«Beetlejuice, beetlejuice»: un viaje a la nostalgia ochentosa

Tim Burton vuelve a «dar vida» a su clásica peli de culto, «Beetlejuice», Ícono pop de toda una generación.

Cuando supimos de su regreso, muchos nos preguntamos sobre el sentido de continuar las aventuras del personaje delirante que encarna Michael Keaton. Indudablemente la idea siempre estuvo presente en Burton.

Y si, debemos comenzar a decir que, a pesar de la nostalgia y la expectativa que generaba este regreso, la película deja una sensación agridulce: luce correcta, respetuosa de los FX utilizados en su tiempo, pero a la vez, algo lenta, con un guión poco equilibrado y un look que a las nuevas generaciones les cuesta aceptar en forma natural…

Claro, para eso el estudio trajo al proyecto a Jenna Ortega. La actriz, famosa por su oscura versión de «Merlina» (hit en Netflix), es la encargada de conectar generacionalmente al público. Sus fans van a sala a ver más de su costado «oscuro» y eso tracciona el interés para una audiencia no tan ochentosa. Lo cierto es que, en sí, la secuela retoma los elementos que hicieron famosa a la primera entrega: un humor negro irreverente, personajes excéntricos y una estética visual lejos de lo tradicional. 

Sin embargo, esta vez, la fórmula parece haberse quedado estancada en el tiempo. El cine gótico de este tiempo, incluso en su versión ocurrente, juega con un ritmo distinto. Desgraciadamente, «Beetlejuice Beetlejuice» coquetea con la sensación de «ya visto», repitiendo situaciones y gags que, si bien funcionaron en su momento, no todo nostálgico celebraría en la actualidad.

La historia nos trae nuevamente a Lydia Deetz, ahora una mujer adulta interpretada otra vez por Winona Ryder, quien sigue conectada con el mundo de lo paranormal. Ella tiene su show televisivo «sobrenatural» y está de novia con su productor. La calidad de su espectáculo es bastante baja y su relación con su hija adolescente, Astrid (Ortega), no atraviesa su mejor momento. 

La familia (con todos menos con el abuelo, por razones políticamente correctas), se reencuentra a partir de una muerte, en la vieja casa de la colina. Allí, Astrid descubre un objeto oculto en el ático que reabre el portal al Más Allá, que traerá de vuelta, a nuestro gran amigo Beetle. La trama posee varias historias conectadas, ninguna resuelta con gran acierto. 

Sin ir más lejos, la peli abre con la llegada a este universo de la ex mujer del personaje de Keaton, jugada por Monica Belluci, pero toda esa línea de desarrollo (que es, una venganza), se retoma poco a lo largo de la película. Curioso. Hasta me pregunto, ¿era necesario traerla?

Beetlejuice (Keaton), si conserva su humor físico y ácido, haciendo justicia a la importancia de su rol en esta propuesta. Sabe a que juega y lo hace con oficio. Quizás no sea algo rutilante lo del protagonista aquí, pero está en el rumbo correcto. También suma, (para mí, el punto más alto de la cinta), Catherine O’Hara como Delia, la mamá de Lydia, irreverente y con líneas donde critica el sentido del arte moderno y la superficialidad de tal visión.

Pero si bien el elenco da cuenta de la historia con solvencia, el enfoque elegido por Burton, de respetar los FX ochentosos y alejarse del CGI, hace que la audiencia joven crea que están viendo un video retro en MTV de The Cure. Fue una decisión del departamento de arte junto con el cineasta, pero a mi (y eso que tengo más de 50 y ví la versión original en sala), me parece una decisión poco feliz. Más allá de eso, su espíritu familiar (hay versiones interesantes en 4D, con buen doblaje), permite que la atmósfera sea colorida, de alguna manera. 

Burton rinde homenaje a su obra anterior, pero en ocasiones, este tributo se siente más como una mera repetición de fórmulas. La película carece de equilibrio narrativo y su mayor acierto es el carisma de los actores involucrados.

«Beetlejuice 2», puede decirse, es una película que disfrutarán los fans más acérrimos de la primera entrega, pero que puede dejar insatisfechos a aquellos que esperaban una secuela más arriesgada. Hay mucho respeto a las fórmulas originales y quizás se hubiese impuesto un cambio de enfoque más radical para esta nueva etapa del carismático personaje.

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