“The Rover” (El Cazador): Buscando un vehículo para el fin del mundo
La industria cinematográfica australiana es una de las pocas que puede equipararse en cierto nivel con la hollywoodense no tanto en cantidad como en estilo.
El país emblema de Oceanía ha sido cuna de grandes directores y actores que luego cruzaron el charco e instalaron su impronta. Hasta hay géneros que parecen dársele mejor a ese país que a los “americanos”, uno de ellos, la ciencia ficción apocalíptica.
Quizás por temerle menos al “bajo presupuesto” al estilo “clase B” que bordea la exageración, tanto directores como George Miller o Russell Mulcahy han sabido entregar sangrientas joyas sobre el post apocalipsis con la humanidad sobreviviendo como pueda… ahora David Michôd parece presentarse como un posible sucesor.
«El Cazador», segundo opus del director, vuelve sobre este estilo violento, sucio y de tiempos tomados, el mismo en el que ya se aventuró en su ópera prima Animal Kingdom; pero esta vez echa toda la carne al asador.
La historia no necesita de demasiado desarrollo. El apocalipsis esta vez es económico, y nos ubicamos 10 años después de él. El protagonista es Eric (Guy Pearce en un rol justo para su rostro endurecido) un hombre que lo perdió todo, que sufrió una tragedia que no se nos revela pwero por la que quedó devastado, y como si fuese poco, le roban el auto.
Eric sólo quiere recuperar su vehículo y huir, lo más lejos posible, escapar como quieren hacer todos. En ese raid de violencia, contenida a medias, no sólo física sino gestual, Eric está dispuesto a todo para su objetivo, y en el medio se cruza con Rey (Robert Pattison, intentando despegarse de su rol de galán vampírico con éxito aunque logre una interpretación desconcertante), hermano del ladrón y un personaje con más de una vuelta y capa.
Michôd hace uso de las posibilidades que le otorga su tierra, esos desiertos tan característicos de Australia vuelven a estar presentes con el sol que pega fuerte en una fotografía sucia y brillosa, para caracterizar la desolación y desesperación del conjunto.
«El cazador» es un film más agónico que extremadamente violento (eso sí, cuando se desata prepárense). De diálogos ajustados y escasos, todo nos da la sensación de últimos minutos, de últimos recursos.
El clima logrado sin dudarlo es el gran hallazgo del film. Algunas vueltas, un cierto aspecto ominoso y enrarecido, y unos puntos sin cerrarse del todo bien desmerecen un tanto el total que prometía cerrar mucho mejor. No obstante, «El cazador» es una interesante propuesta para aquellos que buscan algo más de un típico film de género. Otra entrega más de un país que no agota sus recursos