«Linda»: Todas las miradas sobre ella
La ópera prima de Mariana Wainstein es una sátira protagonizada por Eugenia «China» Suárez: una familia rica que verá cada uno de sus miembros sacudidos por la presencia de la nueva empleada, una chica joven y hermosa del interior.
The boys, the girls
They all like Carmen
She gives them butterflies, bats her cartoon eyes
Eugenia «China» Suárez interpreta a Linda, quien llega para trabajar de manera temporal a la casa de una familia adinerada como empleada doméstica. Sabe que no es nada permanente porque está reemplazando a su prima que acaba de tener un accidente. Así, Linda se muestra servicial y obediente a las órdenes que tienen que ver con su trabajo, pero en sus modos o detalles que no tienen que ver con los resultados es más bien suelta, como en su afán por no usar uniforme al ser impráctico y sobre todo innecesario.
La familia es tipo: esposa, esposo, hija, hijo. Cuatro miembros a los que la presencia de Linda no les será para nada indiferente. Desde que aparece, su personaje atrae miradas: Linda no tiene que hacer nada más que estar presente, ser. Suárez interpreta a su personaje desde actitudes más bien frías o desenfadadas, una mujer opaca y auténtica al mismo tiempo. Pero un acercamiento demás, un roce de pieles, un gesto ínfimo son suficientes. Impoluta, es capaz de cargar de ambigüedad a su Linda aunque se desluce un poco en el forzado acento del interior.
Cada miembro de la familia tiene un rol bastante marcado. La mujer (Julieta Cardinali) está a cargo de la casa, de que las cosas estén en orden, de la organización (el trabajo manual, ya lo sabemos, recae en la empleada). El hombre (Rafael Spregelburd) es el proveedor, el que se la pasa con el teléfono pactando y haciendo negocios para que puedan seguir manteniendo ese estilo de vida. Los hijos son distintos entre sí: ella (Minerva Casero) tiene una pareja fija desde hace años y planes de estudiar y hacer una carrera; él (Felipe Otaño) se levanta a cualquier hora y su único plan parece ser gastar el dinero de sus padres sin preocuparse. Cada uno de ellos buscará un acercamiento hacia Linda acorde a lo que son y desean. ¿Y cómo desea esa gente que aparente tiene o puede tenerlo todo? Si la falta genera el deseo, como dice Lacan, ¿qué les falta a ellos?
A nivel guion, la historia es básica y estereotipada como podemos imaginar. El cuerpo de guionistas conformado por Diego Bliffeld, Luciano Cocciardi, Horacio Convertini, Juan Cordoni, Sabrina Campos, Nancy Gay y la propia directora puso el foco en las tensiones generadas desde sutilezas que van escalando hasta cobrar forma, formas muy distintas con cada uno de estos miembros de la familia. Lo que tienen en común es que a nivel jerárquico ellos siempre están por arriba de Linda, poniéndola en una situación mucho más incómoda que simplemente objeto de deseo (que de por sí no es cómoda).
Wainstein filma de manera elegante y sabe encuadrar en función de la narrativa. Y las formas de mirar y acercarnos son fundamentales en esta historia.
Si bien a nivel actoral, sus protagonistas entienden y cumplen bien sus respectivos papeles (en especial las mujeres del elenco), a cada uno de estos personajes les falta desarrollo, como si no pudieran salirse del cliché, del lugar común (el niño rico malcriado, la joven del interior que viene a trabajar y enviar dinero a su familia, el patriarca cuyo poder radica en lo que tiene en su bolsillo, etc).
Las diferentes dinámicas es lo que mejor logra desarrollar la película que nunca termina de aprovechar el juego que hace con la sátira, que le pide más intensidad, exageración. Así, el humor o el erotismo aparecen de una manera liviana, como si la película no se decidiera entre ser más seria o dejarse llevar. El argumento, que gira en estas semanas con Linda y luego la organización del aniversario de Plata del matrimonio, resulta soso sin algo más, sin una mejor construcción de estos climas opresivos. Y lamentablemente, Linda la película termina luciendo demasiado plana.
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