«Immaculate» (Inmaculada): Llena eres de gracia

La joven actriz Sydney Sweeney, que pegó un importante salto a la fama con la serie Euphoria y terminó de consolidarse como la estrella del momento con la rom-com Anyone But You, protagoniza y produce esta película de terror

Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

El cine en general pero en particular de terror parece tener actualmente un interés por las monjas, esas figuras religiosas que representan la divinidad, la mujer que entrega su vida a Dios de manera obediente, sumisa, casta y humilde. Inmaculada es una película para la cual la actriz Sydney Sweeney audicionó allá por el 2014 cuando tenía 17 años. Como tantos proyectos, este no logró materializarse y quedó abandonado pero no olvidado. Cuando Sweeney se hizo un nombre en Hollywood puso manos a la obra y se encargó de contactar al escritor, revisar el guion, contratar a un director y encontrar financiación. Más allá del resultado, hay que destacar el ojo de la joven actriz; después de un gran éxito en taquilla en Estados Unidos llega a salas argentinas.

Más allá de estos datos del contexto, vale destacar que Inmaculada bebe de un cine de terror de antaño, en especial de aquellas películas nun-explotaitons que poblaron la década del 70 pero también del cine de terror italiano, que supo caracterizarse por historias retorcidas con un consciente uso de la estilización. Pero al mismo tiempo no consigue escapar de ciertas fórmulas presentes en casi todo el cine de terror norteamericano sobre todo.

La trama la encuentra a Cecilia llegando a Italia, una joven con deseos de cumplir su vocación que acaba de ser convocada por el padre Tedeschi (interpretado por el actor español Álvaro Morte). Lo que cree que será una estadía tranquila al cuidado de unas ancianas monjas pronto se le va tornando extraño. En ese siniestro convento hará algunas amistades y enemistades pero también habrá oscuros secretos y un sacrificio que quizás no esté dispuesta a llevar a cabo.

Dirigida por Michael Mohan (quien ya había trabajado con Sweeney en aquel thriller erótico que bebía de La Ventana Indiscreta, The Voyeurs) y escrita por Andrew Lobel, Inmaculada se adentra en el mundo de los conventos, de los religiosos que viven dedicados por completo a su fe, pero desde el lugar del que está afuera, del que es ajeno. Si bien a la protagonista se la siente entusiasmada en ser parte de eso, no es capaz de hacerlo de manera ciega, como aquellas personas fanatizadas que no pueden ver más allá de sus propias creencias, por más extremas que a veces resulten. Es que se trata de una joven a punto de convertirse realmente en una mujer, no del modo en que se habla de una niña que se convierte en mujer cuando le llega la menstruación por primera vez, o cuando tiene sexo por primera vez, ni tampoco cuando se convierte en madre; curioso la cantidad de maneras que tiene la sociedad a veces de querer forzarnos a hacer cosas en pos de convertirnos en mujeres. No, hablamos de madurez, de tomar las riendas de nuestro destino, las decisiones sin dejarse llevar por los pensamientos de alguien más.

Immaculate se presenta, gran parte del marketing lo confirmó (se utilizaron los ataques de espectadores cristianos para promocionarla), como polémica por la crítica que hace a ciertos aspectos de la historia religiosa. Como podemos suponer, y tratando de no caer en el spoiler, con lo que tiene que ver con la figura de la Virgen María, su embarazo y el dar a luz a Jesús. Hay una fuerte impronta feminista que se acentúa en esa poderosa escena final, la cual logra elevar un poco una película que hasta el momento generaba un buen misterio pero a base de mucha repetición y jump scares. Cuando la trama en su segunda mitad se torna excesiva y sí, algo ridícula incluso, es cuando mejor le sale. Cuando más se parece a aquellas exploitations que no era necesario tomarnos del todo en serio pero que nos generaba un buen entretenimiento con sus ocurrencias y, sobre todo, con su buen uso del gore.

Sin ser muy original pero con elementos que sin duda generan atracción desde el vamos, Immaculate logra destacarse en especial por la intensa interpretación de Sydney Sweney, quien pasa de joven inocente a darlo todo en esa poderosa y brutal escena final que confirma que es una actriz que llegó para quedarse. Entre el drama, la comedia romántica y el terror, la actriz demostró un rango que pocas veces se ha visto a su edad y acá un compromiso que fue más allá de su rol.

Lamentablemente, en su impronta entre feminista y blasfema Immaculate no resulta muy sutil y se queda corta, sin terminar de explotar aquello que la hacía un poco distinta. Aun así, cuando logra salirse de sus jump scares trillados, su estética se presenta reminiscente del mejor cine de terror de otra época (se puede percibir la influencia de directores como Argento o Polanski). Amantes del género, no deberían dejarla pasar.

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