#BAFICI21 (XV): un breve balance de la despedida

Para quienes seguimos todos los años, hace ya más de veinte, al Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, nos sucede –inevitablemente- que cada año se renueva la adrenalina de “revolver” entre los títulos ofrecidos, tratando de encontrar alguna película, alguna perla, reencontrarse o descubrir a alguno de estos directores / autores que cada vez se encuentran más alejados de la cartelera comercial.

Una cartelera donde, salvo algunas honrosas excepciones de distribución más alternativa, este tipo de cine ya no se puede llegar a ver en pantalla grande.

Es por eso que las energías renovadas vuelven a aparecer y si bien ya sabemos que el Festival ha ido mutando a través del tiempo (particularmente me sigue pareciendo memorable y entrañable aquel cine América repleto, explotado de espectadores, sin un lugar donde sentarse en los primeros BAFICI o esas primeras ediciones donde íbamos con los listados llenos de contradicciones, flechas y tachaduras, para poder comprar las entradas que no se vendían todavía online…) particularmente esta edición 2019 presentaba un primer desafío antes de iniciarse que era un cambio de geografía.

Ya no es el Abasto, tampoco el Village Recoleta (un lugar que si bien para las personalidades extranjeras que visitan el Festival era un lugar atractivo, jamás logró tener la magia de aquellas veladas incansables en el Abasto y sus alrededores, corriendo con los minutos contados por Corrientes camino al Cosmos o a la Lugones) sino que esta edición se instaló en pleno corazón de Belgrano.

Quizás por la falta de hábito o un simple prejuicio, las salas del Multiplex Belgrano, no parecían a simple vista, muy “baficeras” que digamos.

Sin embargo, para este nuevo BAFICI, nos hemos encontramos con salas amplias, un buen sonido (si, ya sabemos, el sonido Dolby Atmos 7.0 del Village Recoleta es único) y butacas totalmente renovadas que rápidamente nos hicieron sentir muy a gusto, en principio, con esta “mudanza” y el estreno de la nueva casa –y si tocaba la sala 6 con los silloncitos mullidos al estilo “Premium” muchísimo mejor!-.

El recorte presupuestario estuvo presente e indudablemente se hizo sentir: menos salas, menos películas y con alguna dificultad para encontrar esos grandes títulos que en algunos momentos invadían toda la grilla del Festival y que en esta edición aparecieron solamente en algunas contadas ocasiones. Fue todo mucho más modesto, austero, pero para cualquier cinéfilo que se precie de tal, el BAFICI jamás deja de ser una fiesta en donde poder ver todo el cine del mundo en algunas pantallas porteñas, y siempre se agradece.

La selección de la Competencia Oficial Internacional y la Competencia Oficial Argentina tuvo un nivel parejo. Sin un gran título que llamase poderosamente la atención de los críticos y el público, la selección tuvo un promedio aceptable (con sus más y sus menos, por supuesto).

Quizás la Competencia Latinoamericana fue la que no tuvo grandes títulos destacados, como si había sucedido en entregas anteriores y en esta ocasión, fue la que ha pasado más desapercibida. “Claudia” de Sebatián de Caro abrió esta nueva edición y “Monos” “L’homme fidèle” y “Los Tiburones” fueron las más recomendadas de la competencia internacional aunque el premio mayor cayó en manos de “The Unicorn”, una historia sobre el primer álbum de música country abiertamente gay.

El cierre quedó a cargo del potente documental “Santiago, Italia” de Nanni Moretti en el que el cineasta italiano creador de las inolvidables “Caro Diario”, “La habitación del hijo” o “Mia Madre”, narra desde las voces de los propios protagonistas, el papel preponderante que tuvo la Embajada de Italia frente al golpe de Estado que borró de un plumazo al gobierno de Salvador Allende, aquel Septiembre de 1973 asumiendo el mando la dictadura pinochetista, que dio paso a una de las etapas más oscuras de todo Latinoamérica.

En cuanto a la competencia argentina, la ganadora fue “Fin de Siglo” de Lucio Castro, una historia de amor que juega con el paso del tiempo, referenciando en cierto modo a las charlas de los protagonistas de la trilogía de Linklater –icónicos Ethan Hawke y Julie Delpy- y con un dejo de homenaje al particular sello del cine LGTB de Marco Berger.

