#BAFICI21 (IV): #NoemíGold (Comp. Int)

En esta época de pañuelos verdes y un profundo debate instalado en la sociedad, que una comedia en plano BAFICI encare el tema el aborto con un aire fresco y renovado, como lo hace “NOEMI GOLD” es una señal ampliamente saludable.
La ópera prima de Dan Rubinstein (un realizador que se ha dedicado a la adaptación de films hollywoodenses en su versión videojuego para celulares) se mueve con ese espíritu juvenil, ligero y descontracturado –el espíritu millenial?-, que se instala en las antípodas de cómo ha sido abordado el mismo tema el cine nacional, generalmente sobrecargado de lo dramático y lo sombrío y sin posibilidades de poner algo de humor en el ojo de la tormenta.
Situados en esa adolescencia tardía, casi eterna, los personajes respiran ese aire “cool” que atraviesa a cada uno de ellos, rindiendo una especie de homenaje a esa “Silvia Prieto” de Martin Rejtman (incluso hay una referencia sobre las Noemi Gold que se pueden encontrarse en Facebook que hace un guiño cómplice al espectador) o incluso, más tangencialmente, a alguna de las heroínas femeninas de vanguardia que pueblan el cine de Matías Piñeyro.
Rubinstein es efectivo a la hora de plantear situaciones, pasos de comedia, pequeños diálogos que podrían perfectamente encajar en una sitcom –por su velocidad, su efectividad y su chispa- y construye, a su manera, personajes tan vulnerables como queribles, de esos con los que uno puede empatizar rápidamente.
Si bien el eje central de la historia es la angustiante situación de Noemí, que ya ha decidido no continuar con su embarazo pero al mismo tiempo no puede encontrar una solución efectiva a su problema, “NOEMI GOLD” -o Noemí Goldstein si no recurrimos a su abreviatura- no es una película que pretende concentrarse y abordar solamente el tema del aborto (como si sucedía, por ejemplo, en “Invisible” de Palo Giorgelli).
En el caso del film de Rubinstein, el aborto es el eje central de la historia, pero sirve al mismo tiempo de disparador de situaciones que permiten mostrar algunas implicancias en torno a esta cuestión particular y en cierto modo una excusa para representar un fresco generacional y retratar un grupo etario con el que seguramente el director, se siente fuertemente representado.
Uno de los temas que no pueden obviarse es que a Catalina Berarducci le cuesta sobrellevar esta figura casi omnipresente de Noemí a través de todo el relato. Le imprime un tono algo moroso y cansino que no le favorece a la construcción del personaje confundiendo languidez con angustia.
Además, esa falta de potencia se ve doblemente avasallada por la magnética y explosiva composición de Martina Juncadella como su amiga que logra captar la atención en cada escena que aparece con su desparpajo y su espontaneidad. Seguramente, un trabajo más delicado en la construcción de los diálogos hubiesen favorecido a que Berarducci pueda explotar más su papel: algunos registros con situaciones algo forzadas y una impostura hipster casi permanente, le restan naturalidad y credibilidad a su composición.
De todos modos, con menos de treinta años y con esta sólida ópera prima es muy sencillo estimar que Rubinstein tiene una carrera promisoria y todas las oportunidades de ir corrigiendo pequeños detalles (registros actorales completamente diferentes que hace que convivan diferentes estilos dentro de una misma escena que puede tornarse bastante disonante, precisión en la dirección de actores para lograr una mayor dinámica y verosimilitud en los diálogos).
Por lo pronto, “NOEMI GOLD” es una muy buena carta de presentación, con ese espíritu “indie” que ha sido la base del BAFICI durante todos estos años.
