
«Mensaje en una botella»: Una nueva oportunidad

Después de Días de vinilo y Casi leyendas, este tercer largometraje de ficción de Gabriel Nesci (también director de la serie Todos Contra Juan y co-director del documental Los Knacks: Déjame en el pasado) introduce un elemento fantástico a la comedia romántica. Protagonizada por Luisana Lopilato, sigue a una mujer de mediana edad que tras haber perdido a su padre y fracasar con relaciones que no la llevan a ningún lado, deposita algo de esperanza en un concurso donde alguna vez tampoco le fue bien de sommeliers de vino, rama que heredó de su padre. Cuando su realidad parece a punto de terminar de desmoronarse, recuerda una anécdota con él: le cuenta que es capaz de mandarse mensajes al pasado a través de una botella de vino y que se dirigen al año de la cosecha. Sin creer que fuese posible, como haciéndose un chiste a sí misma, hace un primer intento.
A partir de ese momento, la protagonista irá y vendrá tratando de encontrarse y reencontrarse consigo misma, de remendar errores y reescribir parte de su historia. Como toda historia sobre viajes en el tiempo el llamado efecto mariposa dice presente y cada cosa que cambie tendrá su consecuencia en el futuro.
Con enamorados a los que no les dio una oportunidad, affaires que prometieron más de lo que brindaron, relaciones que no funcionaron y encuentros casuales que a veces dejan marcas inesperadas, uno de los principales aciertos es el de poner como protagonista a una mujer que si bien comete errores, hace de su vida lo que quiere, o lo que le sale, y Nesci no la juzga. Sí quizás la hace orbitar demasiado en torno a los hombres y descuida el desarrollo de relaciones como el de sus amistades femeninas.
Para ser una comedia, la película se torna un poco larga –sobrepasa las dos horas de duración- y se enreda en la cantidad de personajes que presenta y que van a ir apareciendo en los diferentes momentos y líneas de tiempo. Más allá de eso, el humor funciona para mantener siempre el ritmo. A esto se le suma un soundtrack atractivo (en una película donde, a diferencia de sus anteriores, esta vez la música no es un personaje más de todos modos se permite hacer sonar a The Police, Neil Diamond, Tom Petty y Fleetwood Mac) y una cantidad impresionante de cameos, algunos sorpresivos e inesperados.

Lopilato lleva adelante su protagónico de manera efectiva y solo le juega en contra el uso de pelucas que se notan artificiales. Benjamín Vicuña sorprende una vez más con su desempeño en la comedia. Gabriel Corrado haciendo de él mismo y en cierto modo burlándose de su condición de actor caído en desgracia por el paso del tiempo es la frutillita del postre. También pululan por ahí Rafael Spregelburd, Inés Estévez, Valeria Lois, Luciano Cáceres, Luis Machín, Benjamín Amadeo y Eduardo Blanco, entre otros. La clave está en que cada miembro del elenco se entrega a la propuesta de manera convincente.
Rodada en Mendoza, la provincia se convierte en el escenario ideal para esta historia donde el vino es un protagonista más. Sin dudas se trata de una producción importante (carga el nombre de Amazon Prime Video) y Nesci lo sabe aprovechar.
Un pasado que no nos estanque, una reconciliación necesaria para poder mirar hacia adelante, entender que de aciertos y errores está hecha la vida y eso es lo que nos hace humanos. Siempre estamos a tiempo de tomar una segunda oportunidad, quizás hasta una tercera, mientras la vida siga. El guion, escrito por el propio Nesci, consigue profundizar en los vínculos que realmente importan, aquellos que aun cuando la persona ya no está se mantienen vivos en nosotros.
Al final de los créditos hay una sorpresa más. Ideal para ir a verla y al salir invitar a tomar un vino a esa persona que querés.