«Moana 2»: Navegando aguas profundas
Regresa la no princesa de Disney Moana en una secuela de fórmula carente de emociones y la magia que nos conquistó allá por el 2016.
Moana encontró su destino gracias al llamado del océano, quien despertó en ella su espíritu y ansias de viajar, explorar, conocer otros mundos. Convertida en una experimentada navegante, ha llegado encontrar evidencias de otras tribus. En esta nueva aventura, Moana no es la misma que conocimos: madura, consciente de lo que puede ganar pero sobre todo de lo que puede perder, se mantiene fiel a sus deseos y no permite, aunque a veces la haga trastabillar, que el miedo le impida continuar con su camino.
Situada nuevamente en la antigua Polinesia, aquí dioses enojados, peligrosas aguas olvidadas, una isla enterrada son las travesías que Moana, acompañada de una tripulación diversa con personajes que aportan diferentes talentos. Mientras el semidios Motonui se encuentra raptado por la enigmática villana Matangi, Moana es llamada a través de una visión con espíritus ancestrales para encontrar la isla que solía conectar a todas las tribus del gran océano.
Moana 2 no tiene nada del encanto y la magia de su predecesora. No tiene las canciones de Lin-Manuel Miranda pero tampoco personajes secundarios bien desarrollados y queribles y ni siquiera ese humor simplón y tonto pero simpático que funciona a veces de la mano de los personajes llamados side-kicks es efectivo (por ejemplo, el pollo Heihei supo ser protagonista de algunos de los mejores e inesperados gags). Pero la principal carencia radica en lo emocional: la película no nos permite conectarnos desde ese costado como sí lo hizo cuando Moana en pleno crecimiento se debatía entre el lazo con su hogar y el llamado por el mar. Aquí aparece un personaje secundario, su pequeña hermana, que intenta suplir esa parte pero queda en la superficie.
Aventuras genéricas, canciones no memorables, un rejunte de personajes intercambiables, Moana 2 se encuentra perdida en el mar de secuelas poco inspiradas. Hacia la mitad de los créditos una escena marca lo que podría ser el puntapié de lo que viene en posibles futuras entregas. Aunque desde lo técnico sigue siendo deslumbrante, la animación visual es capaz de dar vida hasta al mar, y el talento vocal de su protagonista Auliʻi Cravalho (si se la ve en su idioma original, por supuesto) es innegable, Moana 2 se siente vacía más allá de su bonito envoltorio.