«Emilia Pérez»: Quererme a mí misma

Llega a carteleras el mismo día que se han anunciado las nominaciones a los premios Oscars, donde arrasó como la más nominada con 13, incluyendo las categorías de Director y Mejor Película. ¿Qué tiene Emilia Pérez que ha logrado que todos estemos hablando de ella?

¿De qué hablamos hoy y ahora?
Hablamos de violencia
De amor, de muerte
De un país que sufre
¿De quién hablamos hoy y ahora?

La primera curiosidad de la película: Emilia Pérez narra una historia que transcurre en México, por lo tanto está hablada casi por completo en español. Sin embargo ninguna de las tres actrices protagonistas es mexicana y alguna ni siquiera habla bien el idioma, lo que hace que a veces no podamos entender bien qué está diciendo. O cantando, porque la segunda curiosidad es que se trata de un musical, algo menos curioso este año donde otra de las películas más nominadas y exitosas a nivel internacional es Wicked. La tercera de las curiosidades es que quien está detrás es un director francés, Jacques Audiard, legendario por la cantidad de tiempo que lleva trabajando pero que, más allá de alguna que sobresale, en general cuenta con una filmografía sobria, modesta.

Emilia Pérez tiene todo para fascinar o para que se la odie. Probablemente si se hubiese tomado menos en serio a sí misma, si parte del elenco no hubiese salido a defenderla de manera agresiva, ni hubiese acaparado tanto una temporada de premios marcada por la intención forzada de celebrar la diversidad, podría haber estado más cerca de lo primero que de lo segundo. Es que es divertida, desprolija, increíble a veces en algunas decisiones… pero en el fondo quiere bajar línea sobre temas importantes que ni siquiera se sienten representados de manera genuina. Eso la termina convirtiendo en una farsa y es lo que enoja a tanta gente que espera ver personajes trans bien representados y retratados o historias latinoamericanas que nazcan desde su propio corazón.

Zoe Saldana interpreta a Rita, una abogada algo desilusionada y resignada a su rol pasivo como mujer en una sociedad donde no puede aspirar a más mientras a su alrededor llueven injusticias y dolor para los más vulnerables. Un día un narcotraficante mexicano y jefe de un poderoso cártel la secuestra y le pide un favor que además la ayudaría económicamente: necesita de su ayuda para cambiar de sexo. El Manitas se convertirá en Emilia Pérez (la actriz española trans Karla Sofía Gascón) y en esa transformación no solo habrá cambiado de sexo, sino que de persona. Se ve obligada a abandonar a su familia, aunque luego quiera recuperarla en el papel de una tía de los niños, a su joven mujer (Jessi, interpretada por Selena Gómez) quien mantendrá un idilio con un mexicano guapo (Edgar Ramírez), y se reunirá con Rita para colaborar con los familiares de desaparecidos a mano del negocio oscuro del que ella misma era parte antes del cambio.

Todo se siente demasiado impostado y exagerado, ridículo. Y esto se intensifica dentro de un musical con números poco destacables, donde casi no se lucen coreografías o puestas en escena. Las canciones, a excepción de alguna, serían bastante olvidables si no fuese porque, hay que decirlo, Emilia Pérez tiene mucho carácter de tiktok viral. A lo mejor en estos tiempos la decisión de sus realizadores no solo fue tratar de entregar una mirada universal (por eso se siente tan poco latinoamericana, se la mira desde afuera y hacia afuera) sino apostar a esos momentos de un minuto o dos que quedan grabados en la mente, sea por la razón que sea.

Si a Emilia Pérez no se la toma tan en serio, nos podemos reír y después cantar canciones con letras o pronunciaciones ridículas. O un guion que parece haber traducido las líneas de diálogos con Chat GPT. «Hasta me duele la pinche vulva nada más acordarme de ti», como dice el personaje de Selena Gómez, tan criticada por su español pero que, en su defensa, hay que resaltar que la película se encarga de contar que su personaje no es de ahí, sino que se trasladó por un marido que de repente la dejó sola.

En todo ese desborde visual y narrativo predominan temáticas de carácter feminista, como la maternidad, el rol de las mujeres en lugares de trabajo dirigidos por hombre pero también otros como la identidad, la justicia, los abusos de poder, la venganza y el amor. Es un pastiche que tiene algunos hallazgos pero en general presenta caos.

Sus protagonistas le cantan a la corrupción, las injusticias, las mujeres valientes, al amor propio. De ese trío protagónico se destaca Zoe Saldaña, la que mayor convicción le pone a lo que está haciendo. Por detrás queda Adriana Paz, la única actriz mexicana, que ha quedado bastante opacada.

Los mayores problemas a nivel cinematográfico no son entonces la falta de representación o la apropiación cultural, sino el puerto al que se dirige. No sorprende que un director como John Waters la haya elegido entre sus preferidas del pasado año y sin embargo otra sería esta película si hubiese abrazado el costado camp y bizarro que su historia tenía para ofrecer. En lugar de eso prefiere bajar línea de manera seria y tan soberbia como la actriz protagonista en la vida real.

Sin dudas se trata de una película audaz y provocadora aunque son más sus fallas que sus aciertos, siendo lo peor el lugar en el que elige posicionarse. Veremos hacia dónde la lleva tanta popularidad y boca en boca: si el tiempo la posiciona en un lugar mejor, si la convierte en una de esas de culto que se disfrutan por su consumo irónico, o si en un año o dos nos la terminamos olvidando.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *