«Final Destination: bloodlines» (Lazos de sangre): una década después, la Parca vuelve a despertar

La verdad es que cuando supe del retorno de la saga «Final Destination» tuve mis dudas acerca de si era una buena idea… Siento que hay poco original en el género y volver sobre ideas transitadas quizas no sería la decisión correcta.
Sin embargo, estaba equivocado. «Final Destination: Bloodlines» nos sumerge en una aterradora herencia de fatalidad. La película se inscribe en una tendencia fascinante dentro del cine de terror contemporáneo: explorar cómo los traumas del pasado se incrustan en las generaciones futuras y las condicionan. Aquí la idea es mostrar cómo una «maldición», persigue y acecha a una familia a lo largo de varias décadas, esperando el momento para cobrarse un desvío accidental.
Todo inicia allá por el año 1959, en un edificio alto y exclusivo, donde se inaugura un restaurant cuyas medidas de seguridad, parecen más bien deficientes, desde el primer momento. Allí conocemos a Iris, interpretada en su juventud por la prometedora Brec Bassinger, y a Paul (Max Lloyd-Jones), su novio y futuro marido. 

En medio de la celebración, la rubia dama, tiene una visión catastrófica del inminente colapso del edificio y, en un acto desesperado, logra alertar a varios asistentes, salvándolos de una muerte segura. Esta secuencia inicial, mas allá de haber sido generada con CGI, es intensa y fuerte y demuestra, que siempre las secuencias «catastróficas» en la apertura, suman.
La trama luego salta al presente, donde conocemos a Stefani Reyes (Kaitlyn Santa Juana), quien durante el último tiempo ha tenido pesadillas siempre relativas a ese inicidente donde su abuela era la protagonista. Más temprano que tarde, ella descubrirá que sus sueños la conectan directamente con Iris (Garbielle Rose en el presente) y que hablar con ella puede ser la puerta a entender las sensaciones que la atraviesan…
La señora, se encuentra atrincherada en una casa alejada, intentando escaparle a la muerte, y al recibir a Stefani, baja la guardia y luego de explicarle que toda la familia está en peligro, la Parca se hace presente para marcar el fin de sus días y acelerar el conflicto a todos los sobrevivientes de aquella catastrófe décdas atrás, porque técnicamente su círculo cercano, Charlie (Teo Briones), Julia (Anna Lore), y Bobby (Owen Patrick Joyner), no deberían haber nacido…

La conexión genealógica es el motor principal del horror en «Bloodlines». Las muertes se generan a través de «accidentes» cada vez más elaborados y sangrientos (acá la saga muestra que todavía hay espacio para seguir creciendo) donde la invisible muerte va a intentar cerrar el linaje de aquellos que escaparon al colapso del edificio. La película explora cómo el trauma y la fatalidad pueden transmitirse a través de las generaciones y lo hace en forma correcta, transitando caminos ya explorados por los fans de la saga.
Donde brilla «Final Destination: Bloodlines» es en su inventiva macabra para explicitar muertes «accidentales» con coreografías logradas (si así se pueden decir!) para los asesinatos que realiza nuestra amiga la Parca. Es interesante ver cómo objetos cotidianos pueden ser armas mortales y como su combinación espacial mete miedo. Tiene alguna conexión lejana con las máquinas y trampas de «Saw» pero… funciona.
Más all a de eso, aquí se continúa la tradición de la franquicia de explorar el libre albedrío, el azar, y la clásica pregunta: ¿pueden los personajes realmente escapar de sus destinos predeterminados?


Nota saliente para la presencia final de Tony Todd, como el enigmático William Bludworth, quien añade una capa de melancolía y conexión con las entregas anteriores. Todd ya estaba con cáncer en la vida real (falleció hace unos meses a la edad de 69) y aquí tiene una escena donde algo anticipa, además de orientar la búsqueda en un momento álgido para la banda de los primos. Este legendario actor de género se despide por la puerta grande y eso hay que agradecerselo a los directores (uh, no nombramos a Zach Lipovky y su amigo Adam B. Stein, pareja de cineastas jóvenes que vienen de la tv y la animación, quien están a cargo), lo cual suma para los fans del género.
En síntesis, un buen regreso. Más de lo que cualquiera de sus fans podría haber anticipado. Lo cual, es bueno.

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