
«Nadie va a escuchar tu grito»: Cuchillos, sangre y cassettes

Estamos en Bernal y la gente se encierra atenta al Mundial de Italia ’90. Mientras todos están compenetrados en lo que sucede en ese campo de juego, un asesino aprovecha esa distracción para cometer una serie de homicidios que van dejando cadáveres como rastros pero pocas pistas e interés en la policía y los medios. Hasta que la joven Micaela, a cargo de la disquería mientras sus padres están de viaje, descubre que el asesino habría escuchado una cassette de los que compila y vende a cuentagotas.
El director y guionista detrás de este slasher argentino y bonaerense es Mariano Cattaneo, realizador de experiencia en el género, el hombre detrás de Corazón muerto, La chica más rara del mundo y Una tumba para tres. Además escribió hace unos años el libro Slasher, editado por De La Fosa y Santa Guadaña, donde repasa el subgénero e incluye hasta entrevistas a nombres reconocidos que han trabajado en él. En otras palabras, parece ser adecuado para traerlo a salas en estos tiempos, al menos de un modo más popular (porque no es ni será el primer slasher realizado en el país).
Los slashers suelen tener varias características en común: protagonistas jóvenes (generalmente adolescentes fuera de la protección de los adultos), un asesino enmascarado o no pero que va sembrando muertes de manera meticulosa, muertes sangrientas e impactantes y una final girl, la chica final que suele sobrevivir. Durante los 80s fue algo muy popular en el cine de terror y es curioso que Cattaneo sitúa su película justo después de esa década pero ahí nomás.
Los partidos de la selección van a funcionar como una especie de capítulos, ya que cada uno va trayendo con él un nuevo asesinato. Pero el eje central está puesto en la joven protagonista, interpretada por Sol Wainer. Es ella quien con su buen oído musical quizás descubra qué hay más allá de estas muertes aparentemente azarosas. A su lado un grupo de amigos y pretendientes que pululan y a veces siembran dudas. No estamos sin embargo ante una típica adolescente irresponsable, inconsciente ni despreocupada; se trata de una chica inteligente, que sabe dónde está parada y con el carácter suficiente como para no permitir que la pasen por encima.

Como todo slasher, hay varias muertes y están muy bien ejecutadas desde varios aspectos: los efectos visuales, lo que se muestra, la creatividad. Hay una buena dosis de sangre pero con la suficiente estilización como para que no resulte incómodo, sino entretenido: una quiere ver más, quiere saber con qué se va a salir el asesino. No decepciona en ese aspecto.
A nivel guion, se presenta una galería de personajes, algunos mejor desarrollados que otros pero con suficiente variedad. El problema es que a la resolución, a la vuelta de tuerca final, le falta un poco de fuerza, de mayor impacto, sobre todo con lo construido anteriormente, con esta historia que sabe generar y mantener la tensión.
Para sumar a la nostalgia, lo analógico cobra una presencia palpable en cada momento de la película. Hay una recreación de época lograda que nos traslada a esos años de manera creíble con una estética algo retro. La música de Luciano Onetti acompaña el relato aprovechando la tensión y el misterio propio de la trama.
Nadie va a escuchar tus gritos es un slasher de manual con el agregado no poco interesante de situarlo en un terreno conocido, alejado de las grandes casas norteamericanas en barrios norteamericanos suburbanos. Se percibe el amor y el respeto por el género, se encuentran algunas citas a los clásicos y al mismo tiempo se siente fresca y actual. Una muestra más de lo revitalizado que se está sintiendo mucho del cine de género nacional actualmente. Y por supuesto, una gran opción para ver en este octubre de terror.