«La petite»: Construir sobre la ausencia

Guillaume Nicloux, director de películas como La religieuse (2013), El valle del amor: un lugar para decir adiós (2015) y La tour (2022), entre otras, llega a salas con esta película del 2023 protagonizada por el infalible Fabrice Luchini.

El tema de la maternidad subrogada no suele ser muy explorado en el cine, todavía no se habla y se discute lo suficiente al respecto. En La Petite, Joseph sufre la trágica muerte de su hijo, un muchacho gay que junto a su pareja estaban por convertirse en padres gracias a una joven de Bélgica. La repentina muerte deja a la muchacha abandonada tras tratarse de un acuerdo no legal y por lo tanto en negro, pero Joseph, a contramano de lo que le sugiere su hija y lo que deciden hacer los consuegros, se niega a perder la oportunidad de continuar el legado.

La película sigue a este hombre grande, solitario y viudo a quien solo visita de manera regular su hija. La primera parte de la película plantea el conflicto de manera inteligente pero eso se evapora a medida que el hombre decide ir a buscar a la joven embarazada, ardua tarea al no tener demasiada información al respecto.

Rita, la mujer en cuestión, fue madre joven, todavía vive con su propia madre y el embarazo para ella era un negocio y de repente se encuentra desamparada. La aparición de Joseph al principio generará sospechas y desconfianzas pero de a poco se van conociendo y en ese vínculo el hombre demuestra que quiere ayudarla pero también quiere seguir teniendo un nieto, lo que va a contramano de la idea de la joven que planea darlo en adopción.

Si bien se entiende que el punto de vista es el de este hombre de otra generación y que además viene de sufrir un fuerte shock emocional, una pérdida muy importante, es difícil estar de acuerdo con mucho de lo que piensa. En años donde la decisión sobre los propios cuerpos y la maternidad en las mujeres ha ganado espacio y discusiones, al punto de aquí haber logrado que se legalizara el aborto, hace ruido y molesta un hombre que quiere convencer a una mujer de quedarse con un bebé al cual no siente como tal, al cual no deseó concebir. El problema es que el terreno de la maternidad subrogada está lleno de grises y totalmente fuera de todo marco legal. A eso se le suma la relevancia que tiene para Joseph lo biológico, la misma sangre, como si la familia solo estuviese marcada por los lazos sanguíneos cuando es más bien una construcción social. Se entiende que es el modo que él encuentra de transitar un duelo para el que ninguna persona nace preparada. Joseph lo resuelve como puede, haciéndose cargo de una manera inesperada y extraña, pero con un deseo genuino.

Todas estas problemáticas interesantísimas para debatir están tratadas con una ligereza torpe. Luchini se desenvuelve como este hombre que busca reconectarse con una parte de su vida que perdió al mismo tiempo que lo lleva a abrirse a nuevas experiencias, a un nuevo rol. Su presencia y carisma de todos modos no son suficientes para una historia que parte del melodrama para convertirse, de manera algo forzada, en una especie de feel good movie, donde los problemas se van solucionando o sobrellevando con liviandad. Finalmente se siente más incómoda que bien.

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