
«Puan»: ¿A dónde vamos?

Los realizadores Benjamín Naishtat (Rojo) y María Alché (Familia Sumergida) se reúnen para una comedia con tintes existenciales y políticos que por un lado es muy argentina, muy puaner, y por el otro viene de ganar premios en el Festival de San Sebastián e incluso fue elegida la representante argentina para los próximos Premios Goya (para la preselección de los Oscars le ganó El Delincuente, de Rodrigo Moreno).
Puan es casi un concepto en sí mismo. Un barrio, una universidad, una escuela de Filosofía y Letra y el único lugar donde Marcelo se siente alguien. Entre esos pasillos, oficinas y aulas es que sucede gran parte de esta película.
Marcelo Subiotto es el protagonista, un profesor de filosofía que tras la repentina e inesperada muerte de quien fue su mentor, empieza a cuestionarse su futuro en la universidad. Esto se intensifica con la llegada de un ex alumno (Leonardo Sbaraglia) que viene de Alemania y pretende apostar al mismo concurso para la conducción de la cátedra que quedó sin titular y de la que él era ayudante.
Detrás de esa confesión, «El único lugar en donde soy alguien es en Puan», en Marcelo se esconde la pregunta de quién es, quién quiere ser, para qué, para quiénes. Subiotto interpreta a su personaje con algo de ternura y patetismo, incluso cierto dejo de tristeza. Su crisis no es la típica crisis de mediana edad. Hay algo mucho más profundo, una sensación de derrota que a veces amenaza con derrumbar. Una crisis existencial propia de su profesión, que lo lleva a hacerse cada vez más preguntas. ¿Estoy viviendo la vida que quiero, o simplemente existiendo?
El humor a lo largo de la película es más bien ligero, con un par de excepciones algo más aparatosas o físicas (en especial en la primera parte), construido de manera inteligente mientras va desplegando en esa aparente ligereza temas de mayor profundidad, aun a través del absurdo y la ironía. Al tener en el centro un ícono de la educación pública, lo político toma relevancia y cobra protagonismo a medida que la película avanza. Lo colectivo se apodera de lo individual. La educación como vocación pero sobre todo como derecho.
Puan no se mueve por los terrenos más predecibles de la comedia que una podría imaginar desde la premisa, con una pelea de egos opuestos. Sus personajes presentan diferentes matices y no caen en estereotipos, aunque algunos queden más desarrollados que otros. Así, el personaje de Sbaraglia se presenta excéntrico, confiado, seductor, pero cerca del final muestra otras tonalidades. Un poco así es la película. Pero entre una colorida galería de personajes, quien se luce es sin dudas Subiotto, un actor de larga trayectoria que ya había brillado en películas como La luz incidente, Familia sumergida y Piedra Noche, entre tantas otras.
Agridulce y profunda, llena de capas, con humor, ingenio y un compromiso necesario para estos tiempos, la película que escriben y dirigen Alché y Naishtat viene a traer un poco de esperanza a la cartelera.