
BARS25: Un poco de la Competencia Iberoamericana
Algunas líneas sobre una de las películas españolas que forman parte de la Competencia y tres de las argentinas.

El instinto es la ópera prima de Juan Albarracín, quien escribe y dirige la historia de un arquitecto, Abel, confinado a causa de su agorafobia a una casa en medio del campo. Su pareja lo ha dejado pero sigue estando presente para ayudarlo como puede, o mientras tanto él se lo permita, y en su trabajo logró encontrar algunas vueltas para no tener que salir. Pero un día su perro, fiel compañero y única compañía incondicional, escapa de la casa y si bien él sale a buscarlo no lo encuentra. Al rato, un hombre llega en camioneta y le muestra que atropelló a su perro de manera accidental y le entrega el cuerpo para que pueda enterrarlo.
Días después, este hombre José (Fernando Cayo), lo visita y le ofrece su servicio. Es un adiestrador de perros, pero él ya no tiene perro. Entonces lo que le propone es probar este entrenamiento para desarrollar su instinto por sobre esa cabeza, esa mente que le impide llevar una vida normal. Por más extraña que suene la propuesta, José resulta también bastante convincente y Abel ya no siente que tenga mucho por perder, a la larga intentó de todo y sigue preso de su frágil salud mental.
José se muda unas semanas a la casa y junto a Abel llevarán a cabo las pruebas. Una primera etapa de educación, una segunda de obediencia, y paulatinamente las cosas parecen tener un poco de sentido. Pero entre las pruebas cada vez más intensas y algo que parece esconder José (Cayo resulta un villano impresionante), la cosa va escalando y Abel empieza a verse acorralado.
Se trata de un thriller sólido, bien narrado y con buen ritmo que se va tornando cada vez más oscuro y angustiante.

Desde adentro es la nueva película dirigida por Matías Rispau (director de la fascinante Me encontrarás en lo profundo del abismo), esta vez con un guion de Nic Loreti. Protagonizada por Magui Bravi, interpreta a una mujer que largos años atrás vio su carrera y pasión frustrada por una lesión permanente. Encandilada por un hombre llamado Doc (Matías Desiderio), es convencida para hacer de mula: transportar junto a una amiga en sus propios cuerpos unas cápsulas de algo que parece cocaína. Lo que le dicen que sería una operación sencilla se convierte en un infierno cuando son secuestradas en el camino por dos supuestos agentes del narcotráfico.
Rispau narra su película de modo pausado, deteniéndose especialmente en aquellos momentos donde los cuerpos (grandes protagonistas de la historia) sienten con intensidad: en el flashback donde el dolor le anuncia el fin de su carrera, en el sexo mañanero que tiene con el llamativo Doc, en los momentos que la droga hace efecto…
Hablada mayormente en inglés (la película se sucede en gran parte en un lugar que no se precisa pero se entiende extranjero), muchas escenas resultan distantes. Los efectos visuales no logran lucirse y eso impide que ciertas imágenes generen el horror que sí generarían de un modo más realista. Porque el efecto que esta droga provoca en sus protagonistas traen imágenes de criaturas del universo de Rispau. Se siente fría aun ante tanta escena que desborda sexualidad.
El guion es lo más flojo porque no permite desarrollar personajes pero tampoco sus conflictos. Incluso la película parece cerrar antes de llegar a su clímax.

Lo nuevo del ya conocido Eduardo Pinto es un thriller policial que demuestra una vez más su oficio. El guion de Las Nubes se trabajó entre el propio director, Diego Ramos, Gabriel Macias y Natalia Torres. La historia, aunque bastante coral, sigue principalmente a Pablo Prieto (Guillermo Zapata), líder de una banda de ladrones que a su vez trabajan para gente más poderosa. Además de guardar un oscuro recuerdo de su pasado, las cosas no empiezan a salir bien en los últimos operativos.
El elenco es un lujo. Además del protagónico de Zapata, acompañan los infalibles Luciano Cáceres y Diego Cremonesi, Andrea Rincón (que viene demostrando que tiene mucha presencia en pantalla grande), Alberto Ajaka, Pablo Pintos y Daniel Fanego, quien junto a lo que hace en El Jockey se despidió del mundo de manera inolvidable.
Se trata de una historia de redención en el medio de un policial con tintes políticos, que tiene por un lado a esta banda que intenta lidiar como puede con cada altercado pero cada vez les cuesta más lidiar con ellos mismos, y por el otro a la policía que quiere atraparlos, que parece estar cerca hasta que el poder mete la mano y vuelve a retroceder. Entre la galería de personajes hay además historias de amor y de fraternidad.
Rodada de manera bella, aprovechando en especial esos largos espacios abiertos y los cielos cargados de nubes, Pinto además se permite además hablar de la libertad, de lo que significa para unos y para otros. Pero por sobre todo habla de las segundas oportunidades y de cómo a veces, aunque creamos que ya estamos condenados, una acción noble nos puede abrir la puerta a algo parecido a la salvación.

El director Alejo Rébora, de la productora independiente Sarna Cine Punk, escribió junto a Matías Oniria esta sexta película. 7 vidas cuenta cómo la vida de Jorge, quien es contratado para el aparente simple trabajo de cuidar a un gato a cambio de quedarse en el departamento, corre peligro luego de que éste aparezca muerto. Pero no es con lo único que tiene que lidiar: aparece una muchacha diciéndole que es la reencarnación de aquel felino y le pide ayuda para descubrir quién fue el asesino que lo envenenó. ¿Cómo un asesino de gatos no es lo mismo que un asesino de humanos?
La película se sucede toda dentro de ese particular edificio, manejado por completo por la IA (una problemática que está apareciendo de manera cada vez más frecuente en estas producciones, cuestionando cuánto realmente nos beneficia), aunque todavía algunos porteros queden ahí haciendo labores cada vez más anticuadas e innecesarias.
Aunque se trate de una producción muy modesta, lo cierto es que está tan bien aprovechada que se permite crear todo un mundo propio. Los protagonistas, y nosotros con ellos, recorren los diferentes departamentos de cada extraño vecino, los pasillos, los balcones, la terraza… entre la comedia negra y fantástica y el thriller de ciencia ficción.
Maia Barrio sobresale con su interpretación felina, impregnando de cierto grado de ternura a la película, que acá comienza a diferenciarse del tipo de cine punk al que nos tenían acostumbrados. Novedosa, divertida, ingeniosa, una pequeña gema.