#BAFICI21 (I) #Apertura: Claudia, la apuesta de De Caro

Este año la película de apertura del BAFICI ha sido la inclasificable “CLAUDIA” de Sebastián De Caro, actor, conductor, y con una interesante trayectoria como realizador cinematográfico de quien quizás "20000 besos” sea su realización más reconocida.
En este caso De Caro plantea la historia de Claudia, personaje central que da lugar al título del filme, una organizadora de eventos que se caracteriza por su meticulosidad, su rigurosidad y su obsesivo perfeccionismo, características que se exacerban más aún, a partir de un hecho traumático que vive momentos antes de un importante evento que debe organizar en nombre de la empresa para la que trabaja.
Es así como shockeada por estos sucesos familiares, deberá encarar la planificación de una importante boda donde a partir de una confesión de la propia novia de no querer casarse, todo comenzará a salir de mal en peor, haciendo que la propia protagonista comience a sentirse en un espiral de descontrol interior.
Si bien el tema de no tener un género definido y por momentos intentar abordar las situaciones en un tono de comedia desenfrenada y para luego adentrarse en los códigos más típicos de una película de suspenso en el marco de un espacio cerrado como es el de la mansión donde se desarrolla el casamiento (con algunas reminiscencias a los personajes más recordados de Agatha Christie), coqueteando también con el cine negro y el del propio Howard Haws, De Caro como gran cinéfilo plantea un banquete, un enorme festival ininterrumpido de guiños, en los que el espectador más entrenado podrá encontrar referencias de todo tipo y en grandes cantidades.

El hecho de no querer encasillarse en ningún género le da un aire creativo y liberador que es sumamente positivo, pero al mismo tiempo la pretensión de rendir tantos homenajes y remitir a tantos géneros a la vez con múltiples referencias, hace que “CLAUDIA” comience a nadar en un tono indefinido que desconcierta al espectador y provoca, pasada la primera mitad del filme, cierta incomodidad que no la beneficia.
Lo mismo sucede con el protagónico de Dolores Fonzi, una muy buena actriz que no logra encontrar el tono exacto que Claudia necesita. Su impostura para la comedia luce forzada y hasta pareciese notársela incómoda en una gran cantidad de escenas, nutridas con diálogos demasiado frondosos –típicos del desborde verbal de De Caro- que le hacen perder fluidez en el ritmo de comedia que se propone.
Un papel protagónico que, en principio, había sido pensado para Pilar Gamboa, una actriz que puede dar ese tono de locura y desborde permanente que Claudia requería y que, en la piel de Fonzi, no se logra enteramente. Brillante Laura Paredes en su rol de asistente y hay buenos secundarios de Gastón Cocciarale, Julieta Cayetina y Santiago Gobernori y un muy buen actor como Julián Kartun luce completamente desaprovechado en el rol del novio.
No solamente esconde aparece este juego de abundantes referencias cinéfilas sino que el propio director ha señalado que existen otras referencias como imágenes de santos que aparecen en los márgenes de la pantalla y fragmentos de cuerpos que remiten a una serie española de suspenso de la que De Caro se confiesa un fan absoluto.
De esta manera “CLAUDIA” queda entrampada y limitada en su propia propuesta, relegada casi a un juego “solo para elegidos” dado que sin esas múltiples menciones al cine de género y al cine de autor, a esos guiños a los que hacíamos referencia, la película no logra construirse en si misma ni sostener el interés.
Es así como queda relegada a una especie de Frankestein donde sus partes no encajan, dejando al descubierto enormes costuras para que sus fragmentos, de una manera u otra, logren cohesión.
