“Historias Breves 11”: Tendencias para un nuevo cine

Señal de largada para una nueva edición de Historias Breves, el ya clásico conjunto de cortometrajes operaprimistas argentino que, durante años ha servido como semillero para el cine local actual, y marca de estilo de un cine por venir.

Esta nueva edición presenta varias particularidades, en primer lugar, porque se trata de la segunda edición presentada en el año; segundo porque sirve a su vez como veinte aniversario de aquella mítica primera edición que sirvió como revelación para el Nuevo Cine Argentino; y tercero, por el estilo casi hegemónico que prima alrededor de los ocho cortos integradores.

Así es, tranquilamente podríamos decir que desde las dos primeras (y más valoradas y recordadas) ediciones de Historias Breves, no veíamos puntos en común tan fuertes entre los cortos que formaban partes del mismo conjunto.

No hablamos de un mismo género, ni de un mismo punto de vista, en eso, estos ocho cortos se diferencian lo suficiente entre sí; en donde se vislumbra la conjunción es en el estilo y tono escogido.

De los ocho cortos de Historias Breves 11, siete se caracterizan por un fuerte ascetismo, por una casi prescindencia de la música incidental o bandas de sonido, por el acotamiento de los diálogos: y en definitiva, por lo críptico del asunto que desafiará al espectador a estar atento para saber «de qué trata».

Tupasÿ (Eugenia Blanc) y su marginalidad desde lo infantil; De Vuelta (Mara Pescio) y Sundaram (Agustín Cuello) y sus relatos urbanos con la pérdida como eje central; El Chicho (Leandro Sullá Leiton) y Deolinda (Ana Pelichotti) con narraciones rurales disímiles; y los cuentos de género de Breve Historia en el Planeta (Cristian Jesús Ponce) y Firpo (Fernando Caneda). Todas presentan un estilo seco, casi minimalista, quizás poético, y llamativamente dispar. De ellas se destacan sobre el resto Deolinda como una reversión del mito gauchesco de la Difunta Correa y Breve Historia… ambas por su fuerte impronta estética hipnótica.

Firpo presenta reminiscencias a la subvalorada Ciudad en Tinieblas de Alex Proyas, al igual que El Chicho con aires de un Carlos Sorín pero en tono duro y violento; resultan satisfactorias aunque no del todo originales.

Párrafo aparte para el último de los ocho cortometrajes. Sabiamente Historias Breves 11 sabe cerrar el ciclo con la frutilla del postre, El Inicio de Fabrizio (Mariano Biasin) es el trabajo diferente. Pícaro, risueño, con una bellísima fotografía de estilo publicitario algo paródico, interpretaciones frescas y vivaces, y una historia simple pero muy efectiva; logra elevar el conjunto muy por arriba de lo antes visto y deja la sensación de haber visto un todo convincente.

Dispares, logrados a medias; y con todo, una experiencia que no deja de ser sumamente gratificante. Historias Breves 11 reafirma la idea de estas propuestas, ser una carta de presentación para los nuevos apellidos de nuestro cine, una brújula para indicar qué rumbos podría tomar la pantalla argentina. Con más, con menos, las expectativas a futuro no dejan de ser altas.

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