«Better man»: Robbie Williams en su faceta más «animal»

Ya en el primer trailer en que fue presentada la película, sabíamos que iba a ser controversial «Better man», no sólo porque su protagonista esté caracterizado como un simio, sino porque la vida de Robbie Williams se instala en un momento de los 90′ y los 2000′ central para la música británica y global contemporánea. Y de ese fragmento temporal, siempre tenemos muchas versiones sobre la escena musical encontradas.

Dirigida por Michael Gracey, «Better Man» es un pseudo-documental que fusiona elementos biográficos, dramatizaciones, interpretaciones (con coreografías incluídas, por supuesto) de momentos de la vida y carrera de Robbie Williams, uno de los artistas británicos más destacados de las últimas décadas.

Este briton salió de un barrio humilde, tuvo una historia de vida compleja y la fama le llegó muy joven, debiendo lidiar con muchas cuestiones delicadas al mismo tiempo. La cinta nos lleva desde la más tierna infancia de Robbie hasta su presentación en el Royal Albert Hall de Londres allá por el 2001, aunque con severas licencias para narrar varios momentos de su historia.
Con un presupuesto estimado de 30 millones de dólares (sin contar los derechos de las canciones en juego), la película no solo busca retratar la ascensión y caída del cantante, sino también explorar sus ideales, adicciones y sentimientos hacia su círculo familiar y profesional.

Gracey viene de hacer un fenomenal trabajo en «The Greastest Showman» (2017), por lo cual lo visual y emcional son los puntos fuertes de la película. El proyecto se basa en gran parte en el libro «Reveal: Robbie Williams», escrito por Chris Heath, quien acompañó al artista durante años para capturar su esencia más íntima. Heath trabajó en estrecha colaboración con Gracey y el equipo de producción para adaptar el material al cine, aunque se tomaron libertades creativas significativas.
Pienso que en esa decisión, llevaron al film a un lugar difícil para los conocedores del paño: sabemos que hay muchas cosas que no sucedieron como se cuentan y eso, indirectamente, le baja el precio a la cinta.

Más allá de lo explosiva que se siente para el espectador «Better man», uno no puede olvidar que se intenta retratar la historia real de un artista (y esto va desde la ruptura con Take That hasta su relación con Nicole de All Saints, para ir empezando) y eso tiene un resultado no tan claro. Respeto lo onírico y ciertas licencias tomadas hasta cierto punto, entiendo que es creativamente válido el enfoque pero no tantas como se presentan aquí, si la idea es conectarlas con el artista vivo.
Quizás por eso, el resultado es un trabajo que oscila entre lo fascinante y lo frustrante, con decisiones narrativas que afectan la trama si uno busca conectarlas con lo que se sabe del cantante. Es cierto que a esto debe sumársele la «autopercepción» de Williams como un simio.

Si bien está justificado creativamente por cómo él se ve, lo concreto es que pasados unos minutos el efecto curiosidad se extingue porque la naturaleza de los eventos narrados es tan fuerte, que termina siendo una anécdota…

La cinta exhibe escenas increíbles que cualquier amante de la música valorará y disfrutará (la escena con los chicos de Take That en esa calle del centro de Londres es fantástica) y quienes no conocieron esa época, podrán ver los valores y acciones de la élite británica del pop curiosas y divertidas.
Siento que el enfoque híbrido entre documental y ficción que Williams y Gracey presentan puede resultar desconcertante para algunos espectadores, especialmente aquellos que buscan una biografía tradicional.
Eso si, aquí hay un retrato del artista interesante, que abarca su idiosincracia y visión, donde se celebra su legado musical, sin olvidar que también ofrece una mirada cruda y conmovedora a las batallas personales que han definido su vida.
En conclusión, «Better Man» es un tributo visualmente impresionante y sanguíneo de uno de los artistas más influyentes de su generación. Aunque sus licencias poéticas y decisiones narrativas pueden no ser del agrado de todos, la película logra su objetivo principal: humanizar a una figura que, durante años, ha sido vista más como un ícono que como una persona.
Para los fanáticos de Robbie Williams, es una experiencia que vale la pena, aunque con reservas. Para los no iniciados, puede ser una introducción intrigante, aunque no del todo fiel, a su fascinante historia. La metáfora del simio, lejos de ser un mero recurso visual, es un recordatorio de las complejidades y contradicciones que definen a una de las figuras más icónicas de la música pop. 

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