«May December» (Secretos de un escándalo): Los diferentes ángulos de una historia

Todd Haynes dirige el primer largometraje escrito por Samy Burch. Aunque la historia nace de un caso real, se trata de una ficción sobre una actriz de Hollywood y la mujer a la que ella quiere interpretar en su próximo proyecto. Un seductor juego de espejos.

Elizabeth es una actriz reconocida mayormente por su trabajo en TV. Una mujer de 36 años que tiene como próximo proyecto un protagónico en una película independiente pero ambiciosa: la historia de Gracie, quien a la misma edad que ella transita ahora fue descubierta abusando de un niño de trece años, delito por el cual fue presa varios años. Como si la historia no fuese lo suficientemente polémica, hoy se encuentra casada con quien fue aquel niño, Joe, y llevan adelante en una idílica casa de suburbios una familia con hijos a punto de cruzar a la adultez.

Para poder llevar adelante su rol, Elizabeth se va introduciendo, con el permiso de ella en un principio pero luego rozando algunos límites, en la cotidianeidad de esta pareja que parece llevar una vida casi idílica. Pero es esta presencia también la que va desempolvando recuerdos y preguntas que permanecían tapados.

De apariencias, de seducciones, de los límites de lo correcto, de las relaciones de poder. Un poco de todo eso se trata la nueva película de un director que siempre se caracterizó por sus riesgos y por su elegancia y sutileza a la hora de retratar personajes completos. A veces de manera más estrafalaria, como en Velvet Goldmine o I’m not there, otras de manera más serena, como Far from Heaven o Carol. Incluso ya ha coqueteado con el thriller, en especial en Safe, con protagónico de una de sus más frecuentes colaboradoras: Julianne Moore.

En la película acá estrenada bajo el título de «Secretos de un escándalo», Julianne Moore, con su voz aguda y sonrisa forzada, y Natalie Portman, apropiándose de manera cautelosa de sus gestos, proponen un duelo actoral que no necesita de grandes histrionismos ni sobreactuaciones. Sí se permiten acercarse un poco al camp, al kitsch, aunque de una manera bastante delicada, como las flores con las que Gracie hace arreglos o las mariposas que cría Joe. En este sentido, uno de los puntos flojos de la película quizás sea ese tono que no termina de funcionar. Para parecerse un poco a esos thrillers noventosos que inundaban la pantalla de televisión, May December no aprovecha del todo lo retorcido de su historia y opta una vez más por una sutileza que a veces desentona.

La tercera e imprescindible pata de este trío protagónico es Charles Melton, el hombre que hoy parece transitar a medio camino entre una adolescencia tardía y una adultez demasiado apresurada. Toda una revelación que captó algunas atenciones pero no tantas como algunos pronosticaban, siendo la película incapaz de conseguir ninguna nominación actoral para los próximos Oscars (su única nominación es por el guion). El actor interpreta a un personaje que suele verse seguro y fuerte pero también vulnerable y sensible.

Sencilla en sus formas, siempre elegante y sutil, hipnótica, May December es una película que podría haber caído en el morbo, en el ridículo o incluso en su corrección política, y sin embargo tomó un rumbo propio. Quizás no sea la mejor representativa del melodrama de esa filmografía exquisita que es la de Todd Haynes pero eso no lo hace menos atractiva. La banda sonora de Marcelo Zarvos brinda una sensación de incomodidad latente. Con una tensión necesaria y un magnetismo hacia sus personajes que la hacen irresistible, se encarga de no juzgar ni bajar línea, sino acompañar a estas dos mujeres en este proceso de vampirización.

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