28MDQ Fest (XI): de todo como en botica (y dejamos lo latino por un rato)

Seguimos en #MDQFest y es hora de salirnos de la geografía latinoamericana del evento para bucear por otras geografías. Arrancamos con una de Competencia Internacional, «Drinking buddies» del americano Joe Swanberg. Lo primero que hay que decir, es que para poder acercarte a ella y aceptar su enfoque, te tiene que gustar el «mumblecore» (corriente de renovación en USA que nació a partir de registrar en ambientes cerrados, la vida íntima de jóvenes adultos en situaciones cotidianas y que no revisten importancia dramática – o si lo hacen, eligen una manera de hacerlo poco «tradicional»).

No soy fan del género, pero sí de la comedia romántica así que me le animé a «Drinking buddies», además, tentado por su elenco: Olivia Wilde, Joe Anna Kendrick, Ron Livingston y Jake Johnson, nada menos. Kate y Luke son amigos, trabajan en una cervecería de Chicago y pareciera que se atraen mutuamente. Pero claro, los dos están de novios y con relaciones… digamos, estables.

La cuestión es que ellos se vinculan y desvinculan, de manera corriente y previsible. Charlan mucho, beben todo el tiempo y cada tanto (esporádicamente les diría) dicen alguna línea interesante, sobre la pareja, los proyectos comunes y la vida diaria. Sin embargo, en ningún momento la cinta reviste interés y si no estuviera Wilde en pantalla la mayor parte del tiempo, sería anodina y sin relieve.

Pero su magnetismo a prueba de bomba (está encantadora aquí), por suerte, le da aire a Swanberg para llegar al final de la cinta con el espectador entero y aún en butaca. Sería una sorpresa si le fuera bien, en una sección donde hay duros rivales.

Hora de hablar de «Moebius» de Kim Ki Duk. Podría definirse como una experiencia extrema, seguramente muchos no habrán querido seguir mirando la pantalla grande, pero el exceso con el que este realizador aborda temáticas como el incesto, el amor, la soledad, el bullying, la violencia sexual y los vínculos filiales es única.

«Moebius», y sin adelantar mucho, cuenta una tragedia familiar desencadenada por una infidelidad termina en la exploración de alternativas sexuales para generarse placer no genital. Las pulsiones de los tres protagonistas son contadas a través de primeros planos y cámara en constante movimiento.

Película sin diálogos, que no quiere decir que sea silenciosa, porque qué más podría agregar el director que no sea en un momento música diegética, que intente cortar con la intensidad de la acción que relata. Kim Ki Duk nuevamente nos habla de la vida y la muerte cruzando los límites en una propuesta arriesgada y no apta para estómagos sensibles.

Seguimos con una de la sección «Busco mi destino» que nos sorprendió: «Everyone’s going to die». El colectivo británico de cineastas londinenses, Jones, lanza su primer largometraje y ha sido un placer verlo en sala repleta (el Ambassador 1 estaba colmadísimo en su proyección del martes pasado y en este video de Rolando les mostramos cuánta gente colmó la sala principal de ese complejo).

A ver, Jones (cuya especialidad son los videos musicales y los clips publicitarios), tienen bastante idea de cómo contar una historia con economía de recursos e ingenio. Respetando la tradición «indie» y con un elenco de desconocidos, logran un film disfrutable de principio a fin.

Melanie (Nora Tschirner) es una joven alemana, dulce que habita una casa en algún pueblo costero inglés. No parece singular, pero tiene cierto encanto en su manera de hablar y ver el mundo. Por accidente, conocerá a Ray (Rob Knighton) en un café local, hombre de pasado oscuro (bastante) que pasará de ser lacónico y parco hasta volverse un sujeto encantador y amable (lo que puede el amor!).

Tienen mucha diferencia de edad (con ese aire que remite, invariablemente a «Lost in Translation» aunque Ray parezca salido de «Pulp Fiction»!) pero eso, no es impedimento para que vivan una historia luminosa sobre los cambios de vida, el dejar el pasado detrás y conectarse con alguien, muy distinto a uno. No la dejen pasar donde la puedan ver.

Y terminamos este post con lo nuevo de Claire Denis, la prestigiosa gala responsable de «Chocolat» y «35 rhums», en su primer largo rodado en digital: «Bastards» (Les Salauds). En este caso, vamos a un thriller nervioso, confuso (con ese juego temporal que la directora prefiere para transmitir sus ideas), lleno de fibra pero con ritmo errático y deslucido.

Vicent Lindon es aquí Marco Silvestri, marino que está alejado de su familia por decisión propia. El hombre, ante una desgracia familiar retorna para darle una mano a su hermana, pero pronto descubrirá que las cosas no son tan simples como pensaba: hay un hombre de negocios llamado Laport que esconde secretos y que se vincula con sus afectos de manera muy peligrosa…

Marco va y viene enojado, violento y desesperado a lo largo de todo el metraje, sin nunca acertar con el registro para transmitir una emoción clara en favor de la cinta. Es un torbellino de frases nerviosas dichas en tono dramático, que no convencen. Hay sexo, engaño, alguna persecusión, golpizas y amenazas varias…
Pero más allá de eso, «Bastards» no convence en absoluto.

La cuestión fragmentaria atenta contra el entendimiento y la aprehensión del film y Denis pierde una gran oportunidad de hacer un gran film, a pesar del esfuerzo de Lindon, quien hace todo lo que puede para sacar su rol adelante, dentro del desconcierto que propone el libro.

No es de lo mejor de Denis y eso que es una directora que nos gusta. En el próximo post, llegan Johnny To y la polaca «Drogówka» («Traffic Department» es su título internacional) de Wojtek Smarzowski y alguna sorpresa nacional más, dentro del género acción (el fest sigue en movimiento!).

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