
«A haunting in Venice» (Cacería en Venecia): entre fantasmas

En esta nueva y tercera entrega del Poirot de Agatha Christie por Kenneth Branagh, el detective se traslada a Venecia y, aunque retirado, es llamado a la acción para desentrañar un misterio que podría estar por fuera de sus creencias.
En el 2017, Kenneth Branagh junto a un elenco multiestelar trajo una vez más a la vida las historias de Agatha Christie, asesinatos que tenían como sospechosos a muchas personas y que el ingenio del detective lograba resolver. En el 2022, estrenó su secuela, Muerte en el Nilo, que repetía fórmula. Para este tercera entrega, Branagh se vuelca al terror y lo hace con una historia de tonos góticos.
En esta tercera parte, escrita por Michael Green, el detective Poirot se encuentra retirado y refugiado en la hermosa y decadente Venecia. Pero su fama lo precede y constantemente es asediado por personas que buscan resolver un misterio que los atañe. Él ignora a todos y cada uno de ellos y se refugia en la terraza a comer pastelitos. Hasta que una manzana anuncia la aparición de una vieja amiga. Allí entra en juego Tina Fey, como una vieja amiga y escritora de larga cantidad de best sellers de misterios (claro álter ego de Christie), quien lo convoca para una llamativa historia que necesita desentrañar si es real o un engaño. Con algo de curiosidad pero sobre todo en nombre de la amistad, un escéptico Poirot se traslada con ella a una enorme y antigua casa sobre el río de Venecia, para ser testigos de una sesión espiritista con una famosa médium, interpretada por Michelle Yeoh. Una casa que acumula leyendas sobre un pasado cruel que involucraba a niños y que hoy es más famoso por el asesinato todavía reciente de la hija de la dueña, quien en teoría asediada por fantasmas se arrojó por el balcón.
Desde que se llega a esa casa, la película apuesta por un tono lúgubre. Muchos planos en gran angular acentúan la sensación de algo que no está del todo bien. Como en este caso la clara idea de Branagh es hacer una película de terror, habrá mucho de situaciones de apariencia inexplicable. ¿Qué es real y qué es producto de un engaño?

Lo curioso a simple vista es que en esta creación de atmósferas de terror, hay algo de teatral, de plasticidad siempre en escena. Eso quizás tiene que ver con la idea de pantomima que Poirot no puede sacarse nunca de la cabeza; aún cuando tarda en encontrar respuesta la incertidumbre siempre lo obliga a creer que todo tiene una explicación lógica y terrenal. Pero en algún momento las respuestas escasean y, aunque no lo admita, en sus gestos se puede percibir que empieza a temer cuestionarse lo que antes no.
Pero más allá de apostar por el género de terror, lo cierto es que estamos ante un whodunit puro. A la larga todo se trata siempre de saber quién es el asesino o la asesina. En este aspecto, la trama de la película cae en todos los lugares comunes de este tipo de historias. Una locación y múltiples sospechosos. Nadie está a salvo si además hay indicios de una fuerza sobrenatural. Y si bien hay un misterio a simple vista atractivo, quizás la resolución termine siendo de las más predecibles, poco original.
Sin vueltas de tuerca interesantes y un estilo que a esta altura ya suena bastante anticuado, Cacería en Venecia es una película apenas entretenida por momentos pero también despareja. Branagh como Poirot sigue siendo un atractivo, el actor y director encontró una manera adecuada de interpretarlo y brindarle un estilo particular. Pero todo a su alrededor resulta blando, artificioso.
Hay una buena idea detrás, introducir lo potencialmente sobrenatural a un tipo de historias que siempre se caracterizan por el razonamiento, y sin embargo no es suficiente. Un cúmulo de personajes con su lado oscuro que no terminan de explorarse. Ni siquiera en lo visual y en el diseño de producción se termina de resaltar, todo queda en la superficie. Y aún así quizás sea la mejor de la saga. Veremos si es la última.