«Never let go» (No te sueltes): La protección de una madre
a una mujer
si alguna vez se hace madre
o no
en las puntas de los dedos
tienen que crecerle garras.
-Marina Yuszczuk
Desde su impresionante e intensa «Haute Tension», el director francés Alexandre Aja trasladó su carrera a Estados Unidos, oscilando entre algunas remakes («The Hill Have Eyes», «Mirrors»), adaptaciones («Horns») y una última tanda de guiones originales («Crawl», «Oxygen»), siempre dentro del cine de género. Protagonizada y producida por Halle Berry, «Never let go» es la historia de supervivencia de una madre con sus hijos gemelos en medio del bosque.
Que afuera está el Mal siempre al acecho. Que la casa de madera antigua los protege. Que cada vez que salgan tienen que ir atados de una soga de la cual no deben soltarse. Que si se sueltan los monstruos los agarrarán. Que son lo único que se tienen. Que afuera ya no hay mundo, sólo Maldad. Eso les cuenta y les inculca la madre a sus hijos.
Aprendieron a comer de lo que cazan y de lo que pueden sembrar. Las excursiones al exterior son siempre al resguardo de la soga que no tienen permitido cortar ni desatar. La mujer ve a los demonios, los siente respirar en su nunca. Los niños, no, son demasiado puros y por lo tanto la presa más deseada.
Han aprendido a convivir y sobrevivir en ese encierro a través de reglas muy precisas e irrompibles. Pero los niños empiezan a crecer y uno de ellos, Nolan, a cuestionar los métodos de una madre demasiado protectora y dura en sus enseñanzas.
Es difícil hablar sobre la película sin contar mucho más. Lo cierto es que Ajá ha demostrado ser un director eficaz, que entiende el género y que de la mano de un buen guion no decepciona, aunque tampoco tenga una carrera tan destacable como aquella película que lo catapultó podría haber pronosticado. «Never let go» tiene una segunda mitad mucho más interesante que la primera, donde se pueden intuir algunas vueltas pero es algo reiterativa, como las insistencias de su madre en nunca soltarse.
También ha demostrado Ajá ser muy bueno a la hora de aprovechar los espacios, ya sean cerrados, como en algunas de sus películas anteriores, como abiertos. Aquí hay una buena combinación de ambos, de la claustrofobia de la casa que promete resguardarlos y de lo vasto del bosque y los peligros de un exterior desconocido.
Si bien en esa cotidianeidad que crearon en medio de un mundo distópico puede rememorar a «A quiet place», hacia el final la película recuerda inevitablemente a Shyamalan con algunas de sus vueltas y revelaciones. Pero el fuerte se encuentra en esa figura de madre, esa mujer que acarrea sus demonios e intenta no traspasárselos a sus hijos. La interpretación de Halle Berry al respecto no decepciona, la actriz logra imprimirle a su personaje fortaleza, intensidad, convicción y temor. Y se destacan además los protagonistas infantiles, Percy Daggs IV y Anthony B. Jenkins.
Con buenas atmósferas y un terror latente, quizás en su narrativa resulta un poco convencional y subrayada, aun así estamos ante una buena película de género, eficaz, entretenida y con algunas ideas que quedan sobrevolando sobre la maternidad, la protección y sobre todo la maldad. Quizás sucede que todos cargamos con una oscuridad en nuestro interior, algunos solo son mejor que otros para convivir con ella.