«Lilo & Stitch»: Ohana significa familia

En el 2002, Disney estrenó una película animada que no tenía a ninguna princesa en su historia. En su lugar ponía en el centro a una niña que vivía en Hawaii con su hermana después de que sus padres se murieran. Una nena a la que le cuesta hacer amigos y una hermana mayor que se tiene que hacer cargo de todo el hogar. Lilo, la niña en cuestión, es problemática, incomprendida, impulsiva y carga con un corazón propio de cualquier infante, la cuestión es que siempre parece estar fuera de lugar.

En otro planeta, un científico crea una pequeña y diabólica criatura, de pequeña contextura pero destructora de todo lo que se cruce en su camino. Cuando le ordenan destruirla, logra escapar y cae en medio de una isla. Esa misma noche que Lilo desde la ventana ve lo que cree que es una estrella fugaz pide un deseo: un amigo. Al conocer a Stitch, quien se hace pasar por un perro muy extraño, entiende que el universo estuvo una vez de su lado.

La actualización en live action, otra de las tantas a las que Disney nos viene acostumbrando en los últimos años, nos introduce la historia a través no sólo de actores de carne y hueso sino de escenarios reales. Una Hawaii que más allá de sus paisajes, sus colores y su cultura, a veces parece invisible: la de quienes la habitan y necesitan hacerse una vida en un lugar que para muchas personas funciona como una especie de limbo mientras se relajan en sus vacaciones.

Si bien Chris Sanders vuelve a decir presente poniéndole la voz a Stitch, ahora dirige Dean Fleischer Camp (Marcel the Shell with Shoes On) quien no se encarga de hacer un simple copiar y pegar escenas y planos, sino que readapta la historia con algunos pequeños cambios. Uno de los más interesantes es lo que tiene que ver con la asistencia social. Tia Carrere (quien en la versión animada le daba voz a Nani, la hermana mayor) hace una presencia hermosa desde su rol de trabajadora social empática dispuesta a ayudar a estas dos hermanas. No se trata de un simple reemplazo del personaje de Cobra Bubbles, sino que éste aparece de otra manera, ahora interpretado por Courtney B. Vance.

De ese estilo hay algunos cambios más. Éstos ayudan a hacer una live action dinámica, entretenida y con gran parte de la esencia de aquella original, una película donde la diversidad aparecía de manera genuina. Desde lo formal, en algún momento se opta por una edición de cortes rápidos, lo que resulta algo extraño en ciertas escenas, probablemente en afán de reflejar el caos que las hermanas están transitando en este momento de sus vidas.

La protagonista infantil es Maia Kealoha, todo un hallazgo. Capaz de transmitir rabia, diversión, ternura, tristeza. Todo el torbellino de emociones por la que su personaje va pasando, que después toma la forma de la presencia de Stitch, como si ahora se le pudiera echar la culpa de lo que en realidad ya sucedía en ese hogar alborotado. Porque cuando esta criatura llega a sus vidas en realidad no hace más que intensificar aquello que ya estaba ahí. Y desde lo técnico sorprende su recreación digital.

Billy Magnussen y Zach Galifianakis dan vida a los humanos con los que se infiltran los extraterrestres Pleakey y Jumba, enviados a buscar y destruir a Experimento 626, a quien en la Tierra bautizan como Stitch. Ellos aportan humor y se convierten en una prueba más de que en esta historia no hay villanos –con respecto a este tema, hay otro cambio significante-, solo personajes que intentan transitar sus diferentes vidas como pueden, y que se equivocan o reaccionan mal. Lilo y Stitch logra destacarse: aunque haya extraterrestres y naves espaciales, se siente cercana.

El humor, siempre imprescindible en estas películas, apuesta al tono familiar y es probable que capte sin esfuerzo las risas de los más pequeños de la sala. Los gags, simple y efectivos, son más propensos a conseguir sonrisas que carcajadas. Algunos extrañaremos algún personaje o alguna escena memorable, pero en general estamos ante una actualización bastante lograda.

Con Elvis Presley una vez más formando parte de la banda sonora, mucha química entre Kealoha y Sydney Agudong (Nani), y un acercamiento realista, esta nueva versión de Lilo y Stitch cumple su cometido. A nivel técnico hay escenas más logradas que otras pero las interpretaciones y los personajes logran dar vida a una historia que divierte y conmueve. La película se convierte en así en una buena presentación para generaciones más jóvenes y un recordatorio para los más viejos de lo que Ohana significa.

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