“Making Off Sangriento: Masacre en el set de filmación”: ¡Este rodaje es la guerra!
Si uno ve el afiche de Making Off Sangriento: Masacre en el set de filmación se adivina claramente “influencias” en el afiche de Diablo de Nicanor Loreti. Es que es obvio, una película como esta es deudora de aquel film con Juan Palonino y Sergio Boris, no tanto en su contenido como obra que pertenecen a géneros distintos, sino en lo que aquella significó, la llegada a salas comerciales, y el reconocimiento de un público amplio a aquel cine trash, under, por años caracterizado como “de nicho”.
Junto al crecimiento de esta “subespecie” (queremos tanto a Full Moon) de films nacido de jóvenes estudiantes de cine que querían ver un cine argentino distinto, de género, y que no le tema al extremo; fue naciendo otro, el de los estudiantes más “serios” aquellos que atrapan al cine contemplativo, de largas tomas, sonidos ambientes, y silencios profundos y metafóricos. Sí, se declaró la guerra de bandos, y «Making Off sangriento» es un germen salido del primer ataque del “bando” clase B.
¿Cuánto cine dentro del cine vimos? Mucho, pero poco como este; quizás podríamos nombrar una lejanía a La sombra del vampiro, o más cercana a ese deliro poco reconocido que es la australiana Cut; aun así, todas “bebé de pecho” frente a lo que aquí veremos. Un grupo de estudiantes se enfrenta a su trabajo de tesis, es de los que les gusta el cine contemplativo.
Pero a la suma de nervios y estrés habituales deberán sumar otra cosa, la muerte de dos integrante del grupo. La filmación se detiene por un período, pero no indeterminadamente, el rodaje se retoma, y las muertes se suceden otra vez; a lo cual se suma un detective que intentará esclarecer la situación antes que todo el set se bañe de sangre. No esperen acá las medias tintas, los directores Hernán y Gonzalo Quintana ponen todo lo que hay que poner para que el manifiesto de principios sea claro y contundente.
«Making Off Sangriento» es una parodia franca, una burla terrible a los estereotipos del estudiantado de cine que aspira ser “un artista”. Ningún personaje está delineado a la ligera, todo, hasta el más intrascendente, responde a un correlato real, lo que permitirá una inmensa identificación. No podemos adelantar demasiado de los personajes para que la gracia sea mucho mayor al descubrirla (atentos a ese director, por favor), sólo tiraremos un par de datos, presten atención a los nombres y apellidos, a las actitudes y frases, y al destino de cada uno.
También podríamos hablar de un Scream lisérgica y moderna, los personajes hablan de cine, y hacen constantes enumeraciones, hasta hacen referencias en los momentos menos indicados. Un párrafo para advertir que la película puede incomodar a algún “timorato”, sepan que es cine orgullosamente B o hasta Z, con la remera bien puesta, lo que significa, tripas, litros de sangre, exageraciones de todo tipo, escenas que rozan el mal gusto de todo tipo, y una gracia incontenible.
Quienes estamos en este medio leemos seguido cómo llegan las críticas de un lado hacia el otro, y «Making Off sangriento» es una muestra cabal de esto, y por ese sólo hecho, el estreno en sala comercial de este tipo de films debe ser sumamente celebrado.
Hechas las salvedades del caso, cada uno sabrá a qué público pertenece, y los Quintana no engañan, hicieron la película para su público. Un producto muy divertido, descontracturado, filmado con pericia, con recursos mínimos (como debe ser), que no le teme a nada, y pega ahí donde tiene que pegar. Amantes de género, bienvenidos a esta, su fiesta.