«Weekend»: Amores que matan

Agustín Rolandelli dirige una curiosa, divertida e intensa película sobre una pareja que se va a una casa en una isla del Tigre esperando remendar lo que quizás está por terminar de partirse.

Ella y él (Jazmín Stuart y Rafael Spregelburd), dos personajes sin nombre, son una pareja que llegan un día soleado y veraniego a pasar un fin de semana rodeados de naturaleza y alejados de todos. Unos bolsitos y compras varias para abastecerse son el equipaje que cargan de manera literal; desencuentros, engaños y algunas mentiras son el equipaje que cargan de una manera más metafórica.

A ellos los vemos cómplices y pasionales al principio, lo que parece el comienzo de un fin de semana idílico. Pero aquel fuego se apaga pronto. Primero, por la intrusión de un tercer personaje (Jorge Prado, tercer y último actor del elenco), el cuidador, y luego por una serie de situaciones que pondrán en foco varios desacuerdos que escalan hasta malentendidos fatales. Las discusiones se tornan cada vez más hirientes pero pronto no serán las palabras lo único que lastima.

¿Cuánto creen conocerse y cuánto se conocen realmente? Dos personas que han pasado varios años juntos, que sienten algo fuerte por el otro, pero que tampoco pueden encontrarse, como si siempre estuviesen mirando y escuchando hacia otro lado. Por eso no les resulta difícil confundir señales, señales que de todos modos se toman en serio y que no les permitirán doblegarse.

Rolandelli, que viene de una auspiciosa carrera como editor, dirige acá con eficacia, en especial las escenas de interior, con una puesta de escena destacable y llena de detalles que se convierten en parte de la historia. En el exterior la cosa es diferente, más imprecisa, oscura, impredecible. ¿Hay un animal salvaje acechando o son miedos y paranoias? También es hábil la dirección a la hora de mostrar las coreografías de estas peleas que hacen de Weekend una especie de La Guerra de los Roses en medio de una isla del Tigre.

Un mix que combina dosis de suspenso con comedia negra y toques de violencia, el resultado es una película que tal vez en el medio se estanque un poco, se sienta algo estirada, pero es lo que también sucede con esta pareja: a lo mejor ya no importa qué tanto se lo intente, sino sobrevivir a ese fin de semana.

Dos actores que le ponen el cuerpo, que se entregan con convicción a esta propuesta arriesgada y provocadora. Sobresale Jazmín Stuart, una actriz que demostró no tenerle miedo al riesgo (vale pensar solo en algunas de sus últimas películas: Tóxico, La noche de los monstruos, La fiesta silenciosa, Fragmentada y podríamos ir hacia más atrás y recordar Fase 7, entre otras). No se suele ver muy seguido este tipo de propuestas en la cartelera nacional así que eso ya hace que valga la pena.

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