el poderío visual, utilizaba como “excusa” el estar basada fielmente en la novela gráfica de un artista como Frank Miller, para entregar una paleta de imágenes hipnóticas que parecían salidas directamente de las viñetas, estilo que luego perfeccionó en Watchmen. 300: El Nacimiento de un Imperio vuelve a repetir la fórmula, potenciándola en todos los sentidos, menos en la carga visual.
Viendo el filón de la oportunidad, Frank Miller realizó una secuela de su novela gráfica y simultáneamente se pensó en su adaptación al cine (tanto es así que el film se estrena antes que el comic); una historia que funciona no como secuela, no como precuela, sino como hechos paralelos a los que se contaban en el film protagonizado por Gerard Butler.

En un principio, la voz en off permanente de Reina Gorgo (Lena Headey) nos narra el final de la película anterior para luego ir a los orígenes de Xerxes (Rodrigo Santoro) el personaje más icónico de la franquicia. Ahí conoceremos a Themistokles (Sullivan Stapleton) guerrero ateniense que influenciará involuntariamente en la transformación del Príncipe Xerxes en ese rey deidad dorada que tanto gustó anteriormente.
Ya en un salto en la historia volvemos a ubicarnos en la guerra que Persia lleva a cabo contra toda Grecia sin que se expliquen demasiado los motivos (por supuesto, hablamos de una invasión territorial). Mientras Xerxes (que pronto desaparece de la escena) parte a combatir con su enorme ejército contra los 300 espartanos, Artemisia (Eva Green), comandante del ejército, se enfrentará a un ejército liderado por Themistokles y formado por soldados de toda Grecia.
Las líneas argumentales escritas en los párrafos anteriores son narradas en el film en pocos y esporádicos minutos para dar pie a batallas interminables y escenas con el único objetivo de mostrar el honor y valor de los personajes principales.
Por supuesto, el film de Noam Murro (Una familia Genial), se toma todas las licencias posibles, desde mezclar sin miramientos mitología e historia, utilizar diálogos con términos coloquiales impropios de la historia antigua (es notoria la utilización de insultos), ni hablar de una mujer guerreando a la par de los hombres, y darle un ritmo a la historia que la asemeja a una de gangster vs. policías. El espectador puede decidir pasar por alto estos “detalles”, también ignorar la pobre excusa de argumento, y hasta sobrevolar una de las escenas sexuales más ridículas que dio Hollywood en mucho tiempo; todo eso en pos de un supuesto entretenimiento basado en la épica guerrera y el mejor de los recuerdos de los buenos Peplum (género al que pertenece a medias y lejos está de empardar a los grandes clásicos).

Pero ahí está el problema de 300: El Nacimiento de un Imperio, ni aún a fuerza de batallas el asunto parece avanzar, se acumulan las imágenes y no importa si pertenecen a uno u otro momento del metraje; la acción se torna aburrida, y los diálogos cada vez más inverosímiles. No hay rigor de ningún tipo, y la riqueza estética reinante en el original se pierde en un film chato claramente menor a su predecesor.
Eva Green se empeña en mostrarse aguerridamente sexy cada vez que la cámara se posa en ella (y para las muchachos, sí, habrá desnudez) pero tanto ceño fruncido termina por enfriarla, y si encima tiene que pronunciar con voz de gata en celo palabras como Verga, Carajo o Mierda, el asunto se vuelve engorroso. Del resto del elenco es poco lo que se puede agregar, llamando particularmente la atención la innecesaria participación de Lena Headey.
“Continuación” menor, 300: El Nacimiento de un Imperio luce como un aprovechamiento multiformato del éxito del 2006, quienes hayan disfrutado del exceso de pectorales sepia de aquella obtendrán más de lo mismo en menor calidad; entonces ¿qué nos queda decir para el resto del posible público?.
Anexo de Crítica por Rolando Gallego
La épica y el peplum vuelven a la pantalla grande. Este género otrora supo ser el líder en las preferencias del público, principalmente en la década de los años 50 del siglo pasado, pero tras una acogida cálida en su primera entrega, la saga creada por el maestro del cómic Frank Miller vuelve en “300 el nacimiento de un imperio”(USA, 2014) con el aditamento del 3D como potenciador de la historia y una irresistible atracción entre opuestos que sólo desencadenará desgracias.
Si en “300” la primacía masculina estuvo a la orden del día, en “300 el nacimiento…” está por verse si ese primer lugar se disputa no ya por Jerjes (Rodrigo Santoro), una deidad asesina que arrasará con poblados para vengar la muerte de su padre, sino que la imposibilidad de encuentro entre los líderes de bandos opuestos, Temístocles (Sullivan Stapleton) por los espartanos, y Artemisia (Eva Green) por los persas, harán temblar la tierra y robarle el protagonismo.

Noam Murro, realizador israelí, logra despertar el interés en esta historia que se sucederá simultáneamente con la narrada en “300”, y a través de la explotación de muchos recursos fílmicos, pero principalmente por el detenimiento y coreografía que dotó a las escenas de lucha y acción, es que logra superar a su predecesora. El sepia sigue marcando el tono de la imagen, pero en esta oportunidad, se suman a la paleta varios colores para contrastar la opacidad de la primera entrega de la saga.
Murro también acude a la utilización de la iluminación (por momentos tenue, en otros exagerada para remarcar situaciones y personajes) que a la par de una sugerente banda sonora (creada por el argentino Federico Jusid) hacen que uno no pueda dejar de mirar la pantalla en ningún momento. Los primeros planos, primerísimos, como así también los detalles y la estaticidad en la puesta en escena, logran transmitir el espíritu de las viñetas creadas por Miller.
La utilización de rallenties y las bellísimas panorámicas una vez más magnifican la empresa que se contará, y se posicionan como otro de los puntos salientes de este filme. Volviendo a la trama, el personaje interpretado por Eva Green se come, literal, la película. Están los hombres que pelean y velan por la seguridad de la polis, pero uno no puede dejar de embobarse y sorprenderse con la frialdad y majestuosidad con la que la actriz compone a Artemisia.

Sabemos por qué ella es malvada (se muestra con lujos de detalles las vejaciones y humillaciones a las que se la sometió en su infancia), por qué es una máquina de matar sin ningún tipo de reparo, pero también sabemos que es una mujer, de carne y hueso, y que Temístocles la hará trastabillar física y emocionalmente en más de una oportunidad.
La hiperbolización de las caracterizaciones no hace más que reforzar la historia y la progresión del relato. Los malos serán muy malos y los buenos demasiado buenos. Pero entre estas polarizaciones siempre habrá algún gris, y es justamente en esas variantes en las que Murro hará foco. Con valores como la reivindicación de la familia, el trabajo en equipo y el esfuerzo por llegar a las metas, la película suma fuerza y evita erigirse como un mero pasatiempo ocasional. “300 el nacimiento de un imperio” es una buena oportunidad para volver al cine espectáculo y al goce sin ningún tipo de prejuicio ni condicionamientos.