Pero aún sin aparecer en las premiaciones, pudimos ver el último opus con una marca de autor tan indiscutible como la de Campusano en su “Hombres de Piel Dura”, la ganadora del Teddy en Berlín de la mano de Santiago Loza: “Breve historia del planeta Verde”, descubrir una personalidad tan sorprendente como la del arquitecto Rodolfo Livingston en el documental de Sofía Mora “El método Livingston”, un nuevo Perrone –que es siempre un cónclave cinéfilo- en su Ituzaingó tan querido con “Ituzaingó V3rit4”, la sorprendente puesta de “Las Facultades” que le permitió a Eloisa Solaas alzarse con el premio a la mejor dirección y la madurez narrativa de Liliana Paolinelli en “Margen de Error” con una exquisita Susana Pampín en su merecido protagónico en la pantalla grande.

El BAFICITO trajo las últimas aventuras de Asterix y su secreto de la poción mágica, la secuela de la maravillosa “Minuscule”, los amantes del cine ruso pudieron compartir con sus hijos la delicadeza de “Hoffmaniada” y uno de los asiduos participantes de esta sección, Michel Ocelot (si, el de “Kirikou”!) presentó su último trabajo con la Torre Eiffell de fondo y una historia de suspenso enmarcado en la Belle Époque francesa en “Dilili à Paris”.

Y como es habitual, aunque debemos reconocer que en una menor escala comparada con las ediciones anteriores, la sección “TRAYECTORIAS” fue la más buscada por los cinéfilos incurables ávidos de ver el último Lars Von Trier en pantalla grande, la troupe comandada por Kenneth Branagh sumergiéndose nuevamente en el universo de Shakespeare, Mia Hansen-Løve presento “Maya”, Sorrentino nos deslumbró con dos horas y media de “Loro” y el entorno de Silvio Berlusconi narrado con su particular ojo crítico, las tres horas de “Nuestro Tiempo” y un Reygadas siempre controversial.

Y hay más…Wang Xiaoshuai trajo una de las mejores películas del festival con “So Long, my son”, Sebastián Lelio hizo su propia remake de “Gloria” con Julianne Moore en el papel que llevó a la fama a Paulina García y Peter Bogdanovich rindió su homenaje al cine dentro del cine con “The Great Buster”, el documental sobre el genial Buster Keaton.

Secciones paralelas, cortos, proyecciones gratuitas, rescates (donde se pudieron volver a ver “Cuando Harry conoció a Sally” “Alien, el octavo pasajero” “El gran Lebowski” y los tanques ochentosos “Karate Kid” o “Duro de Matar” entre otras), retrospectivas, muestras como la de Britannia Lado B, conferencias y los trabajos mostrados como Work in Progress, volvieron a convocar a cientos y cientos de espectadores, ávidos de ver cine, reencontrarse con sus directores favoritos y porque no, encerrarse a oscuras en una sala con el deseo de encontrar, quizás, ese nuevo director del que uno se hará fan casi instantáneamente, como ya nos ha pasado a todos, en festivales anteriores.

Aún con la notoria falta de presupuesto, la organización se manejó correctamente, se cumplieron en tiempo y forma las proyecciones y el barrio de Belgrano se vistió de gala, para los festejos cinéfilos a lo largo de estos once días intensos de total cinefilia.

Hubo largas colas, comentarios y recomendaciones al mejor estilo de “no te pierdas esa de…” que van rápidamente de boca en boca, entradas que se agotaron para los directores más convocantes y hemos vivido una vez más, todo el folklore propio de esta cita que nos mantiene juntos, año a año.

Será entonces hasta el próximo mes de Abril cuando un nuevo BAFICI nos reúna, nos convoque, nos haga volver a sentir esa urgencia de ver el cine de todo el mundo en Buenos Aires y vivamos esos diez días a puro furor cinéfilo corriendo por nuestra venas. Nos estamos viendo, entonces, para el #22BAFICI, en unos pocos meses!

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