28MDQ Fest (VII): Latinoamérica manda!

La Competencia Latinoamericana sigue siendo la más pareja de las tres principales del #MDQFest. Terminamos hoy de comprobarlo, cuando estuvimos en sala, viendo dos títulos que superaron nuestras expectativas, que se suman a los que ya hemos comentado por aquí para terminar de redondear una primera aproximación positivísima para quienes han seleccionado estos films.
En este post hablaremos de tres cintas de esta sección. La primera es «Choele» de Juan Sasiaín,  segundo largo del hombre que ganara con «La tigra, Chaco» (junto a Federico Godfrid), el premio Frispesci a la mejor película argentina en el 23er festival. Aquí, el director nos trae una cálida e intimista historia de paternidad, iniciación emocional y abandono de la niñez.

Un chico de 11 años, Coco, se encuentra con su padre (Leo Sbaraglia), vacacionando por unos días en la ciudad que lo vio nacer, Choele Choele. Tendrá una semana antes de que su madre, venga por él (la pareja está separada) y como siempre sucede cuando los hijos están lejos, ámbos tendrán que asumir su condición actual y disfrutar el tiempo juntos. Pero esta vez, hay alguien en la casa de papá que cambia las reglas del juego, una joven mujer (jugada por la bellísima Guadalupe Docampo), quien custodia un secreto importante y que generará en Coco una reacción distinta a las que siempre tiene con las niñas de su edad…

Sasiaín rueda con oficio y candidez un relato apacible, provinciano (en cuánto al manejo del tiempo, hay una sensación de goce en disfrutar de su paso sin apuros) y muy bien fotografiado. Su elenco luce estupendo (la química está a la orden del día) y el guión está trabajado y es un deleite seguir sus sutiles e inteligentes diálogos. «Choele», otra muy buena elegida para esta selección.
Luego nos tocó internarnos en el mundo del espionaje, a través de la coproducción argentino-venezolana-uruguaya, «Esclavo de Dios». Opera prima de Joel Novoa (un proyecto que llevó 4 años hasta su resultado final) esperada con mucha expectativa, no defraudó los elogiosos comentarios recibidos en sus estrenos en los países donde ya llegó comercialmente (en Argentina lo hará el 12 de dicembre).
Pasaron casi 20 años del atentado a la AMIA, y poco sabemos de él. Políticamente es objeto de debate, aún hoy, y lo cierto es que la falta de culpables para el mismo, ofrecía un terreno fértil para intentar una ficción. Novoa hizo un gran proceso de investigación de fuentes con respecto a la cuestión y trazó un guión que podríamos definir como thriller político.

Es, una propuesta de género, pero que respeta parámetros históricos que conocemos, lo cual, la hace interesante a todas luces.
Ahmed Al Hassama (Mohammed Al Khaldi) es la cédula dormida que despertará su líder para preparar un ataque a gran escala en Buenos Aires. David Goldeberg (Vando Villamil) es un viejo lobo de mar, agente del Mossad cuya única preocupación es la seguridad de su gente y la eliminación de aquellos líderes árabes que han generado atentados.

Lo que tendremos es un film de género intenso, jugado y con muchas influencias reconocibles («Munich», «Paradise now», etc) que funciona.
Sólido y controversial, tuvo muchos problemas en su estreno venezolano (le pusieron antes un corto, de manera compulsiva pro-palestino y eso generó confusión en la audiencia que iba a sala) aunque de público le ha ido bien donde ya estrenó. Ojalá suceda lo mismo en nuestro país.

Y cerramos este segmento con «El Grillo», dentro de la misma Competencia, también ópera prima, pero en este caso del mediterráneo Matías Herrera Córdoba. Sabemos que desde hace un par de años, el cine de esta provincia argentina viene comenzando a ganar terreno en los festivales internacionales y este es un exponente de esa corriente, jugando ya en primera división.
Aquí el director elige para su primer largometraje, un libro cerrado, claustrofóbico, y de puesta teatral. Dos mujeres (amigas) en una casa, un ocasional amante que arregla jardines, una gata persa que se pasa casi toda la cinta perdida y muchos (demasiados) parlamentos filosóficos (monólogos, directamente) dichos con tono grave y solemne y una revelación que aclara un poco, hacia el final, de que viene tanto aislamiento e indiferencia ante el medio.
Córdoba nos instala en ese espacio y nos bombardea con ideas, algunas acertadas, otras no tanto, en afán de que la continuidad se viva de forma natural y espontánea, pero el resultado no es satisfactorio.

Sino sentís empatía por estos personajes desde el primer momento, probablemente se te haga árido este sentido del sarcasmo que presenta el «Grillo». No del todo lograda, se rescata en ella el humor que aparece en algunos diálogos y una sostenida actitud por abordar el dolor, de una mirada distinta.
Con esto, cerramos otro tarde en Mar del Plata y descansamos antes de volver a salir a sala en un rato. Nos siguen?

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