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“Prisoners” (La Sospecha): Horas desesperadas

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Hay películas que son para relajarse, para pasar un buen rato, sumergirse en un mundo ajeno y olvidarse por un rato. Hay otras que exigen un compromiso del espectador con lo que está viendo, hacen un planteo, pueden ser incómodas, duras, y también suelen ser las mejores opciones para el público a priori. «La sospecha» entra en el segundo rubro, ni siquiera se propongan entrar a sala si quieren distenderse.

Denis Villeneuve es un director canadiense de prolífica trayectoria, recién alcanzó el reconocimiento con su anterior film, el también potente Incendies (el cual tuvo una logradísima puesta teatral local este año), y como es sabido, un éxito inesperado abre las puertas de Hollywood. Entonces, el mayor mérito de Villeneuve es no haber resignado ni un poco de su crudo estilo ante una producción claramente más grande.

Es la festividad de acción de gracia y Keller y Grace Dover (Hugh Jackman y Maria Bello, respectivamente) se dirigen junto a sus dos hijos a una reunión con una familia amiga, los Birch.

Algo enturbia la tranquilidad de la velada, las hijas pequeñas de ambas parejas van a buscar un silbato de cazador a la casa de los Dover y nunca regresan. A partir de ahí se desata la tragedia, el detective Loki (Jake Gyllenhaal) es asignado al caso y tiene un vitae intachable.

Los datos apuntan a un joven con retraso mental (Paul Dano) que había estacionado una motor home frente a la casa de los Birch; pero las pruebas no son suficientes para inculparlo y dejarlo detenido. De ahí en más, que deparará el destino de los Dovers y los Birch será un verdadero acto de desesperación, y el espectador deberá decidir si comprender o reprochar la difícil decisión que toma Keller.

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La sospecha es un film sin concesiones, ni Villeneuve, ni el guionista Aaron Guzikowski, se proponen un juicio de valor, mucho menos analizar los hechos por arriba en busca de un lugar tranquilo y feliz. Son muchos los interrogantes que plantean, morales y discursivos.

Como ya lo demostró en Incendies, Villeneuve tiene mano para contar historias ásperas, pincelar con una fotografía áspera, casi oscura u ominosa, abundan los planos generales, y también los primeros planos en busca de emociones que dicen más que mil palabras.

Con un puñado de brillantes interpretaciones, Hugh Jackman vuelve a demostrar que puede moverse tranquilamente como un ser carismático y galante, o como alguien oscuro y mundano. Jake Gyllenhaal y Maria Bello vuelven a plantearle a la industria por qué no reciben más roles protagónicos, a ambos les alcanzan gestos mínimos para saber todo lo que sucede dentro de sus personajes.

Lo mismo para Viola Davis y Terence Howard como los Birch, un matrimonio ¿arrastrado? Por una decisión que ¿no tomaron?.

Párrafo aparte para Paul Dano y Melissa Leo, lo mejor de una película a la que le sobran los elogios.

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En tiempos en donde los planteos morales sobre situaciones criminales/delictivas están en la boca de todos, un film como «La sospecha» resulta casi necesario, cada uno elegirá de qué lado ubicarse, a quién comprender y por quien sentir lástima o remordimiento, eso sí, no saquen conclusiones apresuradas hasta el final, como suele suceder en la vida real, la verdad suele ser mucho más compleja de lo que imaginábamos.

Anexo de crítica por Rolando Gallego

El director de “Incendios”, Denis Villeneuve, vuelve a los cines con un thriller que costó casi 50 millones de dólares y que apunta a desestructurar los clásicos esquemas de películas de gente “desaparecida”.

Protagonizada por un elenco de lujo que tiene a Hugh Jackman, Jake Gyllenhaal, Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Melissa Leo y Paula Dano, el director logra plasmar la psicología de cada uno de los personajes con mucho tiempo y eso es lo más interesante..

Temáticas y valores como la familia, el trabajo, la rutina, las creencias, son puestas en duda y en juego. Es como un barajar y dar de nuevo hasta que se empiezan a mezclar los conceptos de torturador y torturado en una pequeña localidad.

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Día de acción de gracias. Dos niñas desaparecen. En la cara de todos sus familiares. Nadie vio nada. Excepto una vieja casa rodante. La desesperación de los padres llevada al extremo en escenas con silencios y diálogos desgarradores.

¿Cómo es que nadie vio nada? ¿Por qué no detienen al único sospechoso? ¿Qué hace la policía mientras la familia sigue esperanzada en la aparición con vida de las menores?

Algunas preguntas sin respuestas son manejadas de manera radical por los padres de las niñas, hasta el punto que su fe y su bondad roza el límite de lo ilegal.

Villeneuve construye una película con indicios esparcidos minuto a minuto. Si por momentos la desazón se transforma en iluminación es porque en oportunidades la identificación se va cambiando del sospechoso al sospechado.

Gyllenhaal interpreta a un detective que intentará ayudar a las familias de las niñas con todos los tics de los clásicos policiales y el distanciamiento necesario para generar un verosímil afectivo.

En el otro punto se encuentran Jackman y Howard, como los padres de las niñas desaparecidas. Débiles por momentos y por otros fuertes, luchando con sus propios demonios y vicios.

El zoom nos acerca a los espacios, nos introduce en los lugares en los que los personajes son y dejan de serlo. Secuencias oníricas para intentar explicitar los pensamientos de los padres que irrumpen y disrrumpen la linealidad y tranquilidad del relato.

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Otro gran logro de Villeneuve es la composición de los protagonistas a través de los detalles. Los sospechosos son caballeros enigmáticos, con alguna característica visual y tics obsesivos, mientras que los familiares son construidos desde la utilización de ropa “aburrida” y “sin vida”.

Sobre la religión se va y se viene todo el tiempo. Por momentos se la idolatra, y en otros momentos la fe es lo peor que se pudo tener.

Película larga, abrumadora, pero con un gran trabajo de dirección y actuación, “La sospecha” tiene el sello de autor que siempre queremos en las convencionales estructuras argumentales.

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