«Twisters» (Tornados): Como en aquellos tiempos
Hubo una época en la que los estrenos de películas catástrofe eran grandes acontecimientos para el cine. Siempre estuvo esa coincidencia en pensar que se tratan de un tipo de película cuya experiencia nunca sería la misma fuera de la pantalla grande. Durante los 90s los grandes estudios entendieron esto y produjeron una linda cantidad de películas con enormes inundaciones, erupciones volcánicas, terremotos… En esa corriente aparece Twister, una película del holandés Jan de Bont que tiene como protagonistas a un grupo de chiflados que persiguen tornados con el fin de estudiarlos y así poder pronosticarlos con mayor anticipación.
Ver hoy aquella película sigue siendo un deleite. No solo por su elenco irresistible e inolvidable y la nostalgia tan propia de estos tiempos, en especial para quienes vieron aquellas películas cuando salieron, sino también por lo bien que los efectos especiales lucen tras el paso de tanto tiempo. También se le pueden sumar un puñado de momentos icónicos, como la imagen de la vaca volando.
No parecía fácil entonces la tarea del director Lee Isaac Chung (que venía de dirigir Minari, una película encantadora pero pequeña y modesta en su forma), de traerla a estos tiempos. Twisters es una especie de recuela (como nos explicaron en la Scream de la última generación), es decir que se trata de una actualización, una secuela combinada con un reboot. La historia se sucede varios años después de aquella y al mismo tiempo repite ciertos patrones y estructura de una manera moderna y fresca. Los personajes de Daisy Edgar-Jones y Glen Powell no son tal cual los que interpretaron Helen Hunt y Bill Paxton respectivamente; algunos hechos y rasgos parecen haber sido intercambiados. Por ejemplo, el equipo que trae de nuevo a Kate (Edgar-Jones) a perseguir tornados rememora a aquel que en la original era comandado por ese villano que le tocaba interpretar a Cary Elwes. Su opuesto, Tyler (Powell), es una especie de vaquero pero también personaje de youtube, y es presentado como aquellos famosillos efímeros que provocan las redes sociales, tan propio de estos tiempos. El guion de Mark L. Smith y Joseph Kosinski (director de Top Gun: Maverick, otra película que trajo la nostalgia y terminó reviviendo el cine como experiencia colectiva) los hace ir de manera predecible desde esa presentación donde chocan (la profesional seria y el descontracturado que parece divertirse sin tomárselo con seriedad) hasta desarrollar sus personajes y su relación agregando capas y confirmando que las primeras impresiones no siempre son las correctas.
Y como no podía ser de otra manera, los tornados. La ciudad de Oklahoma invadida por una sucesión de tornados que no da tiempo a nada. La motivación principal de los protagonistas es la de ayudar a la gente, a las víctimas que pueden perder sus propiedades, sus pertenencias, pero también gente querida o su propia vida a causa de estas catástrofes. La adrenalina es un ingrediente extra.
En esa especie de prólogo en donde nos presentan parte imprescindible de la historia de Kate, aparece Dorothy, igual a la que usaban en los 90s, como muestra de algo que ha logrado perdurar pero que sí, es posible mejorar y traerla a estos tiempos. Se la quiere y se la homenajea entonces utilizándola como base y expandiendo las referencias a The Wizard of Oz.
Toda la película se sucede así, entre el amor y el homenaje pero también sabiendo despegarse y cobrar vuelo propio. Con todo lo que esperamos ver en la sala de cine: muchos tornados, personajes que se ganan nuestro cariño, clichés varios y algo de romanticismo. No es poco, incluso parece mucho para una época de tantas remakes y secuelas innecesarias. Twisters también es innecesaria, como un montón de otras películas, pero es tan disfrutable y consciente de lo que el público quiere que no teme meter un F5 (el temido “dedo de Dios”, como la llaman en la original) ni bien inicia la película.
Una historia simple, una pareja protagonista carismáticas, buenos efectos y escenas de acción, un ritmo desenfrenado; algunos elementos que hacen que Twisters funcione sin muchas pretensiones al mismo tiempo que nos recuerda que en una época había calles con varios cines por cuadras que se llenaban durante las vacaciones de invierno.