«Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales» (Piratas del Caribe: La venganza de Salazar): Sparrow otra vez en apuros

En una Hollywood colapsada por secuelas y sagas no sorprende, más allá de los seis años que hubo en el medio entre la última entrega y esta en cuestión, que haya regresado uno de los piratas más famosos y carismáticos del cine. Esta vez dirigida por la dupla que hizo la nominada al Oscar, Kon-Tiki, los noruegos Joachim Rønning y Espen Sandberg, se puede decir que Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es la primera de las secuelas que se encuentra a la altura de La maldición del Perla Negra, aquella película que sorprendió y cautivó con la temática aventurera de piratas.

En cierto modo, La venganza de Salazar parecería ser una especie de reinicio de la saga ya que a nivel narrativo tiene mucho de la primera parte. Dos jóvenes que se ven inmersos en un mundo de piratas, acá el hijo de Will Turner y una joven astrónoma que es acusada de bruja por sus adelantados conocimientos de ciencia, el pirata en cuestión (el infaltable Johnny Depp), un villano (Javier Bardem) y algunos elementos y personajes más, como el regreso del Capitán Barbossa en manos del gran Geoffrey Rush.

Entre este grupo de dispares personajes habrá un objetivo en común, conseguir el tridente de Poseidón, el cual cada uno desea para fines personales (romper la maldición que ata a su padre al hundido barco Holandés Errante, completar un mapa de estrellas que podría llevar a conocer quién fue su padre, o simplemente convertirse en el más poderoso del mar).

En La venganza de Salazar hay un rejunte de tramas y peripecias, tal como la película de aventuras que es lo precisa. Y en algún momento ese barco se pierde un poco y se lo siente a la deriva, pero por suerte luego logra encontrar su rumbo. Los jóvenes Brenton Thwaites y Kaya Scodelaria le aportan mucha frescura al film, especialmente Scodelaria en esa especie de joven Elizabeth Swann, una mujer inteligente que nunca será una damisela en peligro esperando ser rescatada.

Depp agrega una cuota de su excentricidad, pero muchas veces se lo siente un recurso agotado; muchas escenas apoyadas solamente en él, en la idea de ver a Depp como un pirata borracho, no causan mucho más que la sensación de repetición sin gracia, en cambio cuando el guión acompaña a su personaje y lo hace interactuar más con su entorno, éste sale mejor parado.

Siempre es agradable ver a Geoffrey Rush y Javier Bardem entabla a un villano que cumple, aunque no llega a ser lo sumamente poderoso a nivel cinematográfico. Claro que está la ya conocida y promocionada participación de Paul McCartney, la cual convierte a Jack Sparrow en el pirata más cool del mundo, con un papá rolling stone y un tío beatle. No obstante, es más un gusto que se dieron (los productores y seguramente el propio Paul), ya que a nivel narrativo no aporta nada.

La venganza de Salazar será especialmente disfrutada por aquellos a quienes les gustó la primera entrega (si les gustaron el resto, con más razón), y es a ellos a quien parece estar dirigida. Esto se ve más que nada en el último tercio, donde hay una sorpresa que le da mucho valor a todo el film.

Y por último, recordar que después de los créditos siempre hay una escenita más, en este caso quizás una más importante que la de las películas anteriores porque podría estar indicando para dónde apuntará la saga en futuras entregas. La quinta parte de esta saga vuelve a poner en buen camino a los piratas, más allá de algunas falencias y sobrecargas narrativas y un Johnny Depp algo agotado.

Piratas del Caribe: La venganza de Salazar es entretenida y con una dosis necesaria de emoción cerca del film que hará que valga cada centavo de la entrada.

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