«Quizás es cierto lo que dicen de nosotras»: Entre madre e hija
En el 2013, salió en las noticias de Chile que la llamada Secta de Caliguay comandada por un ser que se hacía llamar Antares de Luz había quemado vivo a un bebé recién nacido como parte de un macabro ritual.
a una mujer
si alguna vez se hace madre,
o no
en las puntas de los dedos
tienen que crecerle garras.
-Marina Yuszczuk, Madre Soltera
En el 2013, salió en las noticias de Chile que la llamada Secta de Caliguay comandada por un ser que se hacía llamar Antares de Luz había quemado vivo a un bebé recién nacido como parte de un macabro ritual. Ése es el puntapié que toman los directores Sofía Gómez y Camilo Becerra para narrar una arista más íntima: lo que sucede entre una madre e hija cuando éstas se desconocen al mismo tiempo que no pueden negar el lazo -que es más que sanguíneo- que las une.
Ximena (Aline Kuppenheim) es una reconocida psiquiatra que vive junto a su hija menor. Un día reaparece de manera inesperada su hija mayor, Tamara, a quien hacía mucho que no veía y se había alejado junto a un grupo que la hizo sentir, quizás como nunca antes, aceptada, como que tenía un lugar. Pero llega llena de silencios y respuestas que evita dar. Pero el refugio en la casa de su madre se ve sacudido cuando la policía golpea a su puerta y Ximena comprende la investigación grave en la cual su hija se encuentra involucrada: durante el tiempo en que no estuvo, Tamara estuvo embarazada y parió un bebé que desapareció en extrañas circunstancias dentro de esa secta de la cual acaba de salir.
Quizás es cierto lo que dicen de nosotras elige poner la lupa en el rol de esa madre que no sabe cómo reaccionar ante una hija hermética a la cual se da cuenta de que no conoce. Lo relativo a la secta, las manipulaciones, los abusos, el lavado de cerebro que hasta distorsiona los recuerdos de Tamara, eso se aborda de una manera sutil y sugerente, pero no son el centro del relato. No estamos ante una evocación ni ficcionalización de hechos reales, sino que esto funciona como germen para indagar en esa relación endogámica. Nos acerca al horror de su intimidad. Y esto sin subrayados, sin bajadas de líneas ni exposiciones.
Nadie enseña a ser madre, nadie enseña a ser hija. ¿Cómo se pasa de víctima a victimario? No hay manuales para la vida. A Ximena su propia realidad se le empieza a tornar una pesadilla cuando su hija se le revela como un posible monstruo al mismo tiempo que comprende que es producto de la manipulación que pueden generar ciertas personas sobre chicas jóvenes que sienten que no encuentran su lugar. Ahí dentro de Tamara todavía tiene que estar esa hija a la que crio, necesita convencerse.
Los directores, que además han escrito el guion, logran generar atmósferas opresivas a medida que ellas se sienten de la misma manera, con un uso muy interesante de las luces y sombras en esos interiores. Desde lo técnico se trata de una película muy lograda y se suman las interpretaciones complejas, intensas pero medidas, verosímiles.
También aparece, en un rol secundario, el rol de los medios. Los focos que exponen a la mujer y la acusan sin ver más allá. «Es mucho más fácil juzgar que analizar», dice Ximena mientras intenta entender y hacer ver que no su hija no es la única víctima de ese grupo. Porque aquellas chicas tal vez cayeron en esa comunidad porque no encontraban lo que buscaban, ese sentido de pertenencia, en sus propios círculos íntimos.
¿Qué hace a una madre? ¿Hasta dónde es capaz de llegar una madre? No hay respuestas porque una madre es ante todo una persona, un ser humano complejo y único. Ximena parece tener respuestas elaboradas y precisas para sus pacientes pero nada la preparó para su propia realidad. Tamara necesita ver lo que quizás siempre estuvo frente a ella: que no está sola y que no todo es oscuridad.
Un drama rico y oscuro, que no necesita apelar a lo efectista y prefiere quedarse con lo pequeño, con lo más íntimo, lo más cercano. Con esa relación conflictiva e inevitable entre una madre e hija ante situaciones para las que no estaban preparadas. Cautivante y aterradora por igual, nos abre a preguntas y reflexiones que tal vez no queremos hacernos. Imperdible.