«Una sola primavera»: Un acercamiento intimista a la guerra civil paraguaya
Es ambiciosa esta segunda coproducción entre Paraguay y Argentina del director correntino Joaquín Pedretti (Un Gauchito Gil). No tanto en sus formas pero sí a la hora de abarcar la historia y las complejidades de una época que resuena en estos tiempos: La Revolución de 1947.
Protagonizada por la actriz paraguaya Majo Cabrera (conocida por su protagónico en la serie Nada junto a Luis Brandoni y Robert De Niro), la película bucea en la historia de esta joven mujer, Nina, una criada atrapada en un contexto político hostil y represor. Cuando se enamora de un revolucionario y queda embarazada de él, planea escaparse.
La resiliencia y la lucha por la libertad son algunas de las temáticas que la película explora y le suma la parte más personal: el amor. Nina es una joven que tiene ideales y un carácter rebelde pero también un cariño por su hermano y un corazón que se ilusiona con la aparición de este hombre con el que parece compartir algo más que una complicidad. También sueña con una vida que exceda los mandatos de su género: quiere ser actriz.
Atrapada en la casa de sus tíos miembros del Partido Colorado, Nina no logra nunca aceptar el rol sumiso que se supone le corresponde, al que sí accede su reprimida hermana (Salma Vera). Cuando puede finge acatar órdenes pero a escondidas se ríe o se escapa con el alcohol de un entorno machista y tóxico.
Pedretti retrata esta historia desde lo más íntimo. Cuenta siempre que está inspirada en la vida de su abuela, en lo que pudo saber de ella y el resto lo convirtió en ficción. Así, Nina desde su voz en off nos empieza a narrar lo que le pasa pero sobre todo lo que siente, aquello que escribe como para dejar registro, para que no se pierda.
Desde este personaje, una interpretación hermosa de la actriz, se despliegan temáticas como el aborto, el lesbianismo, el abuso de poder, la religión católica. Pero es hábil Pedretti, que además oficia de guionista con la colaboración de Liz Haedo y Milda Rivarola, a la hora de abordarlos desde un lado sugerente que le aporta delicadeza e intimidad, sin bajar líneas al respecto ni apelar a los golpes bajos. Se trata de una historia de mujeres en medio de un conflicto generado y manejado por hombres.
Una sola primavera resulta cercana no solo porque los países de Latinoamérica han sufrido de manera simultánea o correlativa situaciones políticas muy similares, sino porque Argentina ha recibido a gran parte de estos migrantes que llegaron escapándose de un país que dejaron de sentir como suyo. Una oportunidad para indagar en nuestras propias historias familiares.
Rodada a través de largos planos, en su mayoría cerrados, con una economía de recursos que es bien aprovechada en su formato 4:3, puede resultar algo confusa en su forma y en especial sin un contexto previo. Se destaca el trabajo en la Dirección de Arte y brilla Majo Cabrera, con quien el director ya había trabajado en Un Gauchito Gil. La actriz transmite muy bien todos los estadíos que transita su Nina, la esperanza, el amor, la rebeldía, el miedo, la desilusión.